Primer plano de la mitad de un rostro (recuerda a Persona de Bergman).
Primerísimo plano de los labios (sobre el que aparece sobreimpresionado el nombre de Stewart).
Primerísimo plano de los ojos sobre el que aparece sobreimpresionado el nombre de Kim Novak).
Primerísimo plano de un gran ojo sobre el que aparece el nombre de Hitchcock.
Del negro se pasa al rojo.
Se dilata la pupila y vemos sobreimpresionada la palabra Vértigo en mitad del ojo.
Comienza un baile espiralítico como brotado del ojo. La espiral inunda toda la pantalla. Y vemos los nombres del resto de intérpretes.
La espiral se convierte en un ramillete, acaso de flores, que no para de girar en el espacio. Continúa la espiral dando vueltas como en un universo en expansión, a la vez que se sobreimpresiona el nombre de Herrman, autor de la banda sonora.
Volvemos a un primerísimo plano de un ojo rojo sobre el que aparece el nombre de Hitchcock en el centro del mismo. Comienza el espectáculo.
Una barra metálica atraviesa la pantalla horizontalmente. Fondo borroso. Vemos unas manos agarradas a la barra.
El fondo se aclara y la cámara retrocede (Plano conjunto). Entonces se nos aparece un tipo vestido de blanco que huye en la noche, mientras es perseguido por un policía y por otro hombre (Scottie).
Plano general nocturno de la ciudad de San Francisco, a la altura de los tejados.
El mar al fondo y luces rojas y verdes salpicando el encuadre, que son los colores simbólicos en la peli. Panorámica. Plano de conjunto. Raccord en movimiento. Plano cercano del huido trepando por el tejado.
Plano cercano del poli persiguiendo al tipo de blanco.
Plano cercano de Scottie intentando subirse al tejado sin lograrlo, agarrado a un canalón del edificio.
Primer plano de Scottie, desde debajo del tejado.
Plano medio del poli. Plano subjetivo de Scottie.
Violento picado hacia el vacío, el abismo, bajo sus pies. Zoom hacia delante y travelling hacia atrás simultáneos. Efecto logrado, dándonos la sensación de vértigo.
Plano cercano del poli intentando salvar a Scottie...
Vértigo asegurado...
Primerísimo plano de los labios (sobre el que aparece sobreimpresionado el nombre de Stewart).
Primerísimo plano de los ojos sobre el que aparece sobreimpresionado el nombre de Kim Novak).
Primerísimo plano de un gran ojo sobre el que aparece el nombre de Hitchcock.
Del negro se pasa al rojo.
Se dilata la pupila y vemos sobreimpresionada la palabra Vértigo en mitad del ojo.
Comienza un baile espiralítico como brotado del ojo. La espiral inunda toda la pantalla. Y vemos los nombres del resto de intérpretes.
La espiral se convierte en un ramillete, acaso de flores, que no para de girar en el espacio. Continúa la espiral dando vueltas como en un universo en expansión, a la vez que se sobreimpresiona el nombre de Herrman, autor de la banda sonora.
Volvemos a un primerísimo plano de un ojo rojo sobre el que aparece el nombre de Hitchcock en el centro del mismo. Comienza el espectáculo.
Una barra metálica atraviesa la pantalla horizontalmente. Fondo borroso. Vemos unas manos agarradas a la barra.
El fondo se aclara y la cámara retrocede (Plano conjunto). Entonces se nos aparece un tipo vestido de blanco que huye en la noche, mientras es perseguido por un policía y por otro hombre (Scottie).
Plano general nocturno de la ciudad de San Francisco, a la altura de los tejados.
El mar al fondo y luces rojas y verdes salpicando el encuadre, que son los colores simbólicos en la peli. Panorámica. Plano de conjunto. Raccord en movimiento. Plano cercano del huido trepando por el tejado.
Plano cercano del poli persiguiendo al tipo de blanco.
Plano cercano de Scottie intentando subirse al tejado sin lograrlo, agarrado a un canalón del edificio.
Primer plano de Scottie, desde debajo del tejado.
Plano medio del poli. Plano subjetivo de Scottie.
Violento picado hacia el vacío, el abismo, bajo sus pies. Zoom hacia delante y travelling hacia atrás simultáneos. Efecto logrado, dándonos la sensación de vértigo.
