Recupero este texto, publicado en Diario de León, con leves retoques, porque me parece reseñable. Buen provecho.
http://www.diariodeleon.es/noticias/comarcas/escritor-y-periodista_84947.html
http://www.diariodeleon.es/noticias/comarcas/escritor-y-periodista_84947.html
Después de echarle una ojeada a El periodismo es un cuento, de Manuel Rivas, uno llega a la conclusión de que también los periodistas, o los que en cierto modo ejercemos de "escribidores" o forjadores de palabras, escribimos cuentos y relatos, pequeñas novelas y algún que otro poema en prosa.
La diferencia entre periodista y escritor no existe a primera vista. O no debería existir. Aunque la realidad, nuestra realidad hecha de ponzoña y muy mala leche, se empeñe en desmentir esto. “El periodista es un escritor -según Rivas-. Trabaja con palabras. Busca comunicar una historia y lo hace con una voluntad de estilo”.
Escritor es quien escribe, nomás, y periodista idem de lienzo. Otra cosa es lo que uno escribe, donde lo escribe y cómo lo cuenta. Ahí está la mamá de los pollitos, que diría algún mexica, la gallina de los huevos de oro. “Escritor y periodista. Para mí siempre fueron el mismo oficio”, confiesa el autor de El lápiz del carpintero.
El propio Rivas es un magnífico periodista, y sus artículos me resultan ciertamente literarios. Galicia, Galicia, que recomiendo a los lectores y lectoras, es un buen ejemplo de ello. Ni todos los periodistas son unos tuercebotas, como se nos pintan en ocasiones, ni todos los escritores son gloria bendita. No se vayan a creer. Hay de todo en la viña del Señor, que dirían en mi pueblo. Hay de todo como en botica.
Escritores mediocres y vomitivos los hay a patadas, incluso quienes ganan premios sustanciosos, siempre o casi siempre a dedo. Hablo incluso de escritores que venden muchos libros y aparecen con harta frecuencia en los medios de comunicación. Ya se sabe que en la actualidad quien no aparezca en televisón es como si no existiera de cara al vulgo pensante. Esto es más o menos los que diría el filósofo Gustavo Bueno, en tiempos mi profe y maestro.
Como éstos no son tiempos para la lírica, el menos lírico y más capullín suele ser quien pasa a ocupar algún trono de las letras. No hace falta vender mucho ni escribir miles de páginas para ser un buen escritor o un buen periodista. El mejicano/mexicano Juan Rulfo sigue pareciéndome un escritor extraordinario, insuperable, a pesar de sus pocas páginas publicadas.
A lo largo de la historia también ha habido periodistas ilustres, como Larra, no dejéis de leer sus artículos de costumbres, o Gabriel García Márquez, que con el paso de los años se ha convertido en uno de los mejores escritores de todos los tiempos en lengua española. Me siguen entusiasmando su Crónica de una muerte anunciada, El coronel no tiene quien le escriba, y por supuesto Cien años de soledad o Vivir para contarla.
Ejercer el periodismo diario es una buena forma, sin duda, de foguearse como escritor. Ni que decir tiene que a escribir se aprende escribiendo. Otra cosa es el talento que uno tenga. Mucha de la mejor literatura se ha escrito en periódicos, no lo olvidemos. Ahí está el genio Umbral, que aunque nos ha abandonado sigue sorprendiéndonos tanto con sus novelas-diario como con sus artículos poemáticos, o sea, líricos.
El cualquier caso, el destino del lenguaje, tanto en el escritor como el periodista, es mojarse. Calarse hasta los tuétanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario