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viernes, 10 de abril de 2020

Cultivar los afectos

En estos tiempos convulsos y pre-bélicos (si es que los humanos no podemos vivir en paz, ni siquiera con nosotros mismos, acaso porque nuestra condición, nuestra naturaleza humana, demasiado humana, nos lo impide) convendría repensar, una vez más, la realidad o irrealidad/pesadilla que estamos viviendo, con un chingado virus que nos está neurotizando y aun psicotizando. 
Las neurosis y psicosis están aflorando ahora más que nunca (la violencia doméstica, que llaman de género, imagino que también). Y seguirán haciéndolo cuando se acabe esta película de ciencia ficción. Qué también llegará a su fin. La película de la vida en estado puro, o impuro (por aquello del Covid o la Covid). Nunca la ficción tuvo más éxito que ahora. 
Las psico-patologías, que están íntimamente relacionadas con la ausencia o carencia de afectos (por eso debemos cultivarlos) seguirán creciendo, en aumento, aun después de este desolador y desconcertante paisaje en la batalla. Y los nacionalismos extremos me temo que podrían desatarse incluso más y peor que antes de que se produjera esta situación surrealista, propia también de alguna película de Buñuel, como ya he señalado en algún texto anterior, recogido en este mismo blog.  

Ya sabemos, a través de la Historia, que los nacionalismos exacerbados son perversos y generadores de conflictos: La Segunda Mundial y el Holocausto estén bien presentes. 
La paranoia (en este caso no la paranoia crítica que promulgara Dalí en su arte) y el miedo irracional al Otro se ha desatado de un modo alarmante (recientemente un médico, cuentan las noticias, se cargó a su novia por el temor, la creencia de que que lo había contagiado), con los consiguientes chivatos y chivatas, propios de un estado totalitario como Cuba, entre otros países, que están delatando, incluso agrediendo, a sus congéneres si no se atienen al reglamento establecido del confinamiento, cuando en muchas ocasiones desconocen por qué alguna gente se salta, entre comillas, esas reglas del juego. 
El civismo y la cordura, una vez más, deberían imponerse en esta selva urbana y campestre. 
Hacer un alto en el Camino, como buenos peregrinos, y reflexionar largo y tendido a la vez que echamos una mano al prójimo, a nuestros semejantes, en lo que buenamente podamos, es lo que tendríamos que hacer, que lo estamos haciendo, confinaditos, quienes podemos estarlo (que otros y otras, los sanitarios, tienen que estar en primera línea de batalla, expuestos al virus y a todo tipo de inclemencias), al abrigo de los males que asolan este mundo perverso y vuelto del revés desde hace ya mucho tiempo. 
Quizá los humanos, como especie, nunca hemos sido almitas de la caridad, ni antes ni ahora, ni lo seremos después, aunque algo hayamos aprendido y desaprendido a lo largo de los años, de los siglos, de los milenios. 
La evolución ha seguido su curso hasta la época actual, los avances tecnológicos y científicos han sido y son extraordinarios (aunque nunca suficientes, visto lo visto, sobre todo si los gobiernos invierten en armamentos y otras majaderías y no en investigación científica, en aras de la salud). Pero la condición humana no ha variado sustancialmente en todo este proceso evolutivo, que a veces da la impresión de que fuera involutivo en esta dialéctica platónica de luces y sombras. 
Volvamos a Platón y su libro de la República, volvamos a la filosofía socrática (que recogiera Platón en su obra). Y a la vez intentemos entender, desde el presente, desde el aquí y el ahora, qué nos está ocurriendo, qué tantas cosas hemos hecho mal o muy mal para encontrarnos en esta encrucijada, con un virus que ha puesto en jaque, en jaque mate, al Planeta. 
Tal vez deberíamos mirarnos hacia dentro, hacer un análisis de conciencia (y subconsciencia), para descubrir que en verdad no hemos sido capaces de entender qué es lo esencial y qué es lo secundario (incluso del todo prescindible) en esta sociedad nuestra, en este mundo nuestro, que hemos ido destruyendo poco a poco, o mucho a mucho, con el discurrir del tiempo. ¿Y qué es lo esencial? Acaso el amor, el de verdad, los afectos en general. 
Amaos los unos a los otros, amémonos. Vaya utopía. Si cada cual vive en su burbuja. Y todos estamos a salto de mata, al sálvese quien pueda. Si en realidad somos pobres marionetas al servicio del Gran Poder, que en este caso no es el Cristo del Gran Poder, sino ese Gran Sistema, ese Gran Hermano que nos vigila día y noche, que nos hipoteca hasta las cejas para que permanezcamos durante toda nuestra vida, nuestra perra vida, dirían algunos, amarrados a la pata de la mesa, esclavizados al engranaje perverso del capitalismo (capitalismo y esquizofrenia, según Deleuze y Guattari, capitalismo que canaliza todos nuestros deseos en una economía basada en el dinero, el significante que pudre cualquier significado), que nos mantiene en un estado entontecido de felicidad procurándonos buenos chutes de psicodelia, con suculentas raciones de soma en forma de programas de televisión basura, deportes adormideras, entretenimientos varios, nuestro pan y circo actuales, nuestro opio, sabiamente administrado a la población. 
Ni siquiera en esta época de medios de comunicación de masas, de redes sociales, de información a tutiplén nos salvamos de la quema, antes al contrario, porque los medios están controlados por el Gran Poder, que nos ha vendido la Gran Mentira. Y lo que se nos ofrece es un guirigay informativo, contradictorio, saturante, empachador, que acaba poniéndonos literalmente enfermos. 
Si no te contagias de coronavirus, te infectas con la información. Y así no logramos salir del atolladero en el que estamos, en la que nos ha metido este bicho, haya surgido de modo natural o haya sido creado ex profeso, que eso, por mucho que nos digan de un lado y de otro, no lo sabemos a ciencia cierta, al menos la ciudadanía de a pie. 
Que, desde que empezó esta pandemia, parece que sólo existiera coronavirus en nuestras vidas. Y nadie se enfermara ni muriera por otras causas. Y por supuesto en el resto del mundo todo lo acapara el virus con corona. O sea, que estamos todos en este mismo barco, en este Titanic... a la deriva. Pues da la impresión de que el Planeta estuviera yéndose al traste (visión apocalíptica). 
Sí, los muertos y las muertas por esta causa vírica aumentan cada día (mis condolencias para sus seres queridos) en una escalada que pareciera no tener fin, a resultas sin duda de los muchos millones de habitantes contagiados (sólo en España debe de haber algunos millones de contagiados, habida cuenta de que un porcentaje grande son asintomáticos). 
Pepe Mujica. Imagen: TeleSUR
Por eso debemos ayudarnos, ahora más que nunca. Y sobre todo deberíamos (cuánto deber, cuánto deber moral) cultivar los afectos, que es aquí adonde quería arribar, al buen puerto de los afectos, cultivar los afectos (algo que también nos dice el bueno de Pepe Mujica, que es un hombre decente, modelo que deberían seguir nuestra casta política, tanto de las derechas como de las izquierdas). 