Plano cercano del poli intentando salvar a Scottie...
Vértigo asegurado...
https://www.youtube.com/watch?v=fjg3rPqZzCg
La espiral, que estructura la peli (al menos lo melodramático) tiene sus equivalentes formales en los ramilletes de Carlotta Valdés y de Madeleine, en el moño de ambas y aun en la escalera de caracol que sube en espiral hacia la torre del campanario, donde la muerte está al acecho.
Durante más de un cuarto de hora, los espectadores, siempre a través de la mirada del prota Stewart, podemos observar cada movimiento de la enigmática Madeleine, descubriéndola en un primer momento en el restaurante Ernie's y siguiéndola después por diversas localizaciones de San Francisco.
Burks logra así recrear atmósferas fantasmagóricas, imágenes como salidas de entre los muertos, como las ya mencionadas, o cuando vemos, a través del ojo de Stewart, a Madeleine en el cementerio, envuelta en una bruma de misterio (lograda con filtros de niebla), y aun cuando la vemos en Fort Point, bajo el Golden Gate, a punto de lanzarse al agua, como si estuviéramos asistiendo a una recreación del suicidio de Ofelia.
Tras la apariencia de un thriller policíaco -excusa cuasi-perfecta para desarrollar una historia de amor loco-, Hitch nos cuenta cómo un hombre desesperado intenta recuperar a su amada muerta.
Vértigo, al igual que Psicosis, está estructurada en dos partes claramente diferenciadas, y en ambas la protagonista femenina muere violentamente a medio-metraje, lo que rompe los esquemas habituales del cine convencional.
Todas estas piruetas cinematográficas, realizadas por Hitch, no se encajaron bien, ni por parte de la crítica ni de los espectadores de la época, poco o nada habituados a un cine tan psicológico. Y sobre todo más receptivos sobre todo a historias de misterios por resolver o relatos de crímenes perfectos resueltos, eso sí, al final de la película y no al medio-metraje.
Vértigo o De entre los muertos (1958), como
también se conoce esta peli de Hitch, parte de una novela, De entre los
muertos, cuyos autores, los franceses Boileau y Narcejac, habían
escrito otra novela, llevada al cine por Clouzot bajo el título de Las
diabólicas.
Visto el éxito de esta última peli, la
Paramount se apresuró a comprar los derechos de De entre los muertos para
que el genio del cine la adaptara a la gran pantalla. Y consiguió hacer una
obra maestra, porque el director de Con la muerte en los talones se
rodea de los mejores, tanto en el plano artístico como en el técnico, y es que
el cine -no lo olvidemos- es un verdadero trabajo en equipo, si bien a
Hitchcock le gustaba tener todo bajo control, que no se le escapara nada.
En Vértigo o De entre
los muertos (ambos títulos acertados y acordes a lo que se relata) el
maestro de la intriga cuenta con su actor fetiche, el extraordinario James
Stewart (Scottie), en su papel de detective que sufre de vértigo, a resultas de
un accidente, mientras perseguía a un ladrón por las azoteas de la ciudad de
San Francisco, y la sublime y carnal Kim Novak en su doble
papel (la mejor Madeleine y Judy imaginable, aunque no convenciera del
todo el riguroso Hitch), colosales ambos en sus interpretaciones.
Por otro lado, está la maternal Migde, que
interpreta Barbara Bel Geddes, una actriz conocida en España por su papel en la
serie de Dallas, y el breve pero intenso papel de Elster,
interpretado por el actor Tom Helmore. Esto en lo referente al elenco actoral,
pero conviene reseñar, asimismo, la labor de Bernard Herrmann, que
compuso una de las bandas sonoras más sobrecogedoras de la historia del
cine.
Herrmann, que ya había trabajado con
Hitch en Pero, ¿quién mató a Harry? y en El hombre que
sabía demasiado, se inspiró en obras de Mozart y en Tristán e
Isolda, de Wagner, para componer la música de Vértigo,
y le salió redonda.
Respecto a Tristán e Isolda,
cabe señalar que esta ópera alemana mantiene muchas correspondencias
con la peli, no sólo musicales sino también dramáticas.
