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miércoles, 26 de febrero de 2020

Nochebuena en El Kantaoui

24 de diciembre de 2019

Dos reflexiones al menos hoy, Día de Nochebuena, eso nos anuncian, acá y acullá, porque en realidad somos más parecidos de lo que creemos los seres humanos en la Tierra. Por eso, es necesario salir de la caverna y adentrarse en la jungla, aunque sea de asfalto, en la selva, en la sabana africana, en el desierto...
El Kantaoui

Primera reflexión o alto en el camino. Hagamos paradas como Cristo redentor. O algo tal que así.
Si hasta en Túnez celebran Noël, la Nochebuena, la Navidad. Qué curioso y sorprendente. Y eso que son islámicos. 

Cristianos, judíos y musulmanes, todos igualitos, cortados por el mismo patrón, vestidos con los mismos harapos, no nos engañemos, aunque unos sean más iguales que otros, como nos dijera el bueno de Orwell en su Rebelión en la granja, ese visionario autor que acertó de pleno con su 1984 y la sociedad en la que estamos viviendo. Todos bajo el yugo-sistema capitalista y antropófago. Para qué digan que no existe ya el canibalismo. 
El Kantaoui

Y si todo quisque/quisqui o todo Cristo es igual, en el sentido de que nos gustan las mismas cosas, a saber, comer, beber, ligar, relacionarnos, etc. [Incluso a los sin dios nos gusta eso mismo], a cuento de qué se pelean los que se creen de diferente religión. Si toda religión es una farsa de órdago a la grande. Y toda religión se me antoja opiácea, una adormidera de mucho cuidado. "Su religión es una chochez de viejas que disecan el gato cuando se les muere”, escribe el lúcido Valle-Inclán en sus Luces de bohemia a propósito de la religión en España
Puerto de Yasmine Hammamet

Está todo montado sobre un vil engaño. Y todos y todas desplazados a través del raíl de la muerte, en un tren hacia la nada. Disculpad mi nihilismo.
En todo caso, que no os tomen el pelo con otras vidas. Sólo tenemos esta. Y debemos sacarle partido, aprovecharla, porque es única e irrepetible. Carpe diem. El club de los poetas muertos. Y malditos. El malditismo como una forma de desafío a dios, a las divinidades, a los mitos. Del mito al logo. A la mierda con los sueños y los silogismos.
Playa Yasmine

Hecha la primera reflexión, ahora llega la segunda: ¿por qué tendemos a irnos lejos, a viajar a otros lugares, cuando ni siquiera conocemos nuestro entorno? Y lo hacemos todos. Y todas. Verdad?
Uno mismo ha venido a Túnez pudiendo estar en el Bierzo, recorriendo las sendas eremíticas del valle de Silencio. O bien adentrándome en Urdiales, como cuando era un rapaz, o bien en Los Montes. Tras os Montes. ¿Qué habrá? Lobos y bosques para perderse. Cada vez menos porque los humanos somos unos carniceros de la hostia y además unos incendiarios del copón.
En la medina de Yasmine

Prosigo con esta reflexión. Durante todos estos días, que llevo en Túnez, he salido a ver mundo, a visitar lugares, no tantos, no os creáis, lo que me ha permitido el tiempo y mis pies andarines. Y hasta casi hoy no había reparado en la lindura del entorno de Yasmine Hammamet. Con su Carthage Land [en realidad sí le había echado el oclayo, pero de a poquito] y toda esa medina [en verdad artificial, pero que da el pego, incluida una Torre del Oro a imagen y semejanza de la sevillana. Y con Sherezade en la punta de mis mil y una noches, que es como la eternidad y un día]. Siempre fantaseando con algún paraíso, a ser posible terrenal, carnal.
Torre del oro en Yasmine

No acaban de convencerme los decorados. Pero en cine funcionan la mar de bien. Y Fellini, amen de otros muchos directores, han sabido sacarle jugo.
Yasmine Hammanet, ademas de sus muchos hoteles con estrellas, tiene una playa que le permite a uno darse grandes paseos. Y su puerto también tiene mucho encanto. Un puerto en manos de un avispado español. O eso reza en algún rótulo. Será, imagino, una empresa constructora española a tenor de su nombre, mejor dicho apellido: Rodríguez Group. Por cierto, no encuentro turistas españoles ni a babor ni a estribor, ni en proa ni en popa.
Ayer, sin ir más lejos, me fui al puerto de El Kantaoui, con fama de lugar emblemático, que lo es. Y realmente bello bajo una luz mágica.


El Kantaoui queda a unos pocos kilómetros del centro de Sousse.
Lo mejor, en este país, es tirar de louage, nuestro blablacar, para distancias considerables, a partir de 50 kilómetros, y de minibuses o taxis [conviene negociar el precio, aunque si se deja "rular" el taxímetro tampoco es tanta ruina].
Creo que al final me he enredado algo pero lo que deseaba es dejar claras estas dos reflexiones de esta Nochebuena, que pasaré en el hotel Lella Baya, solito, con mi propio cuerpo a cuestas. Y con el espíritu, eso sí, siempre volando cual pajarito adonde haya calor y luz.
Ha sido mi elección, mon choix.
Medina Yasmine

El lunes se fue el bueno de Joel, que contaba cosas muy interesantes. Y hoy mismo se ha ido Angélique, francesa que vive en Rouen [la localidad de Juana de Arco, ved por fa la versión de Dreyer, con Artaud como monje loco] con quien  he pasado momentos bien agradables. 

Con Artaud también he disfrutado momentos gloriosos de teatro, de cine, de poesía.
Os deseo una saludable Nochebuena. Me gustaría dejaros, como un Papá Noël humilde, mi aguinaldo de fotinas. 
Quiero dejaros unas imágenes de El Kantaoui y del entorno de Yasmine Hammamet. Vayan aquí. 

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