En la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, en la Ría de Huelva y la conocida como costa de la luz, por las muchas horas de luz solar que tiene, se halla esta capital andaluza, que ha sido punto de encuentro de diferentes culturas: tartesos, fenicios y romanos.
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Muelle del Tinto |
Se cuenta que Huelva, conocida como Onuba (de ahí proviene el gentilicio onubense) tanto en las fuentes griegas como en las latinas, es una de las ciudades más antiguas de Occidente y a buen seguro la más antigua de la Península Ibérica. También lo atestiguan unos ídolos de entre 4.500 y 5.000 años que se exhiben en el Museo de Huelva. Al parecer, en cualquier sitio que se cave, aparece un anillo tartésico o un muro romano. Por ejemplo, debajo de la tienda de ropa Sfera se hallaron los restos de una domus del siglo I. Qué curioso, lo efímero y lo milenario conviviendo en armonía.

Al parecer, también Huelva tiene el club de fútbol más antiguo de España, El Recreativo, después de que los ingleses lo llevaran a estas tierras. No en vano los ingleses dejaron un legado no sólo con el fútbol sino con el barrio obrero de Reina Victoria, de estilo inglés, claro, y también con el muelle del Tinto, construido por el ingeniero inglés George Barclay Bruce entre los años 1874 y 1876, donde en tiempos descargaban los trenes de la Río Tinto Company Limited procedentes de las minas del Riotinto. En 2003 este muelle-embarcadero fue declarado Bien de Interés Cultural. Constituye el punto final del trazado del ferrocarril que desde las minas se transportaba el mineral hasta la ciudad. Se utilizó hasta los setenta del pasado siglo. A medio kilómetro del muelle del Tinto se encuentra la glorieta o el muelle de las canoas, que realizan el trayecto entre Huelva y Punta Umbría.  |
Muelle de las canoas |
Sea como fuere, a uno le parece que Huelva es sobre todo una ciudad moderna, o nueva, aunque mi percepción, al menos en esta ocasión (quizá en otras tampoco) no se aproxime a la realidad, porque no le he dedicado mucho tiempo. Más bien poco. Siento decir que de las capitales andaluzas, quizá sea esta la menos atrayente. Aunque para gustos, colores. Ya se sabe que sobre gustos, y aun otros sentidos, hay incluso diversos tratados de estética escritos. Pero no es este el momento ni el espacio para hacer tales reflexiones. O sí, quién sabe.
En todo caso, mi percepción acerca de Huelva no va más allá de un breve recorrido por la misma, bueno, por algunas partes de esta ciudad choquera, porque se dice que a los onubenses y onubensas les gusta el choco o sepia, además de las gambitas, incluso otras delicias del mar. Y a uno le encanta el salmorejo.
Las huellas de Colón
En esta ciudad también se le rinde tributo al gran almirante Colón, con una escultura de bronce portando una bandera de la Corona de Castilla en la mano izquierda y señalando con la mano derecha hacia el mar. Se halla en la plaza de las Monjas, en el centro histórico (donde se realizan espectáculos de todo tipo, incluidas las procesiones semanasantinas, y hay bares de tapas y restaurantes), frente a la avenida Martín Alonso Pinzón.
También existe la Casa Colón, construida entre 1881 y 1883, al final de la avenida Martín Alonso Pinzón, que primero fue hotel de lujo, que daba alojamiento a altos directivos de las distintas compañías que operaban en la cuenca minera, luego sede de empresa Explosivos Riotinto y en la actualidad destaca por su uso cultural como auditorio, centro de exposiciones y sede del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.
El estilo de esta casa, con sus jardines de influencia francesa y también inglesa, recuerda a una construcción británica, aunque también colonial y modernista. Al lado de esta Casa Colón puede verse el monumento a la Virgen del Rocío, realizado en bronce, donde la milagrería ha dejado su impronta. Un grupo escultórico en el que vemos a la Virgen en procesión llevada a hombros por diversas figuras de las que brotan fulgores religiosos.
Respecto a Colón, existe otro monumento situado a las afueras de la ciudad, en el paraje Punto del Sebo, la marisma a orillas del río Odiel. Representa la figura del navegante que mira hacia el Oeste el día que partió hacia las Américas.
De la ciudad de Huelva, Sevilla queda, como quien dice, a tiro de piedra. Y ahí que me encaminé.
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Virgen del Rocío |
Después del trote semanasantino por diversos lugares, como ya he señalado en este blog, habida cuenta de que me fallaba la pierna izquierda (por fortuna, gracias a un excelente fisio del Bierzo, tengo a día de hoy solucionado el tema en cuestión) llegué a Sevilla porque me apetecía sobre todo visitar el monumento dedicado a Antonio Machín, que me había quedado pendiente (siempre queda algo pendiente) en la anterior visita de la pasad Navidad, de la que también di cuenta en este blog: La verdad es que no sabía que el genial cantante cubano de origen gallego por parte paterna Antonio Machín había tenido relación con la capital andaluza. Pero a través de una clase que impartí no hace mucho, donde salió a relucir este magnífico cofrade de Los Angelitos negros -a veces para eso sirven las clases-, me enteré de su contacto con Sevilla, y en este reciente viaje al sur de España, me apeteció darme un garbeo por Sevilla, que siempre luce espléndida, tanto en invierno como en primavera. Me acerqué, incluso con mi "pata" izquierda tocada, bien tocada, porque a duras penas lograba moverme, a ver su escultura en bronce con sus icónicas maracas en la Plaza Carmen Benítez. .jpg) |
Machín
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Me entusiasmó reencontrarme con el espíritu del cantante de El manisero o Dos gardenias en Sevilla, aunque ya no fui al cementerio de San Fernando donde está enterrado. Y, en cuanto al panteón de ilustres, donde yace el poeta Bécquer, entre otros, que también tenía pendiente de visitas, lo encontré cerrado, lástima.
A ver si recuperas el trote de trotamundos de trasmundo, me sugirió el intrépido escritor y periodista Valentín Carrera, el cual presentó en Ponferrada su libro Borges en el Bierzo, en el que aparezco incluido. Eso fue el día 23 de abril en la feria del libro de Ponferrada, justo después de mi llegada de un largo y pesado viaje de regreso al Bierzo.
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