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jueves, 30 de abril de 2020

En tiempos de confinamiento (o desescalada)

A estas alturas (nunca mejor dicho) ya no sabemos si estamos confinados en el pico (en el Catoute no se estaría nada mal, con vistas al universo, al Bierzo al menos), en la meseta... castellana o descendiendo la cumbre, desescalando cual ciclistas o biciclistas raudos y veloces (curioso término este de desescalar), porque, después de escalar por la escalera hacia al cielo (Escalera al cielo, Stairway to Heaven es un temazo de los Led Zeppelin), y tocar la bóveda de la capilla Sixtina con el dedo índice de la mano derecha (o la izquierda, a vuestra elección) volveremos a descender a los infiernos, perdón al valle, al llano, donde se cultiva la solidaridad, que es la ternura de los pueblos, como nos dijera la poeta y novelista nicaragüense Gioconda Belli, ay, la ternura, un bien tan poco cultivado.  
Lo que borda la ternura sobre los valles del Bierzo, lo que lentamente abolido aún palpita como un rubí en el melodioso pico de los pájaros, como declama el poeta Mestre en su Antífona de otoño en el valle del Bierzo. 
 Este Bierzo que es hoya-olla-refugio, nuestro lugar en el mundo, espacio tejido con la suavidad de los aromas en la rueca de las ilusiones. Perfumado con la sonrisa juvenil del sabor a manzana reineta una tarde abrileña, primaveral.
Una vez que hayamos desescalado todo lo que tengamos que desescalar, como si fuéramos Jesús Calleja en los Picos de Europa o en el Himalaya, regresaremos a nuestra supuesta normalidad, que ya no será la misma normalidad. O sí. Tiempo al tiempo. 
¿Qué es eso de la normalidad? ¿Acaso éramos o somos todos anormales? La Humanidad como especie no es que sea muy normal. Y cada individuo se va apañanddo nomás como puede y le dejan, que esa es otra, con sus cuitas y miserias, con sus lirios dorados y sus azucenas de satisfacción (qué floreado me he puesto). 
Cada individuo, como siempre, tendrá que salvar su culo como su dios o su diosa le dé a entender. Que en este corralón, hoy nublado, hay patadas y pa' todos. 
Hoy me he levantado con ganas de acostarme con las palabras, como le gustara al bueno de Cortázar.
Regresaremos a la normalidad. ¿Estamos al borde? Al borde de un ataque de nervios, por decirlo al estilo Almodóvar.  
Te veo subir, te veo bajar, hay una cosa que no puedes negar, estás al borde... estás al borde...Te veo perder, te veo ganar, hay una bomba lista para estallar...

Es la letra de una canción de la banda musical Ilegales, liderada por el fenómeno Jorge Martínez, que escuchaba con religiosidad en los años 80, cuando andaba de estudiante en la Universidad Ovetense, y en mis salidas nocturas de fin de semana solía ver a Jorge Martínez tomándose unas copas con sus cuates en un garito llamado la Santa Sebe (en la Vetusta de Clarín), que creo que ya no existe. 

Por cierto, hace tiempo que no visito la ciudad carbayona, donde viviera momentos ciertamente agradables, aunque nunca tuve la impresión de que esta ciudad, exótica... como de cuento de hadas, como dijera el cineasta Woody Allen (inmortalizado en una estatua, y al que tuviera la ocasión de saludar en el Hotel Reconquista de la capital astur), fuera mi ciudad preferida para vivir.
Entonces, uno era jovencito y deseaba conocer mundo, viajar más allá, aunque fuera desde el más acá. 
Del lado de allá, Del lado de acá y De otros lados. Una vez más sale a relucir Cortázar. En este caso la división en capítulos de Rayuela.
A estas alturas (desde el útero de Gistredo se ve todo con meridiana claridad, ya qusiera, ya) el confinamiento o desconfinamiento (depende cómo se aborde, y desde qué punto de vista) es pan comido, como quien dice, y la desescalada está a puntito de comenzar. 
Habrá que endurecer, eso sí, las piernas (el ejercicio físico y mental siempre es saludable, con regla, que donde no hay regla se pone ella, dice mi madre) para resistir (resistiré, resistiremos, dinámicamente hablando, que es el lema-canción de esta situación vírica) el envite de la bajada, del descenso al valle. Y una vez en la huerta (cultivemos los afectos como si fuera nuestro huerto particular, el patio de mi casa es particular...) podamos volver a re-conquistar  nuestra supuesta libertad (¿acaso la conquistamos alguna vez?), antes que nada la libertdad de pensamiento (bueno, pensar pensar hasta pensamos en los recibos del gas, de la luz... cuánto recibo... santo cielo... si hemos nacido sólo para pagar, para pagar hasta por respirar aire contaminado, mismamente como el payo el Porro, que todo lo paga este payo). 
Llegará un momento, ojo al dato, que pagaremos por respirar. Qué el oxígeno es enormemente valioso.
Hay un pulso entre el Poder y la libertad.  Eso es lo que está en juego hoy, nos dice Ramiro Pinto desde el balcón de su blog: https://ramiropinto.es/2020/04/29/coronavirus-sexualidad-voyeurismo/#more-18999
Habrá que armarse de valor, de coraje, para salir a la calle, embozados todos como astronautas (algo podrá decirnos Pedro Duque, que para eso es ministro y astronauta). Dejaremos nuestra condición de cibernautas (en realidad seguiremos enganchados y esclavizados a la Telepantalla) para volvernos astronautas en la ingravidez de este mundo vírico, que nos ha intoxicado sobre todo la mente, el cerebro. Intoxicaditos que estamos de tanto bulo, tanta propaganda, tanta fake news (ahora se dice así, para parecer más modernos), de tanta ponzoña como nos han metido en el cuerpo-alma, por unos y otros medios o conductos. 
La desescalada (término con el que no está de acuerdo la RAE) llegarará en breve, y para eso debemos estar bien preparados, bien armados (que la terminología guerrera también se está empleando a fondo en esta pandemia, ¡esto no es una guerra! pero las consecuencias serán, están siendo ya, desastrosas). 
Desde embalse de Luna

