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jueves, 31 de julio de 2025

De Catania a Siracusa, la cuna de Arquímedes

 

Duomo de Siracusa

Siracusa: La más bella ciudad de la Magna Grecia
 (Cicerón)

El trayecto de Catania de Siracusa, siguiendo el litoral, se hace en poco más de una hora en tren. Siempre con la imagen altiva del Etna en la retina. La estación queda en la parte donde se halla la zona arqueológica de Neapolis, donde pueden visitarse, entre otros monumentos, el teatro griego, una belleza que mira al mar. En este teatro se representaron obras de Eurípides, Sófocles y por supuesto de Esquilo, que era siracusano. 

En esta ocasión, aunque me acerqué al recinto sagrado, decidí no visitarlo porque el calor apretaba con tal intensidad que me pareció que sería harto difícil disfrutarlo.

Isla de Ortigia


No obstante, tuve la ocasión de recorrer esta zona arqueológica en mis anteriores viajes de 1993 y 2017. 

https://cuenya.blogspot.com/2017/04/siracusa-o-la-serenidad-filosofica.html

Famosa es asimismo la Oreja de Dionisio, una cueva de caliza, horadada, que recuerda a una oreja humana y que es una caja de resonancia perfecta, con una acústica extraordinaria.

Estatua de Arquímedes

La leyenda cuenta que Dionisio, el tirano de Siracusa, la usaba  para escuchar desde lejos lo que decían los prisioneros que tenía allí encerrados. 

Asimismo, se dice que el nombre de esta cueva fue acuñado por el pintor Caravaggio, quien se refugió en Siracusa después de escapar de una prisión de Malta. 

Como anécdota, decir la Oreja de Dionisio se muestra en la película Indiana Jones y el dial del destino como la ubicación de la tumba del inventor Arquímedes, quien nació y murió en Siracusa, pues está supuestamente enterrado en la necrópolis de Groticelli, que conforma el parque arqueológico de Neapolis. 

Castillo 


En esta parte de Siracusa, que fuera una ciudad griega, también puede visitarse un monumento dedicado al número Pi, a cuya formulación correcta se acercó Arquímedes. Y en la isla de Ortigia, que es sin duda la parte más hermosa de Siracusa, existe una escultura dedicada a la figura de este colosal científico, famoso por su célebre exclamación Eureka, que pronunció, según la leyenda, cuando descubrió el principio de la flotación y el desplazamiento de los líquidos mientras se bañaba en  esta ciudad, que fue una de las primeras colonias griegas en Sicilia, consagrada a la diosa Artemisa, y cuya fundación se remonta al siglo VII antes de Cristo. 



Próxima a esta zona arqueológica se halla un imponente edificio, que llama la atención ya en la distancia, se trata de la cúpula cónica del santuario de la Virgen de las Lágrimas, de 80 metros de altura, con aspecto de polideportivo más que de lugar de culto. Por alguna razón, me traslada a la nueva basílica de Guadalupe en la ciudad de México. 

Virgen de las Lágrimas

Siracusa -sobre todo la isla de Ortigia, una isla dentro de otra isla, Sicilia- era la ciudad más bella del mundo, según Cicerón. Y el filósofo Platón la visitó al parecer en tres ocasiones porque creía que podría ser la sede de su República. 

Sea como fuere, Siracusa, en concreto la isla de Ortigia, que es Patrimonio de la Humanidad, procura saludables vibraciones, porque es un espacio donde uno puede encontrar la ataraxia, donde uno podría vivir durante una temporada, recorriendo las callejuelas de su judería (la Giudecca), echando la vista al mar (L'approdo delle Sirene, con vistas al puerto, es un lugar excelente para alojarse), dejándose llevar por las melodías de unos músicos callejeros que hacen las delicias del viajero, o recreándose en la plaza de Arquímedes y la fuente de Diana, en la fuente de Aretusa -una ninfa que, según la leyenda, se transformó en la fuente de Ortigia-, en el templo de Apolo, en el castillo medieval...

