Ese río, que discurre por entre una campiña frondosa, me hipnotiza con su fluir. Me gusta lo que fluye, como la savia o la sangre.
Me entusiasma todo aquello que brota de un modo natural y mana por las venas de la naturaleza.
Hoy me siento con ganas de saborear, respirar la Tierra contenida en un pedazo de raíz y de agua, contemplando extasiado ese río que me nutre y fluye a través de las praderas de mi infancia en el útero de Gistredo.
Ese río, que me vio nacer, en cuyas aguas he chapoteado, ese río me alumbra, haciéndome sentir la vida, el tiempo.
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