En este caso, la música de
Herrmann funciona como un elemento expresivo que refuerza las
situaciones, y añade fuerza dramática y significado a las imágenes.
Impacta sobre todo la música de los
créditos del inicio (con gran poder metafórico), debidos éstos últimos al
diseñador gráfico Bass, y por los que obtuvo la Concha de Plata en el Festival
de San Sebastián en 1958.
Bass es también el responsable de los
títulos de Con la muerte en los talones y Psicosis.
Dicho sea de paso, conviene recordar que Vértigo se
entrenó mundialmente en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en
1958.
Ya desde el arranque de Vértigo vemos
cómo se acerca la cámara hacia el interior del ojo derecho de una mujer (un
comienzo digno de Buñuel en Un perro andaluz).
El ojo como motivo iconográfico y
constante en el cine de Hitch. El voyeurismo en todo su esplendor. Y
cómo de este ojo emerge una espiral, que funciona como símbolo y da estructura
narrativa al relato fílmico, pues hay una similitud entre la secuencia inicial
y la final.
Cabría decir incluso que en Vértigo existe un
relato lineal (policíaco) y un relato circular, desarrollado en círculos
concéntricos (melodrama).
El punto de llegada es, por
tanto, análogo al punto de partida, aunque no es idéntico.
Como al principio -colgado del canalón de
un edificio-, la vida de Scottie (Stewart) queda suspendida
en el vacío, enfrentado al abismo, dejando a la imaginación del
espectador la suerte de este desdichado detective.
La espiral, que estructura la peli (al menos lo melodramático) tiene sus equivalentes formales en los ramilletes de Carlotta Valdés y de Madeleine, en el moño de ambas y aun en la escalera de caracol que sube en espiral hacia la torre del campanario, donde la muerte está al acecho.
Este ojo es, asimismo, el de Norman
Bates mirando por la mirilla de la habitación contigua en Psicosis,
o el de Stewart fisgando, a través del teleobjetivo de su cámara, al vecindario
de enfrente en La ventana indiscreta.
El voyeurismo en Vértigo se
nos muestra, siempre desde el punto de vista del detective interpretado por
Stewart -y sin que medie ningún diálogo-, cuando sigue a la misteriosa
Madeleine, mientras la observa desde lejos.
Resulta portentoso el modo de narrar de
Hitch sólo a través de las imágenes (como vivimos también en la parte
rodada en el Royal Albert Hall, en la versión en color de El
hombre que sabía demasiado).
Durante más de un cuarto de hora, los espectadores, siempre a través de la mirada del prota Stewart, podemos observar cada movimiento de la enigmática Madeleine, descubriéndola en un primer momento en el restaurante Ernie's y siguiéndola después por diversas localizaciones de San Francisco.
Asistimos, pues, como espectadores
privilegiados a una serie de imágenes inolvidables, cuya fuerza visual y
expresiva nos atrapan y emocionan: el perfil de Madeleine cuando se detiene
ante Scottie en el restaurante Ernie's, con el color rojo de la moqueta de la
pared (símbolo de la pasión amorosa de Scottie).
O, ya durante la segunda parte de la
peli (Vértigo está estructurada en dos partes), la figura
fantasmal de Judy en contraluz, ante la ventana de su habitación de hotel, a la
que vemos iluminada tan sólo por el neón verde de un cartel luminoso.
Escenas debidas a la labor que realiza el
director de foto de Vértigo, Robert Burks (quien también
había colaborado con Hitch en anteriores pelis, como Extraños en
un tren).
Burks logra así recrear atmósferas fantasmagóricas, imágenes como salidas de entre los muertos, como las ya mencionadas, o cuando vemos, a través del ojo de Stewart, a Madeleine en el cementerio, envuelta en una bruma de misterio (lograda con filtros de niebla), y aun cuando la vemos en Fort Point, bajo el Golden Gate, a punto de lanzarse al agua, como si estuviéramos asistiendo a una recreación del suicidio de Ofelia.
Merece la pena reseñar incluso el trabajo
que hizo Edith Head (conocida por sus pelis Eva al desnudo o Vacaciones
en Roma) como diseñadora de vestuario, vistiendo a la Novak de
un modo impactante, así como los responsables de la dirección artística y del
sonido, que fueron premiados con sendos premios Óscar.