Monumento al número Pi


en sus palacios renacentistas, en sus iglesias bizantinas y barrocas, en la plaza del Duomo, dominada por su impresionante catedral barroca, edificada sobre un templo griego, donde se rodaron algunas escenas de la película Malèna, de Tornatore, protagonizada por la diva Monica Bellucci, que he visto recientemente y me ha fascinado. Además de la piazza del Duomo, aparecen otros escenarios de Siracusa como Piazza S. Giuseppe, Via Larga, Via Nizza, Via Picherali... en Malèna. 

Siracusa es un decorado ensoñador, un universo en sí mismo con sabor a granizado de almendras o granita di mandorla.  

De Siracusa el viajero emprende rumbo a la capital, Palermo. 


miércoles, 30 de julio de 2025

Catania, monumental y decadente

 

Mi innamorai/  seguendo i ritmi del cuore/ e mi svegliai in primavera./ Notti bianche per i Saraceni/ ch' erano di facili costumi/ locande chiuse ai Greci e agli Spagnoli/ nei dintorni di Catania./ E i movimenti irresistibili...

   (Franco Battiato, Risveglio di primavera)

https://www.youtube.com/watch?v=l566LnNxBZ4

El Duomo

Es la segunda vez que visito la ciudad de Catania porque el vuelo desde Madrid Barajas, en concreto desde la T4 con Iberia, resultaba más fácil por horarios que volar a Palermo, como hice en el anterior viaje de 2017.

https://cuenya.blogspot.com/2017/04/catania.html

Con lo cual, después de este viaje de julio de 2025, ya he podido hacerme una idea de lo que puede dar de sí, o de no, la segunda ciudad de Sicilia, por detrás de Palermo, la capital. 

Cabe recordar que la entrada en Catania no es la mejor del mundo. A la salida del aeropuerto de Catania-Fontanarossa hay buses de la compañía Alibus, que por el módico precio de cuatro euros te llevan hasta el centro, mejor dicho, hasta la piazza Borsellino. 


La entrada a Catania no es ni fue la mejor del mundo porque, aunque había reservado alojamiento para la primera noche a través de Booking, que parece tener todo copado, cuando llegué al sitio, allí parecía que no existiera ningún B and B, ni nada que se le pareciera. Ningún letrero había. Con lo cual hubo que recurrir a los lugareños, que son los conocedores. Y, verdaderamente amables (por allí apareció desde un carnicero hasta un barbero, por fortuna era de día, antes de comer, pasando por un hostelero del bar/pastelería de enfrente), resolvieron la papeleta.

Fontana dell'Elefante

Aunque, ya alojado, la responsable del alojamiento, mientras uno se encontraba en el centro histórico,  volvió a a dar la lata diciendo que el lugar que había ocupado era un apartamento, sorprendido estaba, claro, y no una habitación. Eso ocurre también por no estar pendiente de la recepción, porque de día alguien debería estar al quite, digo. Al final, se resolvió el entuerto y todo se quedó en un susto...

Para el regreso al aeropuerto de Catania uno descubrió que también existe un tren desde la Estación Central que deja en la estación de Fontanarossa, cerca del aeropuerto, cuyo viaje resulta aún más cómodo que en autobús, aunque haya que caminar algo hasta la entrada del aeropuerto. Existe incluso una naveta que te lleva hasta la puerta de embarque. Pero si uno anda ya apurado, lo mejor, quizá, es caminar, porque la espera no siempre resulta eficaz. Todo lo que uno no pueda hacer por sí mismo, date por jodido, dicen en mi pueblo.  

