Hagamos memoria, sí, volvamos al pasado, ese tiempo escrito con sangre, tiempo de barbarie. Volvamos a desenterrar esa memoria. Un esfuerzo más.
Hagamos memoria, porque a través de la memoria
somos. Y estamos en el mundo.
¿Qué sería de nosotros sin memoria?
La memoria, esa fuente de placer, y en ocasiones de
dolor. El dolor, ay, por los muchos represaliados y represaliadas durante la
Guerra Incivil y la posguerra atroz, que sufrimos en esta España fratricida.
¿Cómo pudimos asesinarnos entre hermanos?
¿Cómo pudimos permitir tal aberración?
"Antes de pegarle a un hermano, me corto la
mano", recuerdo que le dijo, en el transcurso de una pelea entre
hermanos, un querido paisano minero a otro.
Recuerdo aquellas palabras como si fuera hoy mismo.
Aquel hombre, minero y vecino, también quedó atrapado,
por desgracia, sepultado bajo un costero.
Qué cabrona se vuelve la vida por instantes, mejor
dicho la muerte, que siempre anda acechando tras las sebes, que siempre anda
segando vidas como aquellas guadañas que utilizaran, no hace tanto tiempo, en
el Bierzo Alto los hombres de campo. En el Bierzo, nomás.
Más de quince años de Memoria Histórica tal vez
no sean muchos pero sí los suficientes para seguir recordando, desenterrando a
nuestros muertos y nuestras muertas de las cunetas, los caminos y las fosas
comunes, desenterrando, sí, a quienes fueron fusilados sin piedad y con mucha
mala saña. Por eso es
conveniente hacer justicia de alguna manera, sin revancha y
sin odio aunque siempre con mucha dignidad. La dignidad como principio.
Desde que tengo uso de razón, y corazón de quijote,
he sentido debilidad y admiración por aquellos que pudieron abandonar nuestra
matria para que el toro fanfarrón y esperpéntico no les cogiera por donde más
duele. Algunos, en cambio, no pudieron largarse.
Cogida, muerte y llanto.
Algunos no pudieron largarse. Como le ocurriera, por
ejemplo, a Lorca, uno de los más grandes poetas que diera el siglo XX.
Granadino de campo y enorme en su ingenio, chispa y buen hacer poético,
dramatúrgico..., diablillo rojo que, por circunstancias y acaso ingenuidad o
valentía o lo que fuera, se quedó en esta piel de toro Osborne a que los hijos
fachorros de su chingada madre le dieran gatillazo.
"Hombres de simiente podrida que encharcaron la
alegría de los campos", que enturbiaron su potencia poética. Bestias
que enfangaron a tiros el humor y el duende de un auténtico genio.
Recordemos que en el Bierzo también se impuso la barbarie. Y en mi
pueblo de Noceda del Bierzo los fachistas causaron un daño
inmenso. En la zona del Sardonal siguen enterrados a buen seguro los huesos de
algunos torturados. Las lenguas aseguran que hasta los enterraron vivos en una
poza, arrojándoles tierra y piedras.
Algunos gozaron de mejor suerte y pudieron hacerse al monte o al mar, el monte o la muerte,
la mar o la muerte, embarcándose, quienes por fortuna lo lograron, hacia
nuevos mundos: México/Méjico, Argentina y Francia fueron refugio de exiliados
republicanos, tal vez por esto siga sintiendo devoción por estos países.
La Guerra Incivil, con su
carnicería fratricida, y la posguerra de hambrunas y persecuciones, con miles
de enterrados y enterradas en cualquier
lugar, en cunetas varias, en fosas comunes, nos han dejado heridos... de
muerte, y nos resulta difícil sobreponernos a tanto salvajismo.
“España es un país de cabestros… en España
pesan mucho los muertos y la muerte”, escribió el Nobel Cela en
San Camilo 1936, novela escrita en
defensa de quienes padecen la historia, narrada con una potencia lírica
sobrecogedora.
