Hasta el cuarenta de mayo no se quita la vieja el sayo, dice mi madre. Y hasta ya hemos superado el cuarenta de mayo, la cuarentena real, y la vieja del visillo y el curujo de turno siguen ensayados ensayando el paso por la puerta grande al estío.
Encuentros en la tercera fase |
El veranito, acaso la estación más lírica del año, no llega casi nunca ni en todo su esplendor a estas tierras altas, de alta montaña, que nos salvaguarda de las elevadas temperaturas. Y uno, aunque haya nacido en tierra fría, es de calor. Tal vez por eso me gusta el sur de Marruecos. Y aun otros sures.
¡El sur, el sur!
El sur es asimismo una extraordinaria novela de Adelaida García Morales, que nos dejó hace ya unos años.
https://cuenya.blogspot.com/2014/10/el-sur.html
La muerte, siempre la muerte, como nuestra única certeza. Qué mierda. Si es que no hay mal que cien años dure. Y después del siglo, todos calvos, cadavéricos perdidos. Lamento la imagen macabra.
García Morales era la ex compi del cineasta Erice, uno de nuestros más grandes directores, muy superior (pero sin hacer aspavientos) a Almódovar, que está en exceso encumbrado (si bien reconozco que el manchego tiene un estilo y una estética bien reconocibles, y sus primeras películas me hacían reír mucho. Cosas interesantes llegó a contarme en la ex Escuela de Cine de Ponferrada el escenógrafo o director artístico Wolfgang Burmann (Chinín) de Almodóvar, puesto que había trabajado con él en alguna película como La flor de mi secreto).
El supuesto veranito, que nunca parece llegar a los altos de Gistredo, me lleva al Sur. De norte a Sur.
De noroeste (el territorio mágico de Pereira) al Sur. Y tiro porque me toca. Y del Sur me voy a la literatura y al cine.
Si es que uno no puede alejarse del cine y la literatura, aunque lo deseara.
Cada cual es hijo, nieto y biznieto de sus obsesiones. Y sus gustos. Así es la vida, esta vida falsaria y absurda, de la que debemos extraer lo mejor, quedarnos con lo único que en verdad merece la pena, que son, una vez más, los afectos, amar y ser amado. He ahí la cuestión.
El veranito de San Juan y san Pedro aún no ha llegado a este Bierzo Alto, que de tan alto casi da vértigo. El vértigo de la libertad, que no es más que la angustia (con Kierkegaard a la cabeza). Y eso que hace tiempo que no asomo el hocico al Catoute, desde donde se tienen vistas maravillosas al mundo, al universo, que en este caso sería el Bierzo en su totalidad, y aun alguna otra parte de la provincia de León, por no decir los límites con las Asturies de los míos amores.
Y así, en este plan de planes (sin hacerlos ni siquiera) ya estamos en el disparadero de la tercera fase, des-escalando a toda marcha el Catoute antes mentado por las lagunas, que no sabemos si ahora tendrán agua, imagino que sí la tendrán a tenor de las lluvias que nos han acompañado durante este año, año bisiesto de lluvias, nieves y virus. Completito. Año de nieves, año de bienes. Pues va a ser que no tanto. Esto del va a ser que no es expresión algo tontuela, que no sé quien la puso en marcha. Pero cuando algo prende en el matorral del bosque, todo dios es a seguir la senda, aunque esté entrampada. Que el lenguaje está para utilizarlo, así que hagamos uso del mismo. Si bien el lenguaje es pensamiento. Y tal cual manejemos el lenguaje, así estaremos pensando.
Casi sin darnos cuenta (o sí, se nos ha pasado la primavera hibernando como los oseznos en nuestra caverna, la caverna platónica de las luces y las sombras) ya estamos asomando el pescuezo a la tercera fase, que es fase de misterios, quizá, como esa película de Spielberg titulada Encuentros en la Tercera Fase, que no es ni mucho menos una de sus mejores películas, pero que nos viene como anillo al dedo para ilustrar la situación que se nos avecina. La que se avecina. ¿No hay una serie así? Una de esas patochadas con las que nos lavan el cerebro, impidiéndonos pensar con claridad (ya no digo altura de miras, que esto queda muy politicastrón).