"No podés cambiar el mundo pero podés manejar tu vida -nos enseña Pepe Mujica mientras toma su mate-, hay una independencia que está acá, en la cabeza, que esa no te la podé robar ningún gobierno, y si no lo lográs, jodete hermano. Andá a llorar al cuartito". 

En estos momentos de confinamiento, Mujica nos recomienda que hablemos con el que llevamos adentro, ese que le enseñó al poeta el secreto de la filantropía, galopemos hacia dentro, tenemos que comunicarnos con nuestro yo interior, vale la pena perder un poco de tiempo en las pequeñas historias interiores, nos recomienda, hacer introspección, para aprender historias que no nos  cuentan los libros. "Es bueno tirarse panza arriba y mirar el cielo y pensar y recordar... recordar para aprender", nos dice este hombre sabio. Es bueno tirarse panza arriba y mirar el cielo, esos cielos estrellados y veraniegos que tanto nos gustaba contemplar siendo adolescentes en mi Noceda natal, allá, en las Eras de Llamillas. Entonces, éramos unos rapaces, con todo el futuro por delante. Y sentíamos la belleza del mundo con ilusión. En esa época cultivábamos los afectos entre una juventud que estaba nomás descubriendo el mundo, descubriéndonos como seres humanos ante la infinitud del universo, bajo una vía láctea resplandeciente y protectora, sólida. Como esos cielos que he llegado a contemplar en noches desérticas en el Sáhara. 

Entonces, y ahora, deberíamos cultivar los afectos (y el aprendizaje real a través de los afectos, que son manantial de salud), en este nuestro huerto epicúreo, acaso como se cultivan los pimientos o los tomates en nuestro Bierzo mágico, que es huerto querido, aunque no sea oro ni plata todo lo que en él reluce. Como bien sabemos. 
Un Bierzo que antes quisiéramos yelmo de Mambrino que bacía de barbero (la lectura y re-lectura de El Quijote es, además de instructiva, una terapia a nuestro encierro). 
Cultivar los afectos, sí, en este huerto del que nos hablara el filósofo Epicuro (que él tenía a las afueras de la ciudad de Atenas), cultivar la amistad y el amor, el amor hacia el campo, vivir como auténticos campesinos en un espacio rural, alejados del bullicio y la contaminación de las grandes ciudades, alejados del mundanal ruido, y sobre todo alejados de los virus y males que atacan a los humanos y animales y vegetales (gran utopía).
Aun nos queda la esperanza de los pueblos (podría escribir sobre esto en un próximo texto). 
Pues eso, que sigo recluido en este huerto del útero de Gistredo procurando cultivar los afectos cual si estuviera cultivando tomates y pimientos en mi huertina. 


2 comentarios:

  1. Estupendas reflexiones sobre título "Cultivar los afectos". Un gran momento para pensar y meditar panza arriba hablando con el yo interior que tenemos dentro tan poderoso como bien dice Pepe Mujica, y colmarnos de tantas cosas maravillosas que tenemos todos los seres humanos y que estan desperdiciadas sin saber disfrutar de ellas y que son tantísimas. Por ello, este mundo manejado por los poderes mediático-económico-político que no nos deja pensar con sus mensajes y propaganda, es buen momento para descubrirlo y fortalecernos en conocimiento, personalidad y confianza. Me ha gustado también esa referencia y metafora que haces al régimen cubano hipócrita-farsante comunista (que no a la pobre gente del pueblo de Cuba que es otra cosa) que va de libertario y democracia del pueblo y es la peor tiranía junto con las demás dictaduras fascistas (todas estas dictaduras se dan la mano fascistoide-comunistas que someten a los ciudadanos que no pueden pensar y actuar en libertad. Todo con muy buenas dosis de reflexiones y con mucha sensibilidad de hermanamiento y humanidad. Ánimo y a seguir con esta lucha que venceremos al miserable bichejo de donde quiera haya venido o de dónde quiera nos lo hanyan enviado

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  2. Tantas cosas deberíamos repensar... Sería importante que,de esta pandemia, saliéramos con algo aprendido.

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