En realidad, “los españoles vivimos en permanentes
guerras civiles -asegura Cela-, todos contra todos... el español se avergüenza
de su pasado pero teme a su presente y se desentiende de su porvenir”.
Vivimos en compartimentos estancos, cada cual va a
su rollito, los vecinos no acaban de entenderse, cada autonomía barre para su
casa, algunas más que otras. España, con eñe de coña, sigue siendo una piel de
vaca machorra o toro castrado, con cornamenta salida de madre, fracturada,
dividida, invertebrada, con un pasado sangriento y un futuro bien incierto, en
lo económico, en lo social, en lo cultural, en casi todas las esferas, porque
el nuestro is different, entre la
Europa desarrollada y el cuarto mundo insostenible, sobre todo para los muchos
desheredados de esta sociedad, que tienen serias dificultades para llegar a fin
de mes o literalmente no llegan.
¿Qué habría sido de este país, en caso de
que hubiera prosperado la República?
Otros horizontes, otros derroteros, sin duda más
alentadores, pero España nunca ha permitido ni permitirá que todos seamos más o
menos iguales, que triunfe el socialismo de verdad, porque el nuestro sigue
siendo clasista, pícaro, hidalgo, realengo, un país de paisitos que adora a los
trapicheros, a veces disfrazados bajo el manto negruzco de empresarios y
banqueros, constructores y políticos de altos vuelos, mientras que continúa despreciando
a sus obreros y auténticos pensadores.
La amnesia no
es buena compañera de fatigas. Y los españolitos y españolitas, al igual que
tendemos a lo tragicómico, también nos da por hacernos los desmemoriados.
Me atrevería a decir,
parafraseando al filósofo Adorno, que después de lo ocurrido en la Guerra
Incivil (véase asimismo Auschwitz), se
me hace difícil leer incluso este texto. Y por supuesto deja de tener sentido
casi todo, salvo filosofar. Por tanto, os invito a filosofar y a que hagamos memoria.
(Grabación de Jesús Palmero)
https://www.youtube.com/watch?v=s_pdfVA621g
(Grabación de Jesús Palmero)
https://www.youtube.com/watch?v=s_pdfVA621g
Manuel, tus palabras siempre bien escritas. Llevas razón. Siempre la Guerra Incivil. De acuerdo, ya lo sabes. Todo sucedió por falta de cultura, que es lo la R.A.E. entiende por incivil. Cuando no hay cultura y hambre, unos contra otros. La Memoria, siempre, debería ser universal. Nunca decantarse a un lado, porque entonces no sería ética. Yo, estudié Primaria en Madrid. El colegio donde asistía había sido una “checa”. Barbaries por todos los lados. De ahí, su incivilidad. Mi padre me contaba cómo un día vinieron un grupo de fachistas, pero de los otros, que llegaron a buscar a mi abuelo para darle “el paseo”. Por fortuna, llegué a conocerlo años más tarde.
ResponderEliminarNo estoy seguro de lo que hubiese ocurrido caso de proseguir la segunda República. Había mucha falta de cultura, pobreza y eran los años de efervescencia de la Tercera Internacional Comunista, que acabó con las libertades individuales. Con los años se vio su resultado. La Guerra, ¡qué te voy a contar que no sepas!, ¡Nunca Mais!, pero aplicado a el tema que comentamos.
Por tanto, Memoria Histórica, sí. Para todos y con el ánimo de reconciliación. Si tenemos que esforzarnos, ¡adelante!
Por supuesto, ni más Auschwitz, ni más checas. Todos los fachistas que existen en todos los bandos, ponerlos en ridículo cuando se conozcan y, por todos los medios, darles educación, cultura y convencerles dónde está la verdadera felicidad que, ni más ni menos, es vivir como hermanos. ¡Qué difícil!, ¿verdad?
Repito, ¡felicidades por tu discurso!