Vistas de página en total

miércoles, 26 de febrero de 2020

Todo llega a su fin, también en Túnez

Mi estancia en tierras tunecinas está llegando a su fin. Todo llega a su fin. Bien lo sabemos. Aunque a veces nos hagamos los mensitos o los pelotudos. ¡No te has güey, pendejito!
Puerto Yasmine
Todo llegará a su fin en este universo infinito o finito pero ilimitado. Pues no limita ni con dios bendito.¿Quién le pone lindes al espacio?
Pero por ahora deseo seguir repensando la realidad o irrealidad que he vivido, que aún sigo viviendo, habitando por un tiempo [el tiempo sangre, el tiempo oro] en las arenas de Yasmine Hammamet [me invita a soñar el término Hammamet, de hammam, tanto que le gusta a esta gente darse abluciones, el baño como relax, la talasoterapia como algo extraordinario].
Puerto Yasmine

En realidad, Hammamet es un gran balneario y un lugar con una luz inspiradora. La luz de aquí me ha tocado el alma. Y espero volver a bañarme en este mar de luz, con aroma a jazmín, mientras resuena el almuédano, que es como un cante hondo y flamenco.
Nosotros hemos heredado asimismo una parte de su música. de su música arábiga. Y de su sangre. Y de su arte en general. Por eso debemos ser agradecidos con el pueblo tunecino. Ya sabemos que capullos los hay por doquier. Pero la gente amable y hospitalaria también se encuentra aquí, y allí.
Puerto Yasmine

Mi ultimo tiempo en Túnez deseo gastarlo rememorando mi estancia. Quedándome con lo bueno, que ha sido todo, la verdad. En el fondo, aún no he abandonado el país.
Una vez más, me doy cuenta de que me iré sin conocer tantos lugares [perdón, sin haberlos visitado, conocerlos es otra cosa mucho más seria y enjundiosa]. 
Yasmine Hammamet
En realidad, uno no conoce casi nada. Y pasa de puntillas por todos los sitios. Uno y otros. No os creáis. 
Sólo sé que no sé nada. Y lo digo con humildad. Y con el deseo de conocer mucho más, de aprender y aprehender cada día, de saber algo más. 
En verdad, dedicarse a la docencia es un privilegio porque más que enseñar nos permite aprender cada día. Y eso es magnífico. Nunca te acostarás sin aprender una cosa más (mucho más está apareciendo por ende, por ende en baxo), recuerdo que decía -quizá lo siga diciendo-, mi madre, que estará -está ahora en la ciudad de León-, adonde espero regresar también después del final de mi viaje aquí, eso sí, haciendo escala en la capital madrileña [Madrid como ciudad en la que me gusta pasar algún ratín tanto a la ida como a la vuelta de mis viajes por el mundo adelante. Madrid como ciudad que también resulta bien inspiradora o inspiratriz].
La Goulette

Así que ahora sé que en algún momento tendré que regresar a Túnez, aun sin haberme ido, para bañarme en su luz y en sus aguas azul turquesa, en la pureza de sus cielos, acaso prometidos. Y visitar algunos lugares como Tabarka [también en Alicante está la isla de Tabarca, muy chula] y Bizerte o Bizerta. Y tantos otros lugares.
Ayer pude acercarme a La Goulette, donde está el puerto de Túnez capital y sobre todo una preciosa playa, prácticamente vacía, sin gente (Tunisia vacía y vaciada, como España, es un decir). 
La Goulette
A finales de diciembre se me antoja maravilloso dejarse empapar por el agua del mar, bajo un sol radiante. Y luego pasearme por la animada avenida Bourguiba, donde se hallan todos los grandes hoteles y restaurantes y bares [por estas veredas y en sus calles aledañas, como la rue du Caire] de la ciudad moderna.
La Medina es un punto y aparte. Con mucho encanto, sin duda.
Medinear es un ejercicio que conviene realizar de vez en cuando aunque uno no baje a comprar al Moro. Sólo a dejarse ir, a fluir con el paisanaje.
La Goulette

Ayer, con la puesta del sol, Yasmine Hammamet lució como una diosa de carne y hueso. Con sus barcos anclados en la Marina, en el puerto.
Y hoy, antes de la puesta de sol, Yasmine volvió a ofrecerme un espectáculo luminoso impagable. Una gran belleza. La luz solar, una vez más, puede llegar a embellecer el paisaje de tal modo que este resulte puro arte. Paisaje y paisanaje fundidos en amoroso abrazo.
Ahí reside asimismo la fotogenia cinematográfica, en su iluminación embellecedora, aunque en este caso la fotogenia se consiga con luz artificial, con retoques, montaje, efectos, entre otros.
La Goulette

Por cierto, el hotel Lella Baya me recuerda  a aquellos exines [no sé si se escribe así, creo que sí] castillos de mi infancia creyente en Reyes Magos y Hadas buenas.
Continúo, mientras me tomo una cerveza Celtia, que a poco es celta, como el Celta de Vigo, o bien como los celtas aquellos que llegara a fumar mi padre. 
Mi padre y mi madre como pilares de mi existencia. Ellos sí que son los pilares de la Tierra.
Va por ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario