Cultura
Pablo López Carballo: "No me identifico con las etiquetas de 'narrador' o 'poeta', no sé lo que significan realmente"
Manuel Cuenya
| 19/05/2015
El
poeta y narrador berciano Pablo López Carballo, autor de 'Sobre unas
ruinas encontradas', tiene varios proyectos, entre los cuales está un
nuevo libro de poemas y alguna obra de teatro.
Reflexivo, escéptico, irónico, el joven Pablo López
Carballo, originario de Cacabelos, no cree en etiquetas, ni siquiera se
siente poeta ni narrador, "son todo etiquetas circunstanciales, no me
identifico con nada, tampoco con las de 'escritor' o 'poeta', no sé lo
que significan realmente. Si tú dices que eres fontanero o ingeniero
todo el mundo tiene claro lo que haces. Si dices que eres poeta o
escritor lleva a malentendidos y confusiones", aclara con acierto el
autor del premiado 'Sobre unas ruinas encontradas', quien, aunque
también ha ejercido como traductor, ensayista y crítico literario,
especifica que estas labores las hace por placer o la necesidad de hacer
crítica. "Al final, también, son modos de lectura", agrega Pablo, el
cual, a buen seguro, tampoco suscribiría los adjetivos con los que
comienzo este texto, algo por lo demás saludable, dudar de todo o casi
todo como un modo de encarar esta vida, artificial y robotizada, en
tantas ocasiones, habida cuenta del control que la 'Telepantalla' ejerce
sobre nosotros, humanos, demasiado humanos.
Licenciado en Filología Hispánica por las universidades de
Salamanca y Siena y en Teoría de la Literatura por la Universidad de
Granada, recuerda que comenzó a escribir de manera espontánea, por puro
placer, y luego en la Universidad pensaba que aprendería a mejorar su
escritura pero, una vez dentro, se dio cuenta de que la única forma de
aprender es leyendo y escribiendo. "La Universidad te dota de
herramientas para leer de otras maneras, para profundizar en la lengua
con otras perspectivas pero eso no alcanza, aunque ayuda, eso sí".
En todo caso, comenzó publicando los cuadernos 'Cámara de
mano' y 'Viandante', que le sirvieron para perder el miedo a publicar,
"un campo de pruebas", que forman parte de su aprendizaje.
"La Universidad te dota de herramientas para
leer de otras maneras, para profundizar en la lengua con otras
perspectivas pero eso no alcanza, aunque ayuda, eso sí".
Una beca Erasmus lo llevó hasta Italia, país que le ha
marcado bastante desde un punto de vista literario. Estuvo dos años en
Toscana, Siena y Florencia, algunos meses en Piamonte, y varias
temporadas en Berlín, ciudad a la que volverá para una estancia breve.
Reconoce que en todos estos sitios, en los que ha residido o pasado
algún tiempo, cree haber aprendido algo. "De no haber estado en esos
lugares, probablemente hubiera escrito de otra manera". Rememora con
afecto sobre todo su estancia en Italia, que aprovechara para viajar
cuando estuvo en Siena y trabajar con gran productividad el año que
viviera en Florencia, donde impartía clases en un Instituto, "doce horas
a la semana", dedicando el resto del tiempo a leer, escribir y
perseguir 'anunciaciones' por pequeñas poblaciones de la región. "En ese
año leí mucha poesía italiana y, poco a poco, han ido ganando terreno
referentes italianos que, supongo, añaden una nueva perspectiva a lo que
hago. En definitiva, creo que todo suma. Aunque también hay que tener
en cuenta que las personas nos hemos especializado en neutralizar lo
ajeno, de tal manera que podemos sentirnos como en casa en cualquier
parte. Muchas veces encuentras gente que ha pasado siete años fuera y es
como si hubieran salido de vacaciones un mes, solo se han quedado con
las similitudes y con impresiones superficiales", señala este berciano
trotamundos, que maneja varias lenguas –aunque él diga que no domina
ninguna, ni siquiera el castellano– lo que le procura sin duda diversas
maneras de interpretar el mundo, porque "a más perspectivas, mayores
posibilidades", algo positivo, que "te obliga a estar atento a lo que
ocurre con las palabras". Respecto a su tierra de nacimiento, se siente
influido por el sonido, por el piar de los pájaros o el ruido que
provoca el viento al pasar por las cosas, por el paisaje sonoro, en
definitiva, que está presente sin pretenderlo –asegura–, algo de lo que
se ha dado cuenta con el paso del tiempo. "También el habla, no solo por
palabras que se cuelan, también ritmos que entran en el poema", precisa
Pablo, que ve cómo el paisaje actual es el reflejo de la eterna lucha
entre la industrialización y la naturaleza. "Ésta, cada vez más
artificial bajo la dominación y control del hombre, parece más una
tecnología de la humanidad que un desarrollo propio".