Cuenta también el polifacético Ramiro Pinto (gran impulsor del Ágora de León, entre otros eventos) que, en vez de emplear el término desescalada, lo lógico, tratándose de una epidemia, sería hablar de curación progresiva o disminución de contagios. Pero, como el lenguaje todo lo puede (en realidad, al menos en gran medida articulamos el pensamiento a través del lenguaje, o dicho de otro modo, el lenguaje es pensamiento), pues se emplea el lenguaje desde el Poder con los fines que se pretende. "Y las palabras nos deslizan sibilinamente de un tema sanitario a otro de organización social", añade Ramiro Pinto, que toma a los pensadores Michel Foucault y a Chomsky como referentes. 
"El lenguaje determina el saber", según el autor de Las palabras y las cosas: https://ramiropinto.es/2020/04/30/coronavirus-lenguaje/
Con lo cual el discurso desde el Poder está orientado a llevarnos hacia la desescalada del puerto que el sistema desea. Ni más ni menos. 
Todo bajo el control de la palabra, del lenguaje, que nos hace pensar de un modo uniforme, unidimensional, por decirlo a lo Marcuse. 
Proseguiremos confinados, encerrados, en verdad aislados en nuestras cavernas de prehistóricos posmodernos, alfabetizados o analfabetizados con la Telepantalla orwelliana, dopados a base de soma (¿os acordáis de Huxley y su Mundo feliz?), condicionamientos operantes y suculentas raciones de postverdad (¿ahora se dice así?). 
Proseguiremos encerrados (ya dije que hoy amaneció nublado, o sea, que es un buen día para acostarse con las palabras) con la mirada puesta en la desescalada. 
Átense los machos. O abróchense los cinturones, que el avión va a tomar pista. En Barajas. En el Prat. En la Virgen del Camino... Ah, no, que estábamos en una carrera ciclista, desescalando el puerto de Leitariegos. ¿O era otro puerto? Uf, vaya lío.
Qué comience el espectáculo, esto es, la carrera ciclista. 

4 comentarios:

  1. O sea, que a pedalear.

    Gracias por las citas. Y por esa ironía que nos enseña a quitar que enseña a quitarnos las legañas.

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  2. El término desescalada es una adaptación aberrante del vocablo inglés, desde luego. Yo pienso que influye el léxico de los gráficos, cuando la curva "escala" como si fuese una metáfora de la actividad del montañismo de riesgo. No le demos más importancia, ya que hasta los profesionales de la lengua y del periodismo ya cometían la otra tropelía de usar "incremento" e "incrementar" en lugar de "aumentar", y en ese caso adoptaron el vocablo economicista y matemático, y encima mal usado. Si nos vamos más atras6, ya casi nadie recuerda que "bar" es palabra inglesa que prácticamente ha dejado en desuso a "taberna", igual que "water" a "retrete". Terminaremos hablando chininglish y perderemos la riqueza del castellano, gallego o catalán ??

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  3. Creo que se va a necesitar más ejercicio mental que físico.

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  4. Confinamiento y desescalada, dos nombres que crean tantos interrogantes enfrentados entre sí. Hay quién asustado en en el primer día de liberación por la puerta del confinamiento hacia la desescalada ha sentido pánico y ha preferido no saltar al vacio debido al bichejo que acecha ahí fuera. Otros que ya andaban saltando por los balcones a las azoteas y las terrazas porque no podían aguantar en la mazmorra y se tiraron hasta sin paracaídas a la pista de la desescalada. En todo caso es mejor el salto desde cualquier cumbre como la sierra del Gistredo o el pico Catoute con esas panorámicas en medio de esa vegetación y aire puro.

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