Resulta atrayente seguir el curso del río Burbia, que nos devuelve una imagen de vía romana bajo el agua. Se me antoja emocionante navegarlo, descenderlo en canoa, adentrarse por entre la espesura de su vegetación, hacer piruetas en el agua, nadar río abajo, dejándose arrastrar por la corriente, sentirse trotamundos y explorador como en una película de aventuras, aunque sea en la propia tierra, que en verdad es nuestra matria, regresar al río de la vida, que también lo es de la muerte, porque uno, cuando es danzante, nunca se cansa de indagar nuevos territorios, de sorprenderse como un niño que mirara el mundo por primera vez, con esa su mirada inocente y salvaje; de viajar, en definitiva, a través de las riberas de la memoria.
Castillo de Corullón
Un comentario espléndido para un río precioso.
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