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jueves, 10 de septiembre de 2020

A la memoria del escritor amigo César Gavela

El fallecimiento del escritor César Gavela me ha dejado helado, me ha sacudido las entrañas porque, además de una persona aún joven, con mucha ilusión y ganas de vivir, estaba escribiendo mejor que nunca. "Aquí estoy, Manolo, luchando y escribiendo. Con buen humor y con ganas de ir por el Bierzo. Un gran abrazo", me escribe en el mes de junio. "Me alegro mucho, César. Siempre con buen humor. Esencial. Un gran abrazo", le respondo. A lo que él contesta: "El humor es imprescindible, como bien dices. Pero también lo son los buenos amigos, como tú. Un gran abrazo". Estas son para mí sus últimas palabras. Luego se hizo silencio, tanto por su parte como por la mía, entendiendo que, a pesar de la situación vírica, todo le iba bien. Pero la cruel realidad se impone una vez más. Por eso, como me recuerda el amigo Varela, que sentía gran afecto por César (todos lo sentíamos, en verdad) me dice que su fallecimiento es una gran pérdida. "Salud, Manuel. Carpe diem", agrega Varela. Salud, Miguel Varela, salud, mucha. Y Carpe Diem. Vivir el día a día, cada instante, como si fuera el último. Vivir para contarla o para contarlo. 


Ayer mismo volvía a ver, por enésima vez el Padrino II, que me resulta fascinante, y el personaje (Hyman  Roth) que interpreta el gran actor y maestro de actores Lee Strasberg dice: Lo único importante es la salud, la salud por encima del dinero, del éxito, del poder". Y así es, la salud, ay, es lo único importante.

César se nos ha ido en cuerpo, pero su espíritu permanecerá siempre, en sus palabras, en su obra literaria. En su sonrisa. En su humor. También en su generosidad. Jamás olvidaré un bellísimo y emocionante texto que me dedicara en Diario de León, donde él ejerciera otrora como columnista. Y también alguna colaboración en la revista La Curuja dedicada a nuestro paisano Pepe Álvarez de Paz. Porque César era buen amigo de los hermanos Álvarez de Paz (oriundos del útero de Gistredo), tanto de Pepe como de Venancio (quien también vive en Valencia). 

César era un narrador nato, un orador magnífico. Un tipo con excelente sentido del humor. Un genuino narrador del Noroeste, tocado por la luz del Mediterráneo (vivía en Valencia, aunque su corazón estaba siempre en el Bierzo).

César salió joven de su Bierzo natal, como tantos mozos de su generación, con su bagaje de mitos, sueños, melancolías, anhelos, esperanzas... instalándose en Valencia, desde donde sentía el Bierzo con cariño, con cercanía, porque su memoria, su memoria afectiva y literaria siempre lo llevaba a su tierra natal. 

Escribía con pasión, fascinado por la literatura, por la belleza de la sencillez expresiva, como un modo esencial de estar y ser en el mundo, mostrando su devoción por escritores como Pereira y Carnicer, Cunqueiro y Torga (de ahí tal vez su gusto por Portugal y su libro Braganza). Pero también estaba seducido por escritores como Rulfo, Gabo, Cortázar, Bioy Casares o Borges. 

"No escribo de vampiros o de templarios, tampoco novelas de género, o de sociología disfrazada de presunta literatura", me dijo en una entrevista este magnífico fabulador berciano, que hizo de la capital del Bierzo, su matria, todo un género literario. 

Siempre en nuestro corazón y en nuestra memoria afectiva, querido César. 

1 comentario:

  1. Mucho ánimo y felicidades a quienes habéis gozado de su amistad. Descanse en paz

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