Silvia Abad Montoliú: "A veces las cosas que pasan son más poéticas que la poesía"
Manuel Cuenya | 26/07/2016 - 11:15h.
La joven poeta Silvia Abad Montoliú, autora de 'La noche que dejó de ser un animal', continúa escribiendo. Y el próximo curso se irá, con una beca Erasmus, a la Universidad de Estrasburgo.
Silvia Abad Montoliú. Foto: Manuel Cuenya
En el hogar de todo lo vivo,
el hombre descubre la ausencia;
los tobillos envueltos en algas.
Una niña entierra las manos
en la arena caliente, Hogar
es allí donde se lame la úlcera.
El día que aprendí la despedida
La abuela inventa la muerte.
(Silvia Abad, 'La noche que dejó de ser un animal')
Aunque nacida en Valencia, la joven poeta Silvia Abad Montoliú lleva viviendo en León desde hace años, y esta ciudad, recuerda ella, es el lugar donde le han pasado las cosas más importantes de su vida, donde ha conocido a las personas que más le han marcado. "A Valencia siempre estoy volviendo, y también en parte me reconozco en ella, pero he crecido en León, así que siempre la consideraré mi casa", aclara Silvia, para quien León es una mina de buenos artistas, tierra en la que existen muchísimos narradores y poetas de calidad, una ciudad con un increíble movimiento cultural: siempre hay mil eventos culturales a los que merece la pena ir, tanto en la ciudad como en los pueblos y municipios de la provincia, según ella. "A veces hay tantos eventos que incluso te ves obligado a elegir; en León es un poco imposible estar en todo porque siempre hay alguien haciendo arte, pero creo que mucha gente, tanto de León como de fuera de León, ni siquiera sabe que se hacen tantas cosas aquí".
Apadrinada por el poeta gallego Gonzalo Hermo (Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía de 2015) y por el polifacético Víctor M. Díez, Silvia acaba de publicar su ópera prima, 'La noche que dejó de ser un animal', un curioso título, una frase que puede tener muchas lecturas diferentes, según su creadora, "no podría darle solo una. Que cada uno le de su propia interpretación", señala esta poeta, que entiende la poesía como una forma de expresión más, una cualidad del lenguaje, en el sentido de que "a veces las cosas que pasan son más poéticas que la poesía". En todo caso, la poesía, en palabras de Gonzalo Hermo, prologuista de este poemario, es un resorte que puede acercarnos a lo bello, y también puede seguir siendo un espacio para la verdad.
La poesía en la vida
"No creo que tenga que haber una relación entre que un autor nos guste y que ese mismo autor influya en la propia obra. Quiero decir: podemos estar influidos por cosas que no nos gustan o que incluso ya hemos olvidado, y pueden haber sido incluso más relevantes para uno que aquello que sí que nos gusta, aunque no nos demos cuenta".
Tanto Gonzalo Hermo como el poeta leonés Víctor M. Díez, que hizo el epílogo, son dos personas a las que Silvia Abad admira y aprecia muchísimo, tanto por su faceta como artistas como por las personas que son. "Es una sensación increíble abrir el libro y verles a los dos allí", agrega esta estudiante de Educación Social en la Universidad de León, a quien le resulta muy difícil saber qué le ha influido y qué no le ha influido a la hora de escribir de un modo creativo, no sólo en el aspecto literario, especifica, sino en todos los demás aspectos. "No creo que tenga que haber una relación entre que un autor nos guste y que ese mismo autor influya en la propia obra. Quiero decir: podemos estar influidos por cosas que no nos gustan o que incluso ya hemos olvidado, y pueden haber sido incluso más relevantes para uno que aquello que sí que nos gusta, aunque no nos demos cuenta. Y también podemos haber sido influidos por nuestros autores favoritos, claro. No sé, considero que las influencias que recibe una persona son una cosa muy amplia, casi imposible de concretar".
DIME, ¿me verás distinta
cuando volvamos a encontrarnos?
Tendré los zapatos llenos de nieve sucia.
¿Seremos siempre los mismos,
tan suicidas y huidizos
como anguilas eléctricas en agua dulce?
¿Seremos entonces otra cosa
que hombres tristes que esperan?
No contestes, la tarde está roja
y las hojas todavía caen
en el otoño de mi primer beso.
(Silvia Abad, 'La noche que dejó de ser un animal')
Cuenta el profesor y poeta Eloy Carro Rubio, a propósito de 'La noche que dejó de ser animal', que es una joya de la mística; breve, pero intensísimo. "Cada cosa, cada palabra, cada fonema funciona en él como una mónada leibnitziana, siendo 'composible' con todas las demás, cada cosa cuenta (con) todas las otras... Hay que decir que todos los poemas hacen un único poema, un único enunciado". Y nos recomienda leerlo dos veces. En cualquier caso, los poemas de Silvia contienen poderosas imágenes: "la memoria es un puño cerrado/ frente al ojo", o bien cuando escribe que "crece un cadáver azul en mis entrañas;/ suicidas y amantes, lo nombramos tristeza". En ocasiones se revela/rebela transgresora: "Quiere sangre el hijo, volver/ al cuerpo anestesiado de la madre,/ romperle en azul los órganos./ Se enuncia el hombre en el hijo,/ eyacula el hijo en la madre,/ eyacula el hijo sobre todas las cosas" en estos versos desgarradores, con reminiscencias al gurú Jim Morrison (Mother, I want to..."/ Fuck you!), que toma a su vez de la tragedia griega de Sófocles, 'Edipo Rey', en los que se palpa la muerte, las ausencias, las heridas, los gritos. Por cierto, el líder de The Doors también era un apasionado, como Silvia Abad, de Kerouac.
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