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lunes, 1 de febrero de 2010

Reflexiones sobre nuestro carpetovetonismo o endogamia perversa

España, país de países, nación de naciones, una y plural, una y trina, como el Espíritu Santo: Vascos, catalanes y galegos, el resto conquistados, tendidos bocabajo al sol poniente. 

España cañí, con eñe de coño, y eñe de ceño fruncido, apártate pa' allá, calamidad, que este es mi huerto, "arímate" pal otro lado, que aquí campo yo, Alicia y sus animalitos azul turquesa en el país de las desmaravillas, corrupción a todo dar, salarios estratosféricos para gentes de mando y ordeno, miserias para los "probines", alejados del pesebre, siempre el mismo cantar... de los cantares. 
En este país para triunfar hay que ser analfabeto, cubista y feo (con perdón de Picasso y Rosy de Palma), no se puede pedir más. 
En este país, para triunfar, hay que encerrarse cual gorila bajo la espesa niebla de los corrimientos, en algún caserón, o entrarle al plato, o sea, el plató plateado, ser hijo, hermano, nieto, o primo de algún Primo, codearse con los gordos hechos a base de comida rápida, estar enchufado a la corriente voltaica y oportunista del momento, apegarse a algún partido político, militar en las filas sindicalistas, lamer el culo a Cristo y a su madre (pobriña virgencita María), tragar lo que te echen en la pila, dejarse dar por el culo, ser amanerado y tener familia superproductiva, esquizofrénicamente productiva, empresarial, mear en el pilón vecinal, comunitario, y hacerle la rosca y el roncón de huevo y mantequilla a quien se digne tenderte una mano. 

Hay que prostituir el alma, el ano, la respiración para lograr sobrevivir contra viento y soplón. Si quieren les sirvo un Palo Cortado y una ración de mejillones. Marchando. Si quieren les lamo los zapatos por el mismo precio, IVA incluido. Marchando. Si quieren me arrodillo ante ustedes, sus señorías, para que se sientan aún más crecidos. Marchando. Qué ruede el vino peleón y la sonrisa imbécil, bola de pendejos. Qué ruede lo que tenga que rodar, penitentes. 

Se creen que estoy dispuesto a bajarme los pantalones para chuparles el sagrario. Qué ruede lo que tenga que rodar, ya lo había dicho, que ya va siendo hora de que este país se culturice y se deje de idioteces y de imbéciles crecidos como si fueran pensadores a lo Rodin. 

En este país están ocurriendo las mayores atrocidades nunca vistas. Nada que nos pille de sorpresa. Siempre la misma historia, que si el paro disparado, que los inmigrantes sin cabida, que la hostia puta... España, o lo que queda de ella, vive y respira como un país tercermundista, bueno, El Bierzo pertenece al Quinto Mundo, que ya es chingarse. Aquí la cultura está en el bar, y la opinión sesuda se gesta en el restaurante, en las comidas de trabajo, que son puro cachondeo. Pena le da a uno cuando no ve más que miserias espirituales. 
¿Adónde está nuestra espiritualidad? ¿Qué queda de aquella, otrora reserva espiritual de Europa? Para qué amargarse, si no somos capaces de ver más allá de nuestro narizón, aunque la verdad tampoco nos dejamos cultivar, ni instruir, mientras seguimos atopando, que dicen nuestros hermanos gallegos, en las mismas tierras yermas, yermos de tanto saquearnos. 


El país que tenemos es, en definitiva, el que nos merecemos, y no le busquemos tres pies a la gata, aunque no todos estemos conformes ni seamos idiotas perdidos, quede bien clarito. A unos les va bien en la burra y tiran para adelante; a otros les va de puta pena en la mula y tiran para adelante, porque tampoco saben que existen otros mundos, ignoran que hay mundos espirituales (cada día menos), mundos de sueño y verdad que podemos construir; sí, aún quedan lugares habitables, qué optimista me siento, aún es posible respirar, porque que a uno lo dejen respirar es ya todo un logro, no se vayan a creer, por fortuna, aún me queda el consuelo de construir mi propia realidad.

No estoy por la labor de que nos enculen y se meen encima de nuestras calaveras, que siga el Tiburón meneando su culito y el "fijodalgo" de turno le meta mano a la administración pública, que se corrompe y nos invade con su esquelética y estúpida castración, que el meneíto nos siga jodiendo con sus ruidos e infamias, que el bakalao nos pesque a todos confesados y con el escapulario colgado de los cojones, y a ellas de las perolas, no, señoras y señores míos, hoy no me siento con fuerzas para adaptarme al sistema, comme il faut, hoy también me he tomado unos cuantos tripis y benzodiacepinas (es sólo una pose ante la barbarie), que me tienen motorolo y guasón, porque uno también tiene derecho a rendirse a la pos-modernidad. Acaso yo también soy vulnerable y caprichoso y quiero mi luna de plástico, mi luna volcánica y eruptiva, mi látex de literatura y condón, hechos a bote pronto y sin muchas ganas. A decir verdad, la vida de algunos destila ambrosía barata por doquier.