Dicho sea a la buena fe, Spielberg se consagró con La lista de Schindler, en mi opinión su mejor película. Me estremece cada vez que la veo. Y la he visto en varias ocasiones.
Creo que es este tipo de películas las que deberíamos ver para darnos cuenta, una vez más, del mundo podrido en que vivimos. Con esos holocaustos que nos dejan ya muertos solo con verlos en la distancia. Del misterio de los encuentros en la tercera fase, de esos extraterrestres inexistentes (por más que nos vendan la moto, con sidecar incluido) pasamos a la cruda realidad, que es el vil ensañamiento del ser humano con sus congéneres.
Si es que somos unos cabrones de la hostia maldita. Y por eso nos atacan los virus. Y todo tipo de malignidades.
Si fuéramos almitas de la caridad tal vez estaríamos protegidos. Bueno, tampoco es del todo seguro que fuera así.
Creer en extraterrestres es como creer en dioses y diosas, que nadie nunca ha visto pero aseguran que están. Y son.
Los extraterrestres, los ovnis... serían como la versión contemporánea (moderna o postmoderna) de los númenes que adoraban en la Antigua Grecia, según nos cuenta el maestro Gustavo Bueno en su Animal divino.
Cuánto desdoblamiento y psicopatía, madonna mía. Necesitamos una terapia a la voz de ya. Pero no nos pongamos estupendos. Y agarremos el toro (o la vaca) por la cornamenta. Y sigamos adelante, que pronto moraremos en la tercera fase. Que no tardando ya estaremos en esa nueva normalidad, que será nueva o normal, que será nueva o anormal. Quién lo sabe. Ya iremos viendo, que dijo un ciego (perdón un invidente, que ahora hay que utilizar eufemismos para ser políticamente correctos).
Tan correctos que nos convertiremos todos (y todas) en corderitos amansados y apriscados sin posibilidad de movimientos. Sin movimiento (motion) y sin emoción (emotion).
El silencio de los corderos, pero no en versión peliculera, sino en versión real: todos los borreguitos sumisos y obedientes. Que ni cristo bendito se salga de la raya establecida. Todos a hacer lo que nos marquen bien marcados. Con la marca o huella impresa o tatuada en nuestro código genético.
Hasta han prohibido Lo que el viento se llevó por racista. Si todos somos racistas y clasistas. Qué nadie se engañe ni quiera engañarnos. Unos más que otros, eso es cierto.
En ese país todopoderoso llamado Gringolandia acaban de cargarse a un negro, Floyd, por el puto morro. Ni se miden esos güeyes.
Si es que, en vez de evolución de las especies, en este caso de la especie humana-animal, hay una involución del copón bendito. Y en vez de ir hacia adelante, vamos hacia atrás como los burrines.
Vaca palantre, le decía un vecino a su animalín con un enfado de los mil demonios.
Pues palantre vayamos todos. "Vamos pa'lante. Siempre pa'lante, y cuando lleguemos alante, pues más pa'lante", grita a carcajadas un singular personaje, un bufón de la compañía teatral La Zaranda en uno de sus hipnóticos y reflexivos espectáculos.
Pues eso, vayamos para adelante. Y encontrémonos en la tercera fase, aseaditos, derechitos y compuestos.
Qué el virus de mierda no va a achantarnos. Ni a dejarnos en la estacada.
Arriba España (sin saludo fascista ni canturreo del Cara al Sol, por fa).
Qué delicia estar en el Bierzo, y concretamente en Noceda con esa temperatura y esa calidad de aire y oxígeno entre tanta vegetación, además de estar a resguardo del dichoso bicho indecente. Ya queda menos para acercarnos desde Madrid y disfrutar de ese privilegio, ahora que ya nos dejarán salir de es este suplicio, eso sí, sin llevaros el dichoso bichejo, que ahí estáis en un paraíso con el Gistredo y la Silva o el Catoute.
ResponderEliminarHigiene y geometría. Ya nos han ajustado y preparado para encajar con el nuevo Poder, ¡perdón!: A la nueva normalidad, esa que definen los asesores.
ResponderEliminarQué suerte, ya en la tercera fase. Nosotros, en Salamanca, celebramos hoy el patrón, San Juan de Sahagún, pero, el lunes, seguiremos en fase dos. Aún no nos portamos suficiente bien.
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