Zona de la pescheria

Antes de arribar al aeropuerto de Catania puede verse el monte Etna, con su fumarola, el volcán más grande de Europa y uno de los más activos del mundo. Una vista realmente chula. En todo caso, Catania, la matria del gurú Battiato (por cuya música y letras siento devoción) se halla a los pies del Etna, a unos 20 kilómetros, o sea, un peligro, porque se dice que esta ciudad siciliana ha sido arrasada por las erupciones volcánicas hasta en siete ocasiones, la última ocurrió a finales del siglo XVII.


La primera impresión de Catania echa para atrás al viajero, que se muestra sucia, desaliñada, sobre todo en sus barrios, en su periferia. Algunos barrios y calles de Catania me trasladan a un zoco magrebí. Sicilia en estado puro. Con el encanto que también tienen estos zocos.

Luego, a medida que uno le va tomando el pulso, la temperatura, te das cuenta de que también se trata de una ciudad monumental en el centro histórico, declarada Patrimonio de la Humanidad, con la majestuosa piazza del Duomo, en cuyo centro se encuentra la fontana dell'Elefante, una fuente que muestra un elefante tallado en lava negra, rematado por un obelisco egipcio.


Cuentan que esta emblemática estatua tiene el poder de apaciguar la ira del Etna, que no es tanta como su leyenda, porque la lava vertida a lo largo de los siglos nutre la fertilidad de la llanura, que es rica en cítricos, creando un paisaje abierto, inmenso, de campos poblados de limoneros y naranjos.

En esta plaza del Duomo se encuentra asimismo la catedral, una auténtica joya del Barroco italiano, en cuyo interior descansan los restos mortales de Santa Águeda y del músico catanés Bellini. Al lado del Duomo, en concreto en la piazza Stesicoro, están las ruinas del anfiteatro romano, que en esta ocasión no visito. Y también en los alrededores del Duomo (todo gira en torno a este espacio) se halla la pescheria, el mercado de pescado, cuyo fuerte olor penetra en el viajero como un tsunami. Cada vez soporto menos este olor, sobre todo desde que, en una ocasión en la ciudad marroquí de Essaouira, me entraran náuseas al comer unas sardinas, que por lo demás no estaban en mal estado. Todo hay que decirlo.

Faro de Sciara

Pero he desarrollado como alergia a determinados pescados. Qué cosas. Por la noche este mercado de pescado se transforma (por fortuna, sin el olor a pescado) en un espacio donde van a parar los oriundos y foráneos a cenar. Con un ambiente extraordinario. La animación está servida.

Desde la piazza del Duomo parte la Vía Etnea, la arteria principal de la ciudad, con unos tres kilómetros de recorrido, al final de la cual, si el día está despejado, algo en verdad no del todo raro porque el volcán siempre está fumando en pipa, es un decir, se puede ver la silueta del Etna. A lo largo de esta vía de hallan pastelerías y cafeterías que hacen las delicias del visitante. Como la llamada Savia, que se encarga de recomendar la encargada del hotel Valentino, donde el viajero hace noche antes de regresar a su tierra. La repostería italiana es realmente buena. Y el café también. me encanta el capuchino o capuccino. En el extremo de la Vía Etnea, que casi toca con la piazza del Duomo, pueden verse dos estupendos palacios, el de la Universidad y el de San Giuliano. Y próxima a la plaza de la Universidad se encuentra la piazza Bellini, en honor al famoso compositor de Catania.


En la Vía Etnea también están los jardines de Villa Bellini, que se agradecen sobre todo en días tan calurosos como los que viví en este mes de julio allí, en general en toda la isla de Sicilia. La verdad es que el intenso calor, además húmedo, no facilita las visitas durante el día. Incluso hace mucho calor durante la noche.

Resulta sorprendente que en la plaza de la Estación central de trenes, que a su vez contiene numerosas terminales de autobuses, todo un revoltijo donde ni dios acierta a decir qué bus va al aeropuerto, ni siquiera los conductores de otros buses, se halla una fuente que llama la atención, además le permite a uno refrescarse del intenso calor, la cual representa el rapto de Proserpina por parte del dios Plutón. 

