La escritora gallega Susana Fortes nos deleitó ayer con su conferencia en Bembibre. Un auténtico broche de oro para unas Tardes de Autor (Autora, en este caso) que se han venido celebrando desde hace cinco años en la capital del Bierzo Alto, con Tomás Néstor como maestro de ceremonias, y el apoyo decidido e incondicional de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento bembibrense.
Yo no nací escritora –nos vino a decir- sino que un buen día, en un viaje por la Bretaña francesa, le escribí una postal a alguien cuyo breve texto sería luego el comienzo de mi primera novela: “Mañana plateada de bruma y salitre. Sobre la mesa un café noir. Corto Maltés no está conmigo”. El oficio de escritor/a se aprende, naturalmente, pero para escribir se necesita cierto talento y sobre todo un gran trabajo. Me puedo pasar ocho horas seguidas escribiendo –señaló- y no tengo conciencia de que haya pasado tanto tiempo. Susana Fortes decidió hacerse narradora casi por casualidad, aunque no tanto, porque ella siempre vivió rodeada de libros (su padre era profesor de historia) y su abuela Nina le contaba historias maravillosas, que ella acabó incorporando a su subconsciente literario. La lectura es fundamental para alguien que aspire a escribir, y que otra persona te enganche con sus cuentacuentos es casi definitivo a la hora de que te entre el gusanillo de la escritura. Comienzo a escribir una novela a partir de una imagen –relató la autora de Esperando a Robert Capa, porque, como toda mi generación, yo he crecido con el cine, que tanto me ha influido. Algunos críticos han llegado a reprocharle a que la suya es una sintaxis cinematográfica, lo que ella encaja sin aspavientos, porque reconoce su deuda con la fotografía y el séptimo arte. No en vano tiene varios artículos publicados, bajo el título de Adiós muñeca, sobre sus gustos cinematográficos.
Comienzo a escribir una novela cuando se convierte en una obsesión, que no puedo sacarme de la cabeza, cuando los personajes se apoderan de mí con tal fuerza, que se convierten en mis invitados de honor, con quienes desayuno, como y ceno, nos dijo Susana Fortes, que nos emocionó ayer contándonos cómo se gestó su novela, Esperando a Robert Capa (que por cierto se convertirá en película, porque cedió los derechos a Michael Mann, el director de El último mohicano). Una biografía novelada, en una primera parte ambientada en París, sobre dos intrépidos personajes del siglo XX como lo fueran los fotógrafos Capa (uno de los referentes mundiales en cuanto al reportaje fotográfico de guerra) y su inseparable Gerda Taro, ambos judíos que huyen del nazismo.
Escribir te lleva, por lo demás, a descubrir mundos y personajes fascinantes. Como le ocurriera a Susana Fortes con su novela, Quattrocento, que le permitió redescubrir a los Medici en Florencia durante nueve meses (como un embarazo, aseguró ella) en una novela histórica, que le supuso un gran reto (no en vano ella es historiadora y profesora en Valencia) y a la vez le hizo saborear la ciudad del síndrome de Stendhal.
“Desde mi apartamento veía la basílica de Santa María del Fiore”. Qué maravilla disfrutar de la capital del arte y de la moda. Y además poder contar lo sentido y vivido. Enhorabuena, Susana.
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