Omar Alvarado: "Todo ejercicio compositor, sea de forma directa o inversa requiere buscar (encontrar) un momento de lucidez"
ileon.com | 28/09/2016 - 11:04h.
El polifacético Omar Alvarado, autor de 'Lágrimas de Bambú' o 'Nucarel', que en estos momentos está en Canadá, ha vuelto a escribir con fuerza y decisión una novela de aventuras cotidianas en formato 'road-movie'.
Autodenominado "legio-centrista', con un plano de traslación alrededor de León, "variable pero firme", Omar Alvarado es sobre todo un aventurero, al que podemos encontrar en cualquier parte del mundo, ya sea en Gijón, Madrid, Bogotá, Sao Paulo o Ryad, "cortas o largas temporadas", señala él, quien también se define como un enamorado de las montañas, tanto es así que la llamada de "sus montañas ancarinas, bercianas, de Fornela, Laciana, Babia, Omaña, Argüellos, Cabrera, Alto Eria, Riaño o Picos de Europa" le dejan claro de dónde es y adonde quiere volver siempre, "donde los planes y proyectos de vida son inagotables".
Su profesión de Ingeniero en Telecomunicaciones y sus curiosidades -es un espíritu inquieto- le han permitido viajar por todo el mundo. Fruto de estos viajes, Omar ha publicado libros como 'Lágrimas de Bambú', en el que recoge sus impresiones y experiencias viajeras por diferentes rincones del planeta Tierra, entre ellos seis países y cuatro continentes. O bien 'El juego de Somerset', una novela de intriga, misterio, suspense.
Asimismo, ha publicado el poemario 'Nucarel', ilustrado por la poeta leonesa Nuria Antón. Recuerda Omar que este libro fue un maridaje apropiado y oportuno porque se conjugó, en su opinión, un momento de encuentro y lucidez, de entendimiento y complicidad, que ambos aprovecharon.
"Una fantástica experiencia, como todas las que, llegados a un punto de tu carrera creativa, ya casi sin sorpresas, te devuelve el espíritu primitivo. Ambos lo disfrutamos y yo, gracias a eso, pude dar curso a una de las tareas que tenía pendientes: sacar a la luz un poemario", aclara Omar, quien por lo demás cree que su formación poética es bastante clásica y sin sorpresas: «versos medidos y rimados y temática basada en lo que significaba el metabolismo de un 'chaval' de 20 años, que fue cuando compuso la mayoría de los poemas; romanticismo desbordado; sin más".
En cualquier caso, la poesía fue su bautismo como creador -asegura él-, como una evolución natural y coherente. Y en este mismo sentido surgió su deseo por componer temas musicales, habida cuenta de que Omar es también cantautor. Y música y poesía van de la mano, no sólo en su caso, sino en general, porque la música y la poesía son ritmo.
«Tuvo que existir primeramente, por supuesto, una guitarra, en los inicios como un elemento de amalgama grupal y, a continuación, casi como terapia más que otra cosa, y esperar posteriormente a darle otro sentido más creativo, lo cual requería de un trabajo de interiorización y definitiva expresión en forma de melodías y poemas».
"El poemario 'Nucarel' fue una fantástica experiencia, como todas las que, llegados a un punto de tu carrera creativa, ya casi sin sorpresas, te devuelve el espíritu primitivo"
Si bien reconoce que dejó de escribir versos «en bruto» hace muchos años, casi desde que comenzara a acometer desafíos narrativos, ha continuado conjuntando letras para las melodías de sus canciones. «Todo ejercicio compositor, sea de forma directa o inversa (quién fue primero... ¿la música o la letra?), requiere buscar (encontrar) un momento de lucidez y aprovecharlo, aunque te sientas algo inseguro al principio con esa «promiscuidad» de lo que surge a borbotones y, sin pedir permiso, se instala en el 'hueco' que se abrió en el tiempo, como diría Jung, y que tiende a ser ocupado por la voluntad convencida, en mi caso, fanática... al menos en esos momentos de lucidez».
Con 35 años dice haber sufrido una crisis, digamos creativa, porque sentía que se había quedado vacío, o mejor dicho había vaciado al completo su fondo de retenciones oníricas, que, según él, hemos venido heredando, en un cincuenta por ciento, de la psiquis común, y el otro cincuenta por ciento restante a lo largo de esas etapas de crecimiento a 'esgaya', con una absoluta permeabilidad en lo referente a sensaciones, emociones y creencias.
No obstante, Omar ha continuado escribiendo y publicando, persistiendo en el empeño, intentando, señala él, el juego de la escritura bajo demanda (presentándose a certámenes con temática específica). En el fondo, se sintió victorioso por el objetivo alcanzado porque «efectivamente podría crear una obra encorsetada en temática y plazo de entrega», matiza con sentido humorístico, aunque no consiguiera ganar los certámenes de marras.
Recuerda que lo mejor de su faceta literaria, más allá de alzarse con algún galardón literario, ha sido ejercer como profesional del párrafo y la trama. Y cómo, tras recibir «una hierofanía nocturna (precisamente el 20 del 02 del 2002)» se decidió a afrontar el reto de crear una novela policíaca, si bien tampoco compró «su libertad» con los beneficios obtenidos, «que era lo único que pretendía», precisa Omar, que desde esa época ha debido de comenzar unas diez o doce obras, cuatro o cinco capítulos, 40 o 50 páginas cada una, que han ido quedando aparcadas, a resultas de su desmotivación.
Sea como fuere, se siente más vinculado, por orden de prioridad, con la faceta musical, y está convencido de que «no podría escribir mejor de lo que ya lo había hecho». Sin embargo, este aventurero, que está ahora en un nuevo punto de inflexión, ha vuelto a escribir con fuerza y decisión una novela de aventuras «cotidianas» en formato 'road-movie', especifica.
«Ya llevo ocho capítulos y unas 130 páginas terminadas. Mi intención era tirar hasta el final, y por lo que pienso y por lo que ya me conozco, me iba a salir uno de mis 'tochos' de más de 600 páginas, pero 'mis lectoras' me convencieron de que adoptara el formato trilogía, así que a este ritmo de producción, si no se me desprende el 'enchufe', para finales de octubre espero tener terminada la primera entrega; no hay título aún, pero la micro-sinopsis rezará: De Finisterre a Astorga... y hasta aquí puedo leer...», nos cuenta el autor de 'El rumor del letargo' (una obra sobre el pueblo de Riaño antes de que quedara sepultado bajo las aguas del pantano).
(En este enlace de ileon.com figura toda esta fragua dedicada a Omar Alvarado)
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