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miércoles, 30 de julio de 2025

Catania, monumental y decadente

 

Mi innamorai/  seguendo i ritmi del cuore/ e mi svegliai in primavera./ Notti bianche per i Saraceni/ ch' erano di facili costumi/ locande chiuse ai Greci e agli Spagnoli/ nei dintorni di Catania./ E i movimenti irresistibili...

   (Franco Battiato, Risveglio di primavera)

https://www.youtube.com/watch?v=l566LnNxBZ4

El Duomo

Es la segunda vez que visito la ciudad de Catania porque el vuelo desde Madrid Barajas, en concreto desde la T4 con Iberia, resultaba más fácil por horarios que volar a Palermo, como hice en el anterior viaje de 2017.

https://cuenya.blogspot.com/2017/04/catania.html

Con lo cual, después de este viaje de julio de 2025, ya he podido hacerme una idea de lo que puede dar de sí, o de no, la segunda ciudad de Sicilia, por detrás de Palermo, la capital. 

Cabe recordar que la entrada en Catania no fue la mejor del mundo. A la salida del aeropuerto de Catania-Fontanarossa hay buses de la compañía Alibus, que por el módico precio de cuatro euros te llevan hasta el centro, mejor dicho, hasta la piazza Borsellino. 


La entrada a Catania no fue la mejor del mundo porque, aunque había reservado alojamiento para la primera noche a través de Booking, que parece tener todo copado, cuando llegué al sitio, allí parecía que no existiera ningún B and B, ni nada que se le pareciera. Ningún letrero había. Con lo cual hubo que recurrir a los lugareños, que son los conocedores. Y, verdaderamente amables (por allí apareció desde un carnicero hasta un barbero, por fortuna era de día, antes de comer, pasando por un hostelero del bar/pastelería de enfrente), resolvieron la papeleta.

Fontana dell'Elefante

Aunque, ya alojado, la responsable del alojamiento, mientras uno se encontraba en el centro histórico,  volvió a dar la lata diciendo que el lugar que había ocupado era un apartamento, sorprendido estaba, claro, y no una habitación. Eso ocurre también por no estar pendiente de la recepción, porque de día alguien debería estar al quite, digo. Al final, se resolvió el entuerto y todo se quedó en un susto... Y para compensar la responsable del alojamiento ofreció doble desayuno en el bar de enfrente. Y tampoco cobró las tazas habituales en Sicilia, que dependen del ayuntamiento del lugar en cuestión. 

Para el regreso al aeropuerto de Catania descubrí que también existe un tren desde la Estación Central que deja en la estación de Fontanarossa, cerca del aeropuerto, cuyo viaje resulta aún más cómodo que en autobús, aunque haya que caminar algo hasta la entrada del aeropuerto. Existe incluso una naveta que te lleva hasta la puerta de embarque. Pero si uno anda ya apurado, lo mejor, quizá, es caminar, porque la espera no siempre resulta eficaz. Todo lo que uno no pueda hacer por sí mismo, date por jodido, dicen en mi pueblo.  

Zona de la pescheria

Antes de arribar al aeropuerto de Catania puede verse el monte Etna, con su fumarola, el volcán más grande de Europa y uno de los más activos del mundo. Una vista realmente chula. En todo caso, Catania, la matria del gurú Battiato (por cuya música y letras siento devoción) se halla a los pies del Etna, a unos 20 kilómetros, o sea, un peligro, porque se dice que esta ciudad siciliana ha sido arrasada por las erupciones volcánicas hasta en siete ocasiones, la última ocurrió a finales del siglo XVII.


La primera impresión de Catania echa para atrás al viajero, porque se muestra sucia, desaliñada, sobre todo en sus barrios, en su periferia. Algunos barrios y calles de Catania me trasladan a un zoco magrebí. Con todos los respetos por estos zocos. Ahora me vienen a la mente Las voces de Marrakech, de Canetti. Sicilia en estado puro, con el encanto que tienen estos zocos.