"Muchas veces encuentras gente que ha pasado
siete años fuera y es como si hubieran salido de vacaciones un mes, solo
se han quedado con las similitudes y con impresiones superficiales"
Compromiso con la Naturaleza y la Cultura
Comprometido con las nobles causas de la Naturaleza y la
Cultura, es consciente de que no debemos olvidar que un país, o una
región, véase su Bierzo natal, son sus ríos, sus aves, su tierra, entre
otros y otras. Sobre estas cuestiones, como mucho, se redactan informes
que se archivan sin ninguna relevancia –apostilla–. Asimismo, está
convencido de que creer en la economía como único motor del bienestar es
la mayor estupidez a la que hemos llegado. Pretender que la industria,
el turismo o el comercio sean los agentes que conformen una sociedad es
una idea muy pobre y demasiado extendida, según él, que se plantea:
"¿Cómo van a venir de fuera a darte buenas condiciones de vida? Con un
simple repaso a la historia, caeríamos en la cuenta de que siempre se va
a esquilmar, saquear, pisotear y agotar las posibilidades para obtener
beneficio. ¿Por qué no se persigue la autosuficiencia?". Y añade: "Con
esto no digo que seamos ombliguistas pero entre eso y regalar lo que
tenemos hay muchos puntos intermedios. Ahora vemos que el gobierno,
haciendo gala de su macabra ineptitud, hace un llamamiento a la
inversión extranjera y la gente lo escucha y piensa que eso suena bien y
que todos saldremos ganando. La realidad es que todos salimos
perdiendo. En lugar de aprender de cómo ha procedido José Mújica, nos
lanzamos a firmar la salvajada del Acuerdo Transatlántico para el
Comercio y la Inversión (TTIP) entre Europa y EE.UU. Si alguien invierte
en España es porque le garantizan exención de impuestos, porque podrá
pagar sueldos más bajos que en otro lugar, porque no va a respetar
ningún tratado ambiental, etc. Si queremos regresar al pelotazo
inmobiliario, a la destrucción de los recursos naturales en favor del
beneficio exponencial de empresas, adelante, agarremos a los inversores
que tienen unos planes estupendos para, a cambio de un mísero salario,
llevarse cualquier posibilidad. Esto, lógicamente, puede aplicarse a El
Bierzo y a León. La planificación urbanística de Ponferrada es de
borregos y en León se invierte más en la creación de edificios
culturales que en programaciones estables. Invierten solo en cosas con
las que se puedan hacer fotos. El asunto sería más complejo pero la idea
principal quedaría más o menos apuntada", se expresa de este modo tan
contundente el creador de 'Crea mundos y te sacarán los ojos', cuya
narrativa intenta ser simplemente "narración" –matiza–, habida cuenta de
que no le interesan los géneros como el relato, la novela, "el microtal
o el microcual", porque partir de los géneros supone adoptar, bien para
reproducirlas o bien para alterarlas –prosigue con su análisis–, unas
características determinadas y eso es algo para lo que no me siento
capacitado. "Los autores que me interesan suelen ser los que rompen con
las estructuras esperables: Macedonio Fernández, Levrero, Osvaldo
Lamborghini o Ezequiel Vieta. También hay otro tipo de narración que me
interesa, que parece no despegar el boli del papel generando una
gramática interna en la que todo tiene cabida, como pueden ser Robert
Walser o Joseph Roth, donde lo más pequeño está cargado de relevancia y
lo complejo se hace ver con el menor número de palabras, entre otras
cosas. Me aburren profundamente los textos que pretenden llegar a las
200 páginas cuando podrían haber terminado en la 15. Hay mucha impostura
en la narrativa. Lo mío no puedo valorarlo porque es prácticamente
inexistente". Esto es lo que se conoce como economía narrativa,
precisión verbal, ir al grano, dejar de marear la perdiz. Si escribes 50
páginas bien escritas –llegó a decir Umbral, que tanto y tan bien
escribiera– en toda tu vida, ya sería suficiente. Ahí está el caso de
Rulfo, que nos dejó una gran obra, la cual no debe superar en su
totalidad las 400 páginas. En cuanto a su modo de entender la poesía,
Pablo argumenta que, en el momento actual, lo que él entiende por poesía
sería como extraer algo que llevan dentro las cosas.
(puedes seguir leyendo en este enlace):
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