¿Y qué tendrá que ver la velocidad con el tocino?
El tocino, que era tan esencial en la época de la posguerra española para cocinar y alimentarse, ahora nos vuelve colesterólicos perdidos. Y el médico de turno nos lo prohíbe cual si se tratara del mismísimo Satanás. Bueno, cabe recordar que la pizza también nos sube el colesterol malo. ¿Y si es vegetariana? Pues también. Pero suele estar riquísima, sobre todo si es de elaboración artesanal.
¿Y qué tendrá que ver la velocidad con el tocino?
Perdón. ¿Y qué tendrá que ver la pizza con la escritura?
Quizá comiendo pizza podría escribirse mejor. Una bobadina. Como cualquier otra.
El asunto, tal vez de asuntos, es que no hace mucho celebramos con pizza el reciente curso de escritura en la ciudad de León, lo que se ha convertido ya en algo habitual en estos cursos que tanta satisfacción nos procuran. Al menos a este menda lerenda.
Nos juntamos la tropa de aspirantes a escribidores -me gusta la palabra escribidor- y algunos convidados para festejar que seguimos en la senda de la escritura, con mayor o menor acierto. Cabe matizar que algunos son escribidores de altos vuelos. Y otros hacemos lo que podemos, eso sí, procurando contagiar siempre el gusto por la lectura y por la escritura.
El tema, acaso de los temas, es darle, hincarle el colmillo draculino a la carne y la sangre de la literatura, que es un modo de nutrirse de espíritu. Aunque, como ya he adelantado, nos gusta asimismo echarle el diente a la pizza, porque no sólo de espíritu... santo vive el ser humano sino del pan diario de cada día, en este caso de la pizza de marras. Esto del pan diario no quedó muy afortunado aunque la intención era buena. ¡Qué se lo pregunten a los millones de personas que pasan hambre en el mundo! Si es que el mundo está hecho un asquito, en manos de unos pocos corruptos y todopoderosos.
Echaremos en falta esos jueves de pizza y escritura a la espera también de volver a juntarnos y de que aparezcan publicados en el periódico algunos de los mejores relatos que se han trabajado en las clases.
De momento, seguiremos evocando los sabores de la Pizza, con mayúscula, y los momentos compartidos al amor de las letras.
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