El gran tema de Vértigo (al
igual que en Rebeca, Psicosis o Los Pájaros) es la muerte.
Scottie intenta, como sea, revivir a
Madeleine. Si bien Hitchcock no escribía los guiones de sus películas, es
evidente que controlaba todos y cada uno de los procesos de elaboración de sus
obras.
La muerte aparece a través de la constante
alusión al pasado: a través de las localizaciones elegidas de la ciudad de San
Francisco y de sus alrededores, en Las Puertas del Pasado, del Parque del
Golden Gate, y de manera implícita en la Misión Dolores y su cementerio, Misión
de San Juan Bautista y el Big Basin Redwoods State National Park, ejemplos del
colonialismo español de San Francisco, que también murió y renació literalmente
de entre las cenizas.
Tras la apariencia de un thriller policíaco -excusa cuasi-perfecta para desarrollar una historia de amor loco-, Hitch nos cuenta cómo un hombre desesperado intenta recuperar a su amada muerta.
En el fondo, esta peli nos hace
reflexionar sobre la impotencia humana ante la irreversibilidad de la muerte -presente
a lo largo de toda la peli-, y que encuentra una de sus manifestaciones más
claras en la bella escena del bosque de las sequoias, en la cual
Madeleine anticipa su funesto destino al afirmar que la longevidad de estos
árboles le recuerda que tiene que morir. Este pasaje representa, por lo demás,
el auténtico espíritu de tragedia romántica que impregna esta película.
En la escena siguiente, en la que Scottie
y Madeleine se besan por primera vez ante un mar embravecido, vuelve a
anticiparse la muerte de la mujer, al narrar ésta su extraño y tétrico sueño,
que nos remite y anuncia a su vez la inquietante pesadilla de Scottie
tras la muerte de su amada.
La obsesión de Scottie por Madeleine, que
ya está muerta, le lleva a intentar resucitar su imagen a través del cuerpo de
Judy, haciéndole vestir sus ropas y peinándola como a ella. Y
la culminación de su esfuerzo (y su éxtasis) se produce cuando logra
transformar a Judy en Madeleine (cuando la vemos salir del baño envuelta
en un fantasmal halo verde como si en verdad resucitara de entre los muertos).
En ese momento, Scottie desea besar a Judy/Madeleine en su afán,
digamos, necrófilo (pues en el fondo está besando a una muerta, resucitada,
claro está). Inolvidable el largo beso giratorio que se dan Scottie y
Judy/Madeleine, uno de los más eróticos de la historia del cine.
Eros y Tánatos fundidos en un beso eterno.
Vértigo, al igual que Psicosis, está estructurada en dos partes claramente diferenciadas, y en ambas la protagonista femenina muere violentamente a medio-metraje, lo que rompe los esquemas habituales del cine convencional.
Es como si de repente los
espectadores sufriéramos una decepción y enfado porque
todas nuestras expectativas son aniquiladas de un plumazo con la muerte de
Madeleine (en Vértigo) y de Marion (en Psicosis), lo
que nos obliga a comenzar de nuevo, desde cero, a mitad de peli.
Este inesperado revés dramático nos
produce sorpresa y decepción a partes iguales. Y en el caso de Vértigo, el
director no se cansa de sorprendernos y atizarnos con la confesión en off de
Judy, que acompaña además de un flashback visual, el cual nos
aporta, como espectadores, aún más información, dejándonos
boquiabiertos.
A partir de ese momento, el suspense se
centrará en intentar adivinar cómo descubrirá Scottie la verdad, y cómo
reaccionará ante la misma.
Todas estas piruetas cinematográficas, realizadas por Hitch, no se encajaron bien, ni por parte de la crítica ni de los espectadores de la época, poco o nada habituados a un cine tan psicológico. Y sobre todo más receptivos sobre todo a historias de misterios por resolver o relatos de crímenes perfectos resueltos, eso sí, al final de la película y no al medio-metraje.
No obstante, los críticos franceses de
la Nouvelle Vague francesa, Truffaut y Godard, lograron que
Hitch acabara siendo reconocido como un genio del cine.
Y Vértigo como una de sus
grandes obras.
*Recomiendo la lectura del ensayo de
Trías, Vértigo y pasión.
Genio Hitchcock.
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