Hernán Migoya: "Nunca he militado en ninguna ideología ni lo voy a hacer jamás: sólo milito en los cómics"
Manuel Cuenya | 27/12/2016 - 09:25h.
El polifacético Hernán Migoya, autor de 'Deshacer las Américas', está ahora precalentando para escribir otra novela. Y su intención es dedicarse durante varios años a crear literatura fantástica.
Hernán Migoya en la imagen con un cinturón leonés, un regalo de su padre que recibió cuando tenía 15 años y el único recuerdo familiar que se ha llevado a Perú, donde vive ahora. Foto: David Campos.
La primera vez que oí hablar de Hernán Migoya fue a propósito de su primer libro de ficción, 'Todas putas', cuyo título ya resultaba impactante. Un 'best seller' que provocó un monumental revuelo, y que ahora le parece escrito a la buena de dios, "pero contiene valentía y frescura en una época de literatos cobardes".
Luego supe que este autor era originario de Ponferrada. Transcurridos los años le perdí la pista, hasta que, recientemente, con motivo de su nueva novela 'Deshacer las Américas', contacté con él.
En la actualidad, vive en Lima (Perú), desde donde ve España como un país unido por los odios. En tierra andina -en la que Hernán tiene la impresión de que se aprecia la cultura española-, escribe artículos y cuentos para la prensa peruana y española, y dirige una colección de cómics desde casa, "las mañanas las dedico a follar; las tardes, a leer; las noches, a ver películas, que compro en un mercado limeño", se despacha a gusto Hernán, que es un apasionado del cine, el cual le sirve, en su opinión, para escapar de la tediosa convención que llaman realidad a esa mansión de fantasmas en que con el tiempo se ha convertido la historia cinematográfica, "fantasmas que la mayoría de la gente ha olvidado y que siguen pululando viejas películas". Por eso, le encanta mirar sus miradas, proyectarse en ellos, identificarse con sus cuitas, revolcarse en el anuncio que promulgan de la muerte y el olvido. Tanto es así que este polifacético artista ha llegado asimismo a dirigir alguna película como '¡Soy un pelele!'. Quien desee profundizar en su carrera profesional en el ámbito de los cómics, la literatura (y también el cine) le recomiendo que visite su página hernanmigoya.com
Comenzó su carrera artística como guionista de tebeos –gremio que no piensa abandonar nunca–. Y cuando llevaba diez años guionizando cómics y ganando premios, escribió 'Todas putas'. Entonces, el 'establishment' literario dijo que era un don nadie, que salía de la nada. "Por eso es importante para mí destacar mi labor como guionista de cómics. Siempre seremos la más fea del baile y me encanta que así sea, porque eso significa que seguimos a pie de calle, que no nos han metido en una urna intocable para que cuatro gilipollas se sientan superiores escribiendo de nosotros. El cómic sigue vivo, bastante más que la literatura 'respetable'... Bueno, nunca he militado en ninguna ideología ni lo voy a hacer jamás: sólo milito en los cómics", suscribe sin cortapisas el autor de 'Putas es poco', que es como la continuación de aquella ópera prima suya, aunque reconoce que este libro es sensiblemente mejor en cuanto a la calidad formal de sus cuentos.
"Es importante para mí destacar mi labor como guionista de cómics. Siempre seremos la más fea del baile y me encanta que así sea (...) El cómic sigue vivo, bastante más que la literatura 'respetable'..."
"A estas alturas me aburre un poco hablar de mi obra, porque siempre siento que la rebajo con mi estupidez y mi tendencia al cretinismo", precisa Migoya, que siente predilección por su novela 'Observamos cómo cae Octavio', "creo que si esa novela la hubiese firmado cualquier otro escritor que no fuese el autor de 'Todas putas', hoy sería una referencia para muchos", apostilla este hijo de emigrantes, cuyos padres se conocieron en Buenos Aires y luego se trasladaron a Barcelona.
