Un año más nos hemos reunido al amor de las palabras que ligan y religan en una suerte de alquimia hipnótica, emocionante, sobre todo para quienes amamos las palabras sobre todas las cosas. Y nunca mejor dicho. Las palabras que vibran y sienten con la belleza convulsa del mundo reinventado.
Un año más hemos vuelto al útero nocedense a cantarle nanas a las praderas y los montes, cobijados por las musas, arrullados por las sirenitas que rizan sus cabellos en las aguas curativas del Noceda.
Gracias, chicas y chicos, por haber estado presentes en cuerpo y alma. Y por habernos devuelto vida en forma de cuentos y poesías. Gracias, amigas y amigos. Gracias, Fermín, por obsequiarnos tus micorrelatos y aun otras historias fulgurantes, con esos arranques y finales ciertamente antológicos. Gracias, Cano, por tus Noches de luna y esa voz de radio que logra engancharnos. Gracias, Sara, por tus sobrecogedores versos. Gracias, Ester, por invitarnos a salir volando al infinito, por ayudarnos a alcanzar las estrellas. Gracias, Abel, por sacudirnos las entrañas con tus poemas hechos con sangre y con alma. Gracias a todos y a todas por ser y estar.
Seguiremos batallando en este mundo en el que la poesía, la literatura siguen siendo un lujo, un lujo que, por fortuna, aún nos podemos permitir, que nos procura vivir más y mejor.
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