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lunes, 4 de noviembre de 2019

La Güeste en Villalfeide

Villafeide, con Vanesa, Alma, Toño, Zana y demás familia, nos recibió con los brazos abiertos, haciéndonos sentir como en casa. En la casa de los espíritus, en la casa de los fantasmas, que deambulan errantes (valga la redundancia) por las calles del pueblo, en una noche iluminada por las antorchas de las ánimas, en santa compaña, bajo un ligero e intermitente orvallo, que por fortuna nos permite predicar (como bien acuñara el tío Ful, un gran personaje y persona). 
Vanesa Díez

Nos permite procesionar y predicar, digo, a los tres mosqueteros de la espada/pluma (lo de pluma como que queda algo tal que así), a saber, el periodista y escritor Fulgencio Fernández, el escritor Ángel Fierro (gran persona también) y uno mismo, acaso con la voz ultratúmbica de una representación del lado de acá con campanadas del lado de allá. 
El asunto es que me entusiasmó procesionar (tres estaciones hicimos) y predicar en Villalfeide gracias a la invitación que me hiciera la escritora y maestra Vanesa Díez, que es gurú, junto con Alma (precioso nombre) y alguna persona más, en este pueblo tocado por la varita del realismo mágico. 
Pues el Realismo mágico es un invento galego. Y pudiera ser que hasta leonés. 
Rulfo y Gabo bebieron de los manantiales de la Galicia profunda, de esa Galicia valle-inclanesca, milagrera, meigalla y rebosante de divinas palabras. Y también del Mondoñedo de Cunqueiro (aunque este sea contemporáneo de los genios mexicano y colombiano, México como morada de ambos). Y es que el Día de Muertitos en México es sobrecogedor, herencia española, gallega, sin duda (por ahí anda el morto de San Andrés de Teixido y el fantasma de El Bosque animado). Y también herencia prehispánica, precolombina. 
Estimulante lectura la que se hiciera de El bosque animado, de Fernández Flórez, cuya adaptación al cine firmara el gran José Luis Cuerda, con un fantasma interpretado por el actor Miguel Rellán, que tiene raíces en el Bierzo. 
Los amigos Xuasús y su compañera, Mario el rabelista y su mujer Montse y Lidia, entre algunos otros (me olvidaba de Javier Tascón), nos acompañaron con entusiasmo, haciéndonos sentir realmente como en casa, "esta es tu casa", me dijo la buena de Alma. Pues sí, Villalfeide (también con sus exquisitas viandas) es desde ya espacio o mapa afectivo al que espero volver como golondrina o cigüeña. 
En la siguiente entrada a este blog, espero compartiros un poema que escribiera y leyera/recitara para la ocasión: La noche de ánimas volverá. 

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