Ahora que los "fumbolistas", algunos al menos (joder, parezco funambulista), nos la están metiendo doblada, qué fenómenos, ché, me da por sacar a relucir estas palabrinas, que escribiera hace años.
Los futbolistas, qué tíos, y eso que no aportan nada a la Humanidad (sobre todo si los comparamos con los científicos, ¿verdad?). Que si aportaran algo sustancioso, entonces serían divinidades intocables. Algo así, de esta guisa en guiso, escribí hace años para el Diario de León.
Los futbolistas, qué tíos, y eso que no aportan nada a la Humanidad (sobre todo si los comparamos con los científicos, ¿verdad?). Que si aportaran algo sustancioso, entonces serían divinidades intocables. Algo así, de esta guisa en guiso, escribí hace años para el Diario de León.
“Yo pienso de que...” es una frase
muy empleada por nuestros distinguidos y afortunados futbolistas, amén de otros
especímenes versados en lenguajes varios, analfaburros en su “dequería” particular.
¿Cómo ves el encuentro del próximo día?, le pregunta el reportero de turno al
futbolista pensador.
Un futbolista al
que sólo le queda adoptar la postura de la célebre escultura de Rodin.
“Yo pienso de que vamos a ganar”, contesta
amable el futbolista afamado.
Pues vale, lo que tú digas, moná.
Tu pensamiento
es tan importante y tan poderoso que a
lo mejor se cumplen tus deseos. Pero por favor, antes de asomar el hocico a la
caja tonta o adonde sea, piensa lo que vas a decir, y no te dediques a pensar y luego soltar exabruptos, frases estúpidas, refritas y hasta condimentadas con ñoñería y
desfachatez. Mide tu palabrería de poeta camastrón y maloliente. Y piensa,
ahora sí, que te están viendo muchas personas, niños dispuestos a tragarse tus
fraseologías de ignorante adinerado.
Salta a la vista que todo el mundo
piensa, aunque sea en bobadas o en cómo burlar a Hacienda. El pensamiento es
fisiológico. Lo importante no radica en el pensamiento subjetivo, en tu propio
y único pensamiento, casi nunca genial, sino en el pensamiento objetivo, en el
pensamiento publicado, confrontado en nuestra lengua española, que es la lengua
en la que nos expresamos la mayor parte de los españoles, incluidos nuestros
hermanitos que viven al otro lado del charco. Una lengua en la que están escritas obras tan hermosas
como El Quijote.
¡Viva El Quijote y Cervantes!
No olvidemos que gran parte de nuestro pensamiento también
está escrito en latín. Y ahí entramos en
el meollo del asunto. Es probable que el “pienso, luego existo” de Descartes
haya provocado ruinas filológicas en nuestro lenguaje. No es necesario pensar
para existir, antes al contrario, uno existe y luego piensa, o existe a la vez
que piensa.
Los grandes pensadores no han sido sólo los franceses o los
alemanes sino que también ha habido grandes pensadores en España, aunque no
sean precisamente los futbolistas de marras ni siquiera los capullos y
visionarios que aparecen en pantalla a las horas de la madrugada.
Por tanto,
queda claro que todos pensamos y no es necesario redundar en ello de mala
manera.
Al paso que vamos el pensamiento se está convirtiendo en una palabra
oscura, de dudoso valor.
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