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martes, 30 de junio de 2009

León, espacio literario


Plaza de San Martín (León)

Lo importante quizá no sea saber si hay vida después de la muerte, sino antes, porque durante estos últimos años hemos asistido a la pérdida de vida y población en la mayoría de pueblos del Bierzo Alto, a resultas de factores como la crisis y casi desaparición de la minería, la falta de nuevas alternativas, el envejecimiento de los paisanos, etc. Sin embargo, Bembibre no sólo ha logrado mantenerse en pie, sino que ha prosperado, sobre todo en lo cultural, gracias al flamante y singular edificio de la Casa de las Culturas, y otros como el Teatro Benevívere, que están dándole vuelo y rueca a la cultura, algo que a priori no es utilitario, al menos para algunos gestores, pero que a la postre resulta positivo, estimulante y educativo para los ciudadanos.


Gracias a la concejalía de cultura y a su coordinador, Tomás Néstor Martínez, las Tardes de Autor en la capital del Bierzo Alto nos han acercado a algunos de los mejores narradores y poetas de la provincia leonesa, incluso de otros lugares de España. Véanse Alexandra Domínguez, Espido Freire, Miguel Ángel Curiel, Martín Garzo o Luis Alberto de Cuenca. Un lujo y un deleite para los sentidos, sobre todo para aquellos que amamos la palabra por encima de cualquier cosa, la palabra portadora de sentido, como vemos en ese relato fílmico portentoso que es París, Texas, y como hemos visto en casi todo el cine de Ingmar Bergman, la palabra curativa, la palabra que mira y acaricia, la palabra poética, capaz de llevarnos más allá, a otro espacio-tiempo, la palabra hecha de tierra y sangre, como quiere el poeta Antonio Colinas, reciente invitado de honor a estas Tardes de Autor, que tienen su homólogo en las Tardes de poesía, que vienen desarrollándose en la ciudad de León, con la presencia de insignes poetas, como es el caso del propio Colinas, poeta de la luz, filósofo y maestro de la lírica mística, y de otros jóvenes poetas, por ejemplo Raquel Lanseros y Rafa Saravia, flor y nata de nuestra lírica, que merecerían una o varias tribunas.

Conviene recordar que la provincia de León es tierra de narradores y poetas, espacio que se presta para la fabulación y el cuento oral, a través de filandones o filanderos, porque el nuestro es un país de Las Letras, desde tiempos inmemoriales. No así de un pensamiento estructurado, con tradición filosófica, como nos recordaba, hace unos meses, nuestra ex profesora Amelia Valcárcel en su ponencia en el VIII Congreso Nacional de Escritores, celebrado precisamente en el Hostal San Marcos de León, donde se rindió homenaje al maestro Pereira. 
Pero esto requeriría de un análisis, que podría dar lugar a otro artículo. Y puesto que vivimos en el País de Las Letras, que sería como decir en el País de Alicia y las maravillas, León aspira a convertirse en Ciudad Creativa, que viste mucho y bien, en Ciudad de la Literatura de la Unesco, distinción que por ahora sólo lucen Edimburgo, Iowa y Melbourne, lo que atraería a muchos escritores e intelectuales a la capital provincial, y nos daría proyección en todo el mundo. León o La bella desconocida, que diría el escritor Julio Llamazares, quien también estuvo en Tardes de Autor, debe aspirar a darse a conocer a través de su literatura y la enseñanza del idioma castellano para extranjeros. 
Como hace Salamanca de un modo brillante. Para que cuando viajemos por el mundo, León suene y hasta resuene allá por donde vayamos, y no nos confundan con Lyon, como me ocurriera en Nueva York con un tipo, que al decirle que era de León, comenzó a chapurrearme en francés: 
Vous êtes français? Excuse me, Sir, I’m Spanish. 
No en vano, contamos con la presencia de varios escritores y académicos de la lengua: Mateo Díez, Merino y el catedrático de la Universidad de León, Salvador Gutiérrez, así como el escritor y director del Instituto Cervantes en Londres, Juan Pedro Aparicio. 
Cuando uno se da cuenta que sólo en Villafranca del Bierzo han nacido dos de los más grandes escritores y poetas vivos que ha dado este país en los últimos años, comienza a creer que León, no sólo como ciudad sino como provincia, puede ser un espacio creativo y literario por excelencia, algo así como la plaza de Djemaâ el Fna de Marrakech, donde cada noche, como si estuviéramos en un cuento de Las mil y una noches al amor de las lámparas de petróleo, se dan cita cuentistas y recitadores orales. 
Por algo se declaró Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, eso sí, gracias a Juan Goytisolo, “exiliado de aquí y de allá”, grandísimo narrador y ensayista.

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