Luego, a medida que uno le va tomando el pulso, la temperatura, te das cuenta de que también se trata de una ciudad monumental en el centro histórico, declarada Patrimonio de la Humanidad, con la majestuosa piazza del Duomo, en cuyo centro se encuentra la fontana dell'Elefante, una fuente que muestra un elefante tallado en lava negra, rematado por un obelisco egipcio.


Cuentan que esta emblemática estatua tiene el poder de apaciguar la ira del Etna, que no es tanta como asegura su leyenda, porque la lava vertida a lo largo de los siglos nutre la fertilidad de la llanura, que es rica en cítricos, creando un paisaje abierto, inmenso, de campos poblados de limoneros y naranjos. El limoncello es una bebida deliciosa.

En esta plaza del Duomo se encuentra asimismo la catedral, una auténtica joya del Barroco italiano, en cuyo interior descansan los restos mortales de Santa Águeda y del músico catanés Bellini. Al lado del Duomo, en concreto en la piazza Stesicoro, están las ruinas del anfiteatro romano, que en esta ocasión no visito. Y también en los alrededores del Duomo (todo gira en torno a este espacio) se halla la pescheria, el mercado de pescado, cuyo fuerte olor penetra en el viajero como un tsunami. Cada vez soporto menos este olor, sobre todo desde que, en una ocasión en la ciudad marroquí de Essaouira, me entraran náuseas al comer unas sardinas, que por lo demás no estaban en mal estado. Todo hay que decirlo.

Faro de Sciara

Pero he desarrollado como alergia a determinados pescados. Qué cosas. Por la noche este mercado de pescado se transforma (por fortuna, sin el olor a pescado) en un espacio adonde van a parar los oriundos y foráneos a cenar. Con un ambiente extraordinario. La animación está servida.

Desde la piazza del Duomo parte la Vía Etnea, la arteria principal de la ciudad, con unos tres kilómetros de recorrido, al final de la cual, si el día está despejado, algo en verdad raro porque el volcán siempre está fumando en pipa, es un decir, se puede ver la silueta del Etna. A lo largo de esta vía de hallan pastelerías y cafeterías que hacen las delicias del visitante. Como la llamada Savia, que se encargó de recomendar la recepcionista del hotel Valentino, donde el viajero hace noche antes de regresar a su tierra. La repostería italiana es realmente buena. Y el café también. Me encanta el capuchino o capuccino. En el extremo de la Vía Etnea, que casi toca con la piazza del Duomo, pueden verse dos estupendos palacios, el de la Universidad y el de San Giuliano. Y próxima a la plaza de la Universidad se encuentra la piazza Bellini, en honor al famoso compositor de Catania.


En la Vía Etnea también están los jardines de Villa Bellini, que se agradecen sobre todo en días tan calurosos como los que viví en este mes de julio allí, en general en toda la isla de Sicilia. La verdad es que el intenso calor, además húmedo, no facilita las visitas durante el día. Incluso hace mucho calor durante la noche.

Resulta sorprendente que en la plaza de la Estación central de trenes, que a su vez contiene numerosas terminales de autobuses - todo un revoltijo donde ni dios acierta a decir qué bus va al aeropuerto, ni siquiera los conductores de otros buses-, se halla una fuente que llama la atención, además le permite al viajero refrescarse del intenso calor, la cual representa el rapto de Proserpina por parte del dios Plutón. 

Fontana del rapto de Proserpina

Aunque está cerca, a pocos kilómetros de Catania, en esta ocasión tampoco visité Aci Trezza, conocido por ser el escenario de rodaje de la Terra trema de Visconti. 

Lo que haré ahora será volver a ver esta película del neorrealismo italiano sobre la explotación que sufren los pescadores de la zona. Y si hubiera una cuarta visita a la isla, entonces sí, programaría para ver aquello que aún no he logrado ver. 



Ahora que recuerdo, adonde sí me acerqué fue al faro de Sciara Biscari, que se sitúa en el lado oeste de la rotonda de Plaia, relativamente cerca de mi primer alojamiento en vía Plaia. Y ya de paso hasta la playa. 


De Catania emprendo rumbo a Siracusa. 

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