En este jodido país se mira con ojos de ciego, se toca con manos abotargadas, los sentidos están obnubilados, el delirium tremens azota poniente sur, norte de marejada y tromba, los sentidos se atrofian cuando uno se deja llevar por la corriente, río abajo, por la corriente contaminada y vulgar, Ría adentro, por la corriente herrumbrosa, oxidadas las vísceras de tanta obcecación y avaricia, envidia y zorrería elevadas a la categoría de lo sublime pervertido. 
Tomemos nuestra ración diaria de prozac o fluoxetina en espera de un porvenir mejor, más halagüeño. Tomemos prozac para inhibir su serotonina, su 5-HT, que es como inhibir la angustia de vivir, tal vez en espera de no convertirnos en bulímicos nerviosos. 
Vivamos apegados al sistema, aunque no nos llevemos bien con su familia, ese sistema devorador y psicofreniforme. Desde que algunos descubrieron que la literatura es una mina, como la Lucía y su sexo, una mina bien vista, esto es, la literatura ponzoñosa y mal hecha, todo dios se pone manos a la obra a ver si suena la flauta. A veces suena, qué bien, qué bonito, ¿no?, que así, de la noche a la mañana, y en una pasadita, te topes con un premio de algunos quilos en las manos. Da como envidia el dinero (que para eso "semos epañole"), aunque no está bien decirlo.
Lo que más jode es que la guita siempre vaya a parar a las mismas arcas, a los mismos caretos-millón, con pinta de banqueros, constructores, futboleros estrella y estrellas de los "media", y que la mierda inunde a los otros. Si tu eres el otro, date por besado, o sea, trincado.
Después de todo, Lucía y su sexo, por no decir otros muchos y muchas, no sólo se preocupan por orgasmear sus delirios sobre papel, que no es moco de pavo, sino flujos e influjos con ínfulas literarias, no se vayan a creer, y lo demás es cuento, cuento chino, cuento de gallo capón, cuento de vidilla obsoleta, inservible. 
Que cada cual se lama su sexo como mejor pueda, y los demás que lo veamos. El voyeurismo es vicio bien español, por eso gusta tanto el Gran Hermano que nos castiga día y noche (por ahora finiquitado hasta próxima edición), y nos gusta mirar a los otros, porque en el fondo nos sentimos identificados con ellos, uno también es un mono hecho hombre por obra y espíritu de otros macacos; y todos vamos en el mismo barco, aunque algunos consigan flotar, gracias a un iceberg de mierda; haylos, no obstante, que prefieren caca disfrazada, que no huela a tal. En cualquier caso, a todos nos brilla el pelo de tantos líquidos como nos embadurnamos, a este ritmo trepidante el consumismo desbocado y homicida acabará con nosotros, desamparados monos, y ya no habrá más primates dispuestos a comerse el marrón, entonces se inventarán extraños métodos para hacer que aparezcan otros bichos, que flotarán a través de aparatejos cuasi inimaginables; para ese momento algunos estaremos, a buen seguro, contemplando la levedad ontológica dentro de algún agujero negro, en una dimensión ahora desconocida, que abrirá sus puertas, de la percepción, para sentirnos a gusto y protegidos, quizá nos conceda los privilegios que nunca tuvimos la oportunidad de gozar, y hasta puede que reventemos de placer sintiéndonos más poderosos que Jesucristo, que se cubrió de lágrimas el día de su resurrección, acaso porque no podía creerse lo ocurrido, le parecía un sueño dentro de una elocuente pesadilla.
Jesucristo soñaba en vacío y con las manos clavadas aunque mecidas al viento, Jesucristo nos dijo, una vez, que volvería a lamer la realidad con entusiasmo, luego de su resurrección maldita, pero creo que él lo que ansiaba de veras era pudrirse en la tierra, sufrir y sentir la muerte real, la muerte que glorifica al ser humano y hace más inhumano al Dios que se dice omnipotente. 
De todos modos, hay ilusiones para todos los gustos, hay alucinaciones para dar y tomar, y todos estamos anclados en un atolladero sin solución de continuidad. Dios es una alucinación. Y España un circo ambulante, frikis incluidos, en el plató de una charcutería lacrimosa y trasnochada.

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