Fontana del rapto de Proserpina

Aunque está cerca, a pocos kilómetros de Catania, en esta ocasión tampoco visité Aci Trezza, conocido por ser el escenario de rodaje de la Terra trema de Visconti. 

Lo que haré ahora será volver a ver esta película del neorrealismo italiano sobre la explotación que sufren los pescadores de la zona. Y si hubiera una cuarta visita a la isla, entonces sí, programaría para ver aquello que aún no he logrado ver. 



Ahora que recuerdo, adonde sí me acerqué fue al faro de Sciara Biscari, que se sitúa en el lado oeste de la rotonda de Plaia, relativamente cerca de mi primer alojamiento en vía Plaia. Y ya de paso hasta la playa. 


De Catania emprendo rumbo a Siracusa. 

Sicilia nel cuore

 Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra/ traspasado por un rayo de sol:/ y de pronto anochece.

    (Salvatore Quasimodo, Poeta y periodista siciliano, Premio Nobel)



En algún lugar he llegado a leer que España y Sicilia son el reflejo de un sentimiento común. Y hasta me atrevería a decir que el Bierzo -mi matria/patria-, y Sicilia están emparentadas en la hospitalidad de sus gentes, porque en esta isla, la de mayor tamaño y la más poblada del Mediterráneo, con mucha historia y un patrimonio cultural extraordinario, he tenido experiencias magníficas. 
Sicilia es una fusión de culturas y civilizaciones, que han ido dejando, a lo largo de los siglos, griegos, romanos, normandos, árabes, bizantinos, o españoles con la Corona de Aragón y Carlos III. Cabe recordar que Sicilia formó parte, durante siglos, de la Corona de Aragón y luego de la monarquía.  

El Etna

Me quedo sobre todo con mi primer viaje a Sicilia en 1993, cuando era aún joven y con toda la ilusión del mundo (los descubrimientos siempre marcan). Los oriundos me acogieron con todo el cariño. 

Ya en el segundo viaje, año de 2017, no fue exactamente igual que el primero, aunque también sentí el calor afectuoso de sus habitantes. 

https://cuenya.blogspot.com/2017/04/sicilia.html

Y en este reciente viaje de 2025 la experiencia ha sido diferente, porque cada viaje es único e irrepetible, sin embargo, también he notado el calor, nunca mejor dicho, el calor ambiental y también afectivo de sus gentes, ya desde el primer día en Catania (la segunda ciudad más grande de Sicilia, después de Palermo), donde volé (aeropuerto de Fontanarossa), pues el alojamiento, a una media hora caminando hasta el centro histórico de la ciudad, se reveló como toda una aventura, que quizá cuente en el próximo capítulo. Sólo adelantar que los lugareños del barrio se desvivieron por ayudar a este viajero para abrir la puerta del alojamiento (no funcionaba el código, sobre todo il cancello, la almohadilla o hashtag: #), porque, después de la pandemia, se ha impuesto el sistema de que te asignen un código para que uno se defienda, habida cuenta de que no suele haber, ni siquiera en determinados hoteles (sobre todo pasadas las ocho de la tarde) nadie en recepción. Hay que andar más despierto que nunca si no quieres verte durmiendo al sereno aunque hayas hecho la reserva de hospedaje. 

En una cafetería de Corleone

Después de la pandemia el sistema se ha revirado y nos ha metido de lleno en un juego que se me antoja a todas luces perverso, una yincana, como dice una buena amiga viajera. Pero esto daría para mucha tela que cortar. En todo caso, creo que en los viajes se aprende mucho, sobre todo si uno viaja con todos los sentidos en marcha, sin ampararse en ningún grupo ni ningún guía. También creo que de este modo, viajando por libre, el aprendizaje se da sí o sí, porque te espabilas o te espabilan a toda madre, y porque has de confrontarte con tu propia realidad y aun con las realidades/sub-realidades que te vas encontrando en el camino, haciendo camino al andar por las veredas de nuestro Señor, también de nuestra Señora.

