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martes, 22 de abril de 2014

Los moros en el Bierzo

El próximo miércoles, gracias al gran toreniense Paco Vuelta, estaré, junto con otras personas, para hablar de 'Los moros en el Bierzo', un libro del ya fallecido autor Francisco González, que también nos obsequiara con 'El habla de Toreno', que el pasado año, el 23 de abril, presentamos también en Toreno. Y al que reseñé en este mismo blog. 

Este año toca otro libro, la presencia de los moros en nuestra comarca, cuyo prólogo es de José Antonio Balboa de Paz. Esta obra está editada por Daniel Álvarez. Y uno participará, junto a los mencionados, además de Ricardo Chao, en la presentación y el gran Mario amenizando con su rabel. 


Se trata de un volumen que aborda el tiempo que los moros, reales (no confundir con los mouros o moros míticos), estuvieron en el Bierzo, dejando, entre otros asuntos, un legado lingüístico, en el que centraré mi intervención. Cabe señalar que nuestro país, no sólo el Bierzo, recibió un extraordinario patrimonio cultural del mundo árabe, nosotros, los españolitos, que tanto gustamos de echar pestes contra los "moros". Un patrimonio que ha dejado su impronta en nuestra lengua castellana, con más de cuatro mil vocablos, como me dijera Juan Goytisolo en aquella conversación inolvidable en el café de France de Marrakech. Por cierto, Goytisolo maneja el árabe marroquí con una soltura envidiable. Nuestras palabras, de origen árabe, están relacionados en su mayoría con técnicas, objetos o situaciones que los cristianos desconocían o no tenían en sus estructuras sociales. Véanse desde términos jurídicos como 'alcalde' (al-gadi) o 'alguacil' (al-gazil) hasta palabras de mercadeo (ellos que son tan dados a los zocos y el regateo) como 'almacén' (al majzan, depósito), 'arroba', 'quintal' o 'fanega', pasando por oficios como 'alfarero' o 'albañil' o bien vocablos correspondientes a la agricultura como 'aceite' (az zeit), aceituna' (al zeitoun), 'arroz', 'albaricoque', 'alcachofa', 'acelga', 'algarroba', alubia (al lubiya), incluso frutas como 'naranja' y 'limón', que los árabes regaban con agua extraída de los 'aljibes' y 'albercas', o bien mediante 'acequias'. Y así podríamos continuar con términos matemáticos como cifra, algoritmo o álgebra, astronómicos como cénit, alquímicos como alcohol o elixir en la alquimia, entre otros muchos, provenientes de otras disciplinas como la medicina, palabras coloquiales como hola (ahlann, Dios), ojalá (
In sha Allah)..., mortuorias como ataúd (at-tabut, cajón), o bien topónimos como Andalucía (Al-Andalus), Albacete (Al Basit, llanura), Algeciras (Al Jazeera, isla verde), Almería (Al Meraya, atalaya), Alpujarras (Al-Busherat, tierras de pastoreo), Guadalajara (Wad al-Hijarah, río de piedras), Guadalquivir (Wad al-Kabir, río grande), Medina de... (Madinat, ciudad), Murcia (Mursiyah, embarcadero), entre otros, como los que menciona Francisco González en su libro, 'Los moros en el Bierzo', haciendo referencia a topónimos como Almázcara (campamento), Almagarinos ("similar al de Almagro, del árabe al-magra, "arcilla roja", o Benuza, "hijo de..."), según el autor de Villaseca de Laciana (ilustre toreniense). 

Nos vemos el 23 de abril en Toreno al amor de las palabras. Salud.  

      


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