El laísmo no es un movimiento de vanguardia, como lo fueran el surrealismo, dadaísmo, cubismo y aun otros muchos ismos, aunque pudiera creerse que el laísmo, si se analiza bien, tiene mucho de surrealismo lingüístico, y sobre todo de surrealismo dalianiano, pues era Dalí un tipo al le importaba un “carallo” si las palabras se escriben con “be” o con “uve”, con “hache” o sin ella. Que el personal hable en un laísmo constante y malsonante no debería alarmarnos en principio porque si vemos la televisión, escuchamos la radio o leemos los diarios hasta los presentadores y aun otros muchos periodistas y comunicadores le arrehostian unas patadas al lenguaje que nos hielan la sangre.
Que cada cual hable como le salga de la punta de las entretelas, aunque no se entienda ni Cristo bendito, que es más o menos lo que ocurre con el euskera que se habla en un caserío y el que se habla en otro.
Que cada cual hable como le salga de la punta de las entretelas, aunque no se entienda ni Cristo bendito, que es más o menos lo que ocurre con el euskera que se habla en un caserío y el que se habla en otro.
El laísmo es un vicio bien extendido en la provincia de León, y sobre todo en la ciudad, aunque en Valladolid y Madrid el laísmo también es común y frecuente entre la población. Siempre se nos dijo, cuando éramos unos renacuajos, que donde mejor se hablaba en España era en Valladolid. Que me disculpen, pero eso sería en tiempos de Franco o cuando Cervantes escribiera el Quijote. Por fortuna, en el Bierzo no le damos al vicio del laísmo, aunque le demos a otros vicios y perversiones linguales. En cambio, en la ciudad de León la gente utiliza el la la la hasta para cocinar los verbos en el microondas de las sorpresas: “la dije que viniera esta noche,” “la compré un traje guapísimo”, “la escribí un correo el otro día”, “la leí un cuento fantástico”, y así en este plan hortera y finolis, que viste moda pija y queda en boca de quien así habla como una cagada de vaca charolesa, por ejemplo.
Esto del laísmo, además de ser una metedura de pata hasta el corvejón del lenguaje, es como un afán por parecer distinguido y bien hablado, y un deseo inconsciente o subconsciente de feminizar el palabrerío. Pues, feminicemos diciendo la médica, la estudianta, la música (al referirse a una mujer músico) y hasta la "miembra", etc; ahora que tiene gancho el feminismo entre la intelectualidad y politiqueo andante.
Pero prosigamos con el laísmo la la la, que nos hace recordar a la Massiel de la Eurovisión y al oh là là de los franceses, quienes, además de feminizar la lengua, distinguen a la perfección lo que es un indirecto de un directo, y jamás se les ocurriría decir “la dije”. Siempre dirán “le dije”. Así son los gabachines.
Te felicito por el articulo.
ResponderEliminarYo soy catalan y seguro que metemos la pata hablando,pero esto de la moda del laismo de los madriles,que encima se creen que hablan bien,como en programas deplorables(salvame,gran hermano ect..)me hierbe la sangre.Ya se escribe suficientemente mal con la moda de los SMS,como para que ahora intenten inculcarnos laismos como si
fuese un orgullo,que triste.