Taormina


Por eso viajar es tan importante, aunque cada vez resulte más complicado, porque todo se complica, y todo el mundo quiere viajar a los mismos sitios y en la misma época. Nos hemos vuelto algo majaretas, todos queremos lo mismo. Parecemos o somos rebaño, la moral del rebaño, de la que nos hablara el filósofo Nietzsche, esa según la cual tendemos a seguir las acciones y opiniones de la multitud, influenciados por lo emocional, a la vez que renunciamos a juicios críticos, perdiendo así nuestro potencial creativo. 

Cefalú

Sicilia, con aromas a limón y pistacho verde, ofrece, como ya adelantara, un patrimonio maravilloso, tanto natural como cultural, de ciudades barrocas, templos y restos arqueológicos de origen griego y romano, castillos e iglesias medievales, playas bañadas por aguas cristalinas, o pueblos como Corleone, de donde partieron hacia Nueva York los emigrantes que se convirtieron en los capos más legendarios de la mafia. Ahí está la mítica película El padrino, de Coppola, en sus tres partes gloriosas, a cada cual más interesante, aunque si tuviera que decantarme por una, elegiría la segunda, sobre la que he hecho una reseña en este mismo blog: 

https://cuenya.blogspot.com/2025/03/el-padrino-ii-de-coppola.html

Pintoresca Sicilia

Adelanto que en este reciente viaje a la isla siciliana tuve la ocasión de volver a visitar Catania, Siracusa, Palermo y Taormina. Y además me acerqué a Corleone y a Cefalú. De las que también espero dar cuenta en próximas entradas. 

La intención era volver a Agrigento (donde naciera el Nobel Pirandello), sobre todo al valle de los templos, y visitar Ragusa, incluso Messina (por donde sí pasé de camino a Taormina). Pero el tiempo se echó encima. Con lo cual eso de que la isla puede visitarse en una semana, como ofrecen en algunas agencias, es una tontería, como tantas otras.

Palermo, Piazza Pretoria


Ni siquiera podría visitarse en un mes, porque son muchos los pueblos que merecerían ser visitados, como Savoca, donde se rodaron algunas escenas de la primera parte de El Padrino; Noto, Módica, Erice, o la villa romana del Casale, como me sugiere Azu (quien fuera una excelente alumna de los cursos de escritura que imparto en León), entre otros. 

Un viaje por Sicilia, como bien sabemos, podría durar toda la vida. Por eso, sabemos asimismo que una vida, por larga que sea, no da para mucho. Por tanto, hemos de conformarnos. Qué remedio. Es tanta la belleza que hay en el mundo que me estalla la cabeza sólo de pensar en ello. Y a la vez es tal el horror que existe en el mundo que uno se queda desconcertado. 

En el teatro de Taormina

En cualquier caso, "quien no ha visto Sicilia no ha visto el mundo", según reza una expresión popular. Como García Márquez con Macondo, Rulfo con Colama o Benet con Región, el escritor siciliano Leonardo Sciascia, autor entre otros de Sicilia en el corazón o El caso Aldo Moro, encontró en esta isla volcánica, con el Etna como símbolo (una Italia a pequeña escala), en concreto en su pueblo natal Recalmuto, el espacio literario desde el que entender el mundo. No en vano, en Sicilia, como en el Bierzo, en Galicia... y por supuesto en Hispanoamérica, la realidad se transforma en fantasía, como ocurre en el realismo mágico, en escenario cinematográfico, en un lugar literario, una isla donde "todo cambia para seguir igual", según Lampedusa, el autor de El gatopardo, que el genio Visconti adaptara al cine, una isla nel cuore con el regusto a ricota o requesón y almendra, sabores que me entusiasman.  

Próxima parada: Catania.