Cuenta que el hecho de ser hijo de emigrantes le procura una perspectiva burlona hacia los afectos conservadores, y le entusiasma el sustrato rural de su familia, que lo hace más impermeable a las zozobras mentales urbanitas. En este mismo sentido, se alegra cuando lectores leoneses lo saludan.
"Mi padre es de Fabero del Bierzo: su madre de Cacabelos y su padre de Mieres, dicen que el mejor minero de la cuenca, condenado a muerte y luego con pena conmutada a prisión en Ponferrada, durante la guerra. Mi madre es natural de Posada de Valdeón, en los picos de Europa", recuerda Hernán, que no se define como nostálgico ni patriota de ningún sitio, si bien siempre ha sentido que tiene bastante de berciano y cazurro, habida cuenta de que su familia leonesa es, a su juicio, un clan de estirpe proletaria, broncos y honestos. Como él.
Sus primeros recuerdos veraniegos están ligados a El Plantío, al castillo de los templarios y a la calle de gitanos donde vivían sus abuelos en Ponferrada. En todo caso, su nacimiento en el antiguo hospital de la capital del Bierzo (hoy campus universitario) se debió, según él, a que su padre obligara a su madre con seis meses de embarazo a trasladarse desde Barcelona, adonde habían emigrado, hasta Ponferrada, para que ella lo pariera allí, "así que imagina si es significativo para mí el haber nacido en El Bierzo... ¡Pobre mamá!", manifiesta con humor este creador, que sigue teniendo familia y buenos amigos en Fabero, como Carmina Trabado, que lo acogiera de niño y le sigue prodigando mucho cariño. Y también en la capital del Bierzo, donde siguen sus tíos Isaac y Rosi, que tanto amor le dieran en la niñez, "y sus hijos Roberto -también escritor, léanlo- y Verónica", matiza Hernán, cuyo último viaje a Ponferrada fue en tren, hace ahora unos tres años. "Al cabo de unas horas de trayecto, en el pasillo apareció un revisor con largas y lacias melenas, enjuto, roquero jipioso que me recordó a mi tío y sus cuñados en los 70: 'Mira, ya estoy llegando al Bierzo', pensé ilusionado", rememora Migoya, quien, aunque se reconoce como un mal lector de tradiciones y de modas (aparte de haber leído muy poco a autores leoneses), sí siente un gran aprecio por el escritor Vicente Muñoz Álvarez, "porque no juega a la trampa ni el cartón modernitos", y también por los chicos del Club Leteo: Alberto Torices y Nacho Abad. O bien 'El año del wólfram', la novela leonesa que más le ha gustado. "Raúl Guerra Garrido tuvo la intuición de que para escribir apropiadamente de León se tiene que escribir un western". Y en cuanto a autores de cómics, destaca al leonés Miguel Ángel Martín, "que es un genio".
Cabe señalar que el ilustrador e historietista Miguel Ángel Martín (Mrtn) comenzó su andadura artística en medios como 'Diario de León' y 'La Crónica de León' hasta convertirse en uno de los autores estrella de la legendaria revista 'El Víbora', en la que también trabajara, como redactor jefe, Hernán Migoya, que está ahora con la promoción de su reciente obra, 'Deshacer las Américas', que es probablemente la novela más importante de su carrera, y que está obteniendo un éxito de crítica insólito, según su autor, también en su edición peruana, retitulada 'La flor de la limeña'. "Para mí resulta un fenómeno muy raro, porque cada vez que publicaba un libro, los críticos me insultaban o me ignoraban... Mejor así. Trabajar rodeado de odio termina siendo cansino", revela Hernán, que nos muestra las peripecias de un escritor español llamado H en un país hispanoamericano, dispuesto a ligar, a través de las redes sociales, a tantas cuantas mujeres se le pongan a tiro. 'Deshacer las Américas' es una novela que engancha desde la primera línea hasta la última, escrita con una prosa ágil y atrevida, como hiciera, por ejemplo, el gran Henry Miller. "Es la crónica de un vividor que busca lo que quiere en tiempos grises y cuadrados.
