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jueves, 10 de octubre de 2013

Bierzos




Un Bierzo verdadero y dos semblantes, anverso y reverso del mismo santo o santa, jeta y traspuntín de una única moneda. La moneda europea del trueque.

Hubo una época en que arrancar carbón a cielo abierto era coser y cantar. Y minar galerías -acaso sin espejo ni fondo- era pan comido. Aquí me las den todas juntas. Pozos de riqueza para unos y desolación y agonía para otros. Hoy las minas se están muriendo, y los mineros, que aún son y continúan furando, comienzan a verle las orejas al demonio, que se nos malicia que es algún trasgo y el séquito que lo salvaguarda de la quema.

El Alto Bierzo se está muriendo de una puñalada en las entretelas. Sangra a borbotones. Está a corazón abierto. Su pulso se vuelve ramplón, casi plano, en el electrocardiograma. ¡Qué un cirujano avispado nos eche mano! Sería muy cruel tener que asistir a su defunción y luego a su entierro en tierra de nadie. 
Así es este Bierzo reivindicado, que ya es magulladura, Consejo Comarcal, Cantón Independiente, República galega, se ha dicho, en un espacio que se pierde u oscurece en la negrura de los tiempos.


Bierzos irredentos, que camináis por senderos angostos, ¿qué más alto, y más guapo y mejor mozo es uno que otro? Decidme. 

El Alto es subterráneo e íntimo. Minado y sombrío. Está picado de viruela. El Bajo respira a flor de piel, tiene vida y vides que se doran a pleno sol. Goza de buena salud. 
El Alto, paradójicamente, está sumido en las tinieblas, tiene sueño y le pesan las legañas (lagañas). Es tímido y miedoso, frío y aletargado. Un perfecto desconocido para el turismo. Muy pocos parecen tenerlo en cuenta. Es como si no figurara en los mapas. Y nadie quisiera acordarse de él a la hora de citarlo en un libro de viajes y aventuras. Aunque no olvidemos que Sus Majestades nos rindieron visita. Y ahora pretenden integrarnos bajo bandera oficial, montando la Cruz de San Andrés sobre la blanquiazul, con el escudo en el centro.
El Bajo, en cambio, comienza a ser conocido allende los Pirineos. Hasta una flamenca, que tuve el gusto de conocer en el coffee shop Extase de Ámsterdam, me dijo que había estado en Las Médulas. ¡Olé tus uvas! El Bajo tiene solera y caché. Es ruta de penitentes, senda turística, vía láctea, camino compostelano, lugar de castillos y cenobios. 
El Bajo tal vez sea más espiritual que el Alto en su ascensión a la gloria. Y seguramente ha sabido vender mejor, aunque no lo haya hecho más barato, porque Ponferrada cuenta con una historia templaria que la convierte en dueña y señora de elevada alcurnia. 
Bembibre, por su parte, resiente el peso dramático, trágico en circunstancias, de los costeros que se desprenden de sus minas, y quizá se acompleja ante la grandeza de la matrona. 
El señor de Bembibre ya forma parte de un sueño que se soñó a sí mismo.

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