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viernes, 7 de agosto de 2020

La Valduerna

 La Valduerna, como su propio nombre indica, es el valle del Duerna, el río que fluye por esta comarca leonesa. Me encanta el verbo fluir, conjugado en todas sus dimensiones, incluso temporales. Pues eso, seguiremos fluyendo, porque aquello que fluye es síntoma de vida. Y la vida es lo único que tenemos. De repente, me ha entrado la vena trascendente. 

La Valduerna, que engloba varios pueblos, es tal vez una tierra poco conocida, a pesar de que La Bañeza, que ya podríamos incluirla en la comarca Tierra de la Bañeza, está al ladito de Palacios de la Valduerna, población conocida por su castillo y su poesía para vencejos (que es en verdad de lo que me apetecía hablaros en el día de hoy). 

Este año también tocó acercarse al certamen de poesía para vencejos. Dicho así, pareciera que todos los años asisto al mismo. En realidad, no soy un habitual, aunque sí he estado en algunas ocasiones, incluso como invitado para recitar versos a los vencejos, gracias a la generosidad de su organizador Felipe Pérez Pollán, al cual he tenido la ocasión de entrevistar con motivo de su poemario Donde estarán los vencejos. Os dejo este enlace: https://www.ileon.com/cultura/la_fragua_literaria_leonesa/108729/felipe-perez-pollan-poesia-para-vencejos-representa-todo-para-mi

Marina Díez
"Después de 35 años te diré que Poesía para Vencejos representa todo para mí. He conocido y tratado a tantos poetas que casi no podría elegir", concluye Felipe, quien, con ochenta y cuatro años, se mantiene con la energía y firmeza suficientes para continuar deleitándonos con su Poesía para Vencejos.

El pasado domingo 2 de agosto presentó su libro en su castillo de Palacios de la Valduerna, que es donde se viene celebrando este certamen desde hace más de treinta años. Tal vez por esto a Felipe se le conoce como el señor del castillo.

La edición de Dónde estarán los vencejos, realizada por Mariposa ediciones, con la poeta Marina Díez al frente, está prologada por Antonio Colinas, el poeta de la luz (como en alguna ocasión he llegado a escribir: https://www.diariodeleon.es/articulo/filandon/colinas-poeta-de-la-luz/201106050400001182033.html).


Ambos, tanto Marina Díez como el maestro Colinas estuvieron presentes en el evento de este año, Marina en calidad de editora. Y el poeta Colinas como recitador. 

Una vez más pude comprobar que es un poeta enorme, que con la música de sus palabras, de sus versos, nos lleva de un modo magistral hasta el fondo de nuestras entrañas. Palabras sencillas articuladas con hondura de pensamiento.

Colinas lució en el castillo como estrella que es. Asimismo, estuvieron presentes como recitadores Adolfo Ares (un habitual en este certamen), una tal Emilia, cuya poética me resultó harto artificial, y Violeta Serrano (Vio), que nos obsequió con sus poemas rebosantes de sabrosura argentina (por ahí se nos coló también el recuerdo de la poeta Alfonsina Storni). No en vano, Vio es una maragata tocada por la magia de la pampa, que ha tenido la ocasión de vivir durante algún tiempo en Buenos Aires, "tan eterna como el agua y el aire", según Borges.  

Por cierto, la poeta Violeta Serrano estará en el Encuentro Literario que celebraremos (dios mediante, como diría el cura de mi pueblo) el viernes 14 de agosto en Noceda del Bierzo (el útero de Gistredo). Te esperamos, Vio. 

Violeta Serrano

Os dejo esto que escribiera sobre ella: 

cuenya.blogspot.com/2016/05/desde-astorga-buenos-aires-violeta.html

https://cuenya.blogspot.com/2016/06/la-fragua-literaria-leonesa-violeta.html

El recital  poético estuvo acompañado, como suele ser habitual, por la música de los cantautores bañezanos Tista y Sara, además de la intervención estelar de la cantante Ana Sarmiento, que nos erizó las entrañas con su voz portentosa. La música siempre resulta balsámica, amansadora. Y pone un punto de alegría a cualquier acto. 

A pesar del calor, en el castillo de Felipe se siente uno a gusto, casi en sombra, aunque el encuentro se celebrara a las cinco y media de la tarde, una hora que invita a la siesta. 

Pensábamos llegar con más tiempo de antelación para darnos un voltión por el pueblo, pero al final se nos echó el tiempo encima. No obstante, sí tuvimos la ocasión de echarles un ojo a los campos floridos de girasoles cual si estuviéramos en éxtasis místico. Y sentir la belleza del mundo en medio de la naturaleza, con un rebaño de ovejas en las inmediaciones (pastor incluido). Dejarse fluir es, una vez más, un modo de hacer el amor con el Verbo, que se hizo carne, en un bíblico gesto por degustar la fruta ansiada. O algo tal que así. 

Saludamos a alguna gente que estaba en el encuentro, entre ellos a la propia Vio, a Marina, a Felipe (por supuesto, que para eso era el anfitrión, el cual hasta nos leyó un poema que le dedicara a una de sus sobrinas en su libro), a la poeta Manuela Vidal, a la narradora y periodista Marta del Riego (que me dijo que tenía nueva novela), y también a su hermana Eugenia (a quien no veía desde hace años), al joven poeta Juan Álvarez (que estaba con sus padres) y al gran poeta salmantino Vicente Rodríguez Manchado (a quien había saludado ya el viernes de ese mismo finde en el Ágora de León). 

Olvidaba decir que también se hizo entrega del Premio Conrado Blanco a un poeta, de cuyo nombre no me acuerdo, pero que me llegó su poema ganador, al parecer dedicado a su madre. 

Y como no podía faltar en estos casos, que no sólo el ser humano vive de espiritualidades, sino de corporeidades, nos fuimos derechitos a tomarnos algo (este servidor, su amiga Lidia, Vicente y Mara), en un principio a La Bañeza, que luce espléndida (allí iba todas las semanas hace añares a impartir un curso a la Uned). Y luego nos encaminamos a Santa María del Páramo, a un lugar muy chulo, que conocía la buena de Mara. Allí la echamos larga entre charleta va y vine, aderezada con cervezas, vinos y viandas. Una velada inolvidable. Para repetir. Con un Vicente hipersensible poetizando el mundo. Y nosotros escuchando sus versos con emoción. 

La Bañeza

De repente, me estoy dando cuenta de que esto se ha convertido en un diario íntimo (no en vano, uno ha escrito muchas páginas diarísticas. Y confieso que me entusiasma el género). Memorables se me antojan desde los diarios de Anaïs Nin (la musa de Henry Miller), pasando por el Oficio de vivir, de Pavese, o El cuaderno gris, de Pla. En realidad, todo Umbral es un inmenso y colosal diario. Con Mortal y rosa a la cabeza. 

La Valduerna -y en concreto el castillo de Palacios, que regenta Felipe Pérez Pollán- nos ha devuelto las palabras que nos hablan de la belleza de la poesía en el mundo. 

1 comentario:

  1. Queridiño Manuel:
    Leído, de cabo a rabo.
    Hoy, casi una semana después, lo revivo, gracias a tu "diario", celebrando y honrado por tu generosidad y por tu/vuestra compañía.
    Abracines.

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