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lunes, 20 de julio de 2020

De Bulnes-Poncebos a Cangas de Onís

El viaje continúa, desde Poncebos, destino Cangas de Onís cruzando el concejo de Cabrales. Sin prisas, como se debe viajar, hacemos un alto en el camino, en Arenas de Cabrales, para echarnos una sidrina entre pecho y espalda. 
Una sidrina siempre viene bien para refrescar. Además, es una bebida saludable, aunque si uno se toma varias acaba tambaleándose. 
Beceña

En realidad, el trayecto hasta Cangas se hace corto. No hay muchos kilómetros. Antes de llegar a Cangas, a la derecha, hay un cartel indicativo de Beceña (a 1,5 kilómetros). 
En Beceña tiene morada Mercedes del Valle, astur-berciana nacida precisamente en esta aldea, que estuvo casada con Emilio, alias Relojero, un nocedense, emigrante en Alemania, durante algunos años.  
Emilio era gran amigo de mi padre. Y el tío carnal de un buen amigo, José Manuel, que vive en el País Vasco. Al que no veo desde hace tiempo. 

Aunque he avisado previamente a Mercedes de mi viaje por las Asturies, está ya decidido acercarse a Cangas de Onís. No obstante, hemos quedado en vernos al día siguiente, aunque sólo sea para saludarnos. 
Me hace ilusión volver a ver a esta mujer después de tanto tiempo. Además, ella tuvo muy buen trato con mi madre mientras veraneaba en Noceda del Bierzo. 
Después de pernoctar en Cangas de Onís, que es pueblo en el que he estado en varias ocasiones (en una de ellas para impartir un curso de la Uned, del campus del Noroeste), quedamos en vernos directamente en su pueblo de Beceña, en el que nunca antes había estado. Y, la verdad, me apetecía conocer. 
Mercedes como escanciadora

La sorpresa mayúscula es que esta aldea es un excelente mirador a los Picos, de una parte, y a la costa, de otra. Una aldea poblada de hórreos, hasta Mercedes tiene el suyo, en medio de una campiña exultantemente verde. Con ese verdor que dan ganas de comérselo como si uno fuera un rumiante más. 
Mercedes, tras su mascarilla, nos recibe encantada. 
Sin embargo, en cuanto transcurre un algo de tiempo decidimos que podemos charlar mejor sin ningún tipo de atadura, sin ningún bozal. Después de todo estamos en medio de la Naturaleza y a priori no parecemos infectados (al menos por ahora, toquemos madera). 
Como buena cicerone, conocedora de su entorno, nos invita a dar un paseo por el pueblo y alrededores (incluso nos enseña un hotel con todas las de la ley, donde no parece haber nadie alojado, un balcón privilegiado, con piscina incluida). El paseo lo hacemos en compañía de Tristán, un perrito despierto y mimosón. 

Regresamos a su casa (no sin antes saludar a su cuñado, el marido de su hermana Rosi, creo recordar, que está con faena campestre). Este buen hombre me pregunta incluso si prefiero León o Asturias. A lo cual le respondo que Asturias. ¿Qué voy a decirle estando en su tierra?
Mercedes nos invita a tomar unas sidrinas caseras, que están buenísimas, con cierto sabor dulce, mientras picamos queso y embutido. Una maravilla. 
Mercedes ejerce de anfitriona escanciando con elegante estilo la sidra. 
Entre culín y culín, charlamos amistosamente. Entonces, se incorpora su hermana Rosi a la conversación. Y sale a relucir también la cruenta Guerra Incivil, ya que un tío carnal suyo fue fusilado en torno a 1938 por considerarlo contrario al nacional-catolicismo, a pesar de que este inteligente joven, Antero Peláez, no había cometido ninguna fechoría. Qué terribles la Guerra y la posguerra. 
Rosi nos muestra un par de cartas que escribiera el veinteañero Antero a su familia para despedirse de la misma, pues sabía que lo condenarían a muerte, lo que resulta sobrecogedor. Entonces, se nos humedecen los ojos. 
Las hermanas del Valle Peláez, Mercedes y Rosi, nos tratan con familiaridad. Y hasta nos emplazan a tomarnos una fabada casera en otra ocasión. Me encanta esta generosidad. Así que volveremos a Beceña, esperamos que cuando el virus haya dejado de existir. O podamos combatirlo de un modo eficaz con fármacos.
Nos despedimos con un abrazo de cariño. 
Hasta la próxima. 

1 comentario:

  1. Qué jornada más entrañable y familia, además de gastronómica. Cuando yo haga la próxima visita, Manuel, te pediré consejo ya que conoces todo muy bien. A seguir disfrazado de esas joyas lugareñas. Un abrazo y a seguir cuidadandose.

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