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miércoles, 19 de mayo de 2010

¡Escribir, vaya tontada!

Hace tiempo alguien me dijo que escribir es una "tontada". Lo de tontada lo pasaré por alto. Para qué tener en cuenta semejante tontería, valga la "rebuznancia" de asno acaballado a la grupa de lo ridículo. Pero lo de escribir no lo saltaré a la torera. Por ese aro no pasará mi ánima de rejoneador. En todo caso, podría hacerle una verónica y aun otra chicuelina, como sugieren los más castizos estilos toreros. 

Es probable que escribir sea una tolada, sobre todo si uno no lo hace tan bien como Dostoievski, pongamos por caso. También es cierto que una cosa es escribir lo que a uno le gusta, y otra es escribir lo que le agrada a los demás. A veces hay suerte y se llega a una feliz coincidencia. Ya se sabe que no es lo mismo escribirle una carta a una señorita, sobre todo si esta es dulce y tierna, que escribir algo para presentarlo a un certamen literario, o para entregárselo a algún diario o editorial. A veces uno hace piruetas lingüísticas y le sale amor por todos los entresijos de la psique. Huelga decir que a una señorita, sobre todo si está de rechupete, se le debe escribir con el pulso, temple, equilibrio o propiocepción que da una mano juguetona, capaz de componer versos y trazar renglones aun en los papelajos más amarillentos. A tu Dulcinea lo mejor es escribirle a mano y con la tinta de tu propia sangre/semen, que así es como le gustaba escribir a Ramón Gómez de la Serna, o al propio Nietzsche: “yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre” (Así habló Zarathustra). "Amo todo lo que fluye", escribe Henry Miller en su Trópico de Cáncer.

Escribir a mano, según el Umbral de Los cuerpos gloriosos, es como hacerse "chicuelinas". Un ejercicio sano, onanista y placentero. Y escribir a ordenador es como ir al Lukács gyógyfürdó, en Budapest, o a un hamam turco o marroquí a que te hagan un masaje en toda su variedad de estilos. Lo mejor es probarlos todos. El manco de Lepanto se las ingeniaba muy bien, dicho sea de corrido, con una sola mano. Una mano inteligente puede dar grandes glorias a la humanidad. Lástima que en el mundo haya muchos botarates incapaces de utilizar las manos con inteligencia, y sólo les sirvan para arrear guantazos y empuñar pistolones.

Escribir es acostarse con las palabras, acariciar los verbos, besar a las conjunciones en los párpados de los ojos. Es hacer el amor con cada una de las frases que se van construyendo. Escribir es un acto de amor, según Jean Cocteau. Me encanta hacer de la sintaxis diván de perversiones. Las palabras son mis musas, mujeres de a diario. Bien mirado, no estaría nada mal hacer con estas palabras una cama redonda, un “ménage à plusieurs”, o un harén lingüístico. Continuaré con el harén.

1 comentario:

  1. No olvidar que escribir es llorar, creo que lo dijo Larra.
    He construido para tí una alfombra de palabras (eso es mío).
    Escribirte es acariciarte con la pluma (Maurois)
    Y comunicarme contigo un auténtico placer.

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