La ficción honesta como nutriente literario
Si bien Hernán confiesa que no se trata de una novela autobiográfica ("toda novela es autobiográfica y toda autobiografía es ficción") sí toma muchos aspectos de la realidad. "Y para el personaje principal parodio sin piedad muchos rasgos de carácter míos".
"El paralelismo de la vida de D.H. Lawrence con la mía me asombra: hijo de mineros, escritor procedente de la clase obrera en un mundo de intelectuales pijos, bisexual, defensor del instinto y los sentidos, burlón por igual del capitalismo y el comunismo, represaliado por un libro 'escandaloso', autoexiliado y muerto en Latinoamérica"
Para este creador, todo es ficción: desde las noticias a los documentales que ganan los Oscar. "Pero prefiero la ficción que no pretende engañar: por eso no leo noticias ni veo documentales. Solamente me alimento de ficción honesta: novelas, cómics y películas. La ficción deshonesta (prensa, principalmente; también autobiografías, ensayos, etcétera) la dejo para los demás", advierte este escritor, que siente devoción por el gran D.H. Lawrence, "el paralelismo de su vida con la mía me asombra: hijo de mineros, escritor procedente de la clase obrera en un mundo de intelectuales pijos (en aquella época, todavía más acentuado ese contraste), bisexual, defensor del instinto y los sentidos, burlón por igual del capitalismo y el comunismo, represaliado por un libro 'escandaloso', autoexiliado y muerto en Latinoamérica. Me dan escalofríos cada vez que averiguo más datos sobre su vida. Ojalá compartiera con él la misma proporción de talento que de coincidencias biográficas", resalta Hernán, quien, en los últimos años, también se ha sentido trastocado por Daphne du Maurier, "escritora siempre denostada por la crítica, por eso no la leí hasta hace poco: empecé por la increíble 'Rebeca' y no pude parar hasta terminar todas y cada una de sus novelas. (Me falta una, que no he encontrado todavía). Ella es el escritor más perverso que he leído jamás", admite este gran lector, que ya en su infancia leía novela negra adulta: John D. MacDonald, Dashiell Hammett, James M. Cain, Chester Himes, James Hadley Chase, Ian Fleming, Andreu Martín...
"También los 'criminales' franceses, especialmente Gaston Leroux y Maurice Leblanc con su maravilloso Arsenio Lupin. El pulp clásico: Howard, Lovecraft, Conan Doyle, Rider Haggard, Sax Rohmer, Allain y Souvestre... Y el pulp español: El Coyote de José Mallorquí. Me leí la mitad de sus novelas: 96 de 192. No está mal...".
Con doce años, descubrió a Charles Williams, "el mejor escritor de suspense del siglo XX", y su mundo cambió. "Su obra me fascinó tanto que acabé viajando a Estados Unidos para conocer a su hija y escribí el único libro sobre él que existe en el mundo, 'La tormenta y la calma'. De este libro Alison Williams (hija de Charles Williams) llegó a decir: "Mi padre se hubiera quedado estupefacto al ver todo el trabajo que el Sr. Migoya ha hecho investigando sus obras y su vida".
Su adolescencia está regida por Richard Matheson y sus obras maestras 'Soy Leyenda' y 'El hombre menguante'. En general, dice sentirse identificado con escritores de género, ya sea criminal, de aventuras, fantástico o terrorífico.
En España, por ejemplo, le deslumbró el 'Tuareg' de Alberto Vázquez Figueroa. "También me marcaron Stephen King, Ken Kesey y Milan Kundera, mis escritores favoritos a los 17 años. Diez años después, Kurt Vonnegut sería todo un descubrimiento que me influyó enormemente. Hace poco, los cuentos de Ballard me han vuelto a causar ese sentimiento de revelación".
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