El Carnaval, que es época de samba, meneítos y tangazos en el
vientre de los excesos, ha llegado al Bierzo, y sobre todo al Bierzo Alto, de
la mano del botillo, su primo hermano. Y de este modo somos los primeros en
entrarle a la fiesta de la chicha.
Es pues el botillo bembibrense (este año nos lo sirvieron con mimo
y con vino Bembibre) quien nos mete en adobo, y nos “pimentea” los huesos
carnositos.
Cuando llegue la Abstinencia ya estaremos bien cebados, y prestos
para aguantar el rebaje charcutero.
Batuko Tabanka
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El botillo y el
carnaval (los carnavales o zarramacos, que dicen en mi pueblo) son como dos
tortolitos que estuvieran a punto de celebrar sus esponsales. Y nosotros
fuéramos los padrinos de boda o los invitados que lleváramos las arras. Y es
que el Festival del Botillo de Bembibre, o la comparsa del botelo, es una
ocasión extraordinaria para hacerse notar y mostrarse “enzarramacado”, es
decir, hecho un carnaval, que así es como nos gusta andar vestidos en días
de fiestorro y saraos varios. ¡Jo, tengo que ponerme un modelito chuli, que dé
la impresión de que lo he comprado en Milán o en París! No quiero ir vestida
como los demás, que para eso soy persona distinguida. ¡Ay, tengo que ponerme el
traje a rayas para que parezca hecho un "pinsel"! Venga, todos y todas
disfrazados de gala, que el botillo bien se merece ir bien emperifollado,
¿emperi qué? Eso, no te hagas el "xordo". Ah, vale. No te había
entendido. En realidad, no me habías prestado atención. ¡Cómo eres!
Este Festival (el del
botillo) es máscara para exhibirse ante una cuadrilla que va a su rollo. Todos
quieren ver y ser vistos. Pasarela por la que desfila la fresa de nuestra nata
montada.
Si bien este año
disfruté de lo lindo con la compañía, con quienes tuve el placer de compartir
mesa, mantel y viandas, regadas con el mejor vino de la comarca. Extraordinaria
la compañía de los hermanos Merayo, Prácticos de puerto ambos, que llevan ya
unas tres ediciones asistiendo, entusiasmados, al Festival del Botillo de
la villa del Benevivere, y eso que vienen de lejos, Vicente de Málaga y Pedro
de Barna. Me encantó conoceros, queridos amigos. Y tú, Vicente, me dejaste
maravillado con tus viajes por el ancho mundo, y tus juegos de
magia. Hasta la próxima.
También me encantó La
Braña, interpretando una canción nocedense, que en su día tocaran las
pandereteiras, Ángela y Ludivina, a quienes les mando un abrazo entrañable
adonde quieran que se encuentren, a buen seguro en ese limbo, que algunos
llaman cielo.
El mantenedor o
pregonero, Leo Harlem, no me sedujo, lo siento, y creo que debería haber
contado algo acerca de nuestra gastronomía, aunque lo hiciera con humor, claro
está. Además, no se le entendía nada bien, quizá porque el sonido no era del
todo bueno, y el flamante edificio de Bembibre Arena necesita más potencia acústica,
o más claridad y afine en el sonido.
Ahora que recuerdo,
Leo Harlem es primo del novio de una paisana mía. Bueno, esto no creo que
sea importante, pero lo digo. Y lo que sí me parece esencial es que el
mejor mantenedor hasta ahora ha sido sin duda el amigo Valentín Carrera, que
arreó estopa con gran sentido del humor y del verbo, eso que algunos dan en
llamar humor inteligente.
Y la semana cultural,
previa al Botillo, también estuvo de rechuparse los deditos, con algunos
conciertos memorables en el Benevivere, como el de los portugueses Arrefole o
el de las mujeres caboverdianas (Batuko Tabanka) que nos hicieron vibrar.
Me recordaron, cómo no, a los gnaouas marroquís aporreando sus tambores hasta
alcanzar el éxtasis, lo que daría para otro escrito. Pero prosigamos con
nuestras zarramacadas.
Arrefole |
Los Carnavales
continúan hoy (en la sala Tararí actúan los Popis) por todo el Bierzo, y mañana
se celebra el entierro de la sardina en Cacabelos. Que chachi.
Con estas
carnestolendas botilleras uno se hace histrión y acaba entrando definitivamente
en el escenario de lo fenomenal. Lo fenomenal entendido en su sentido kantiano,
apariencial. Nos encanta vivir de apariencias. Y nos divierte poner a parir al
vecino y a bajar de un burro al resto.
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