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martes, 30 de enero de 2018

La fragua literaria leonesa: Lea Vélez

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LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Lea Vélez: "La literatura es un método para guardar en una caja cosas que se desvanecen con el tiempo"

Manuel Cuenya | 30/01/2018 - 13:00h.

La narradora, periodista y guionista Lea Vélez, autora de 'El jardín de la memoria' y 'La Olivetti, la espía y el loro', entre otros libros, está en la actualidad con algo difícil. Como siempre.

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Narradora, periodista, dramaturga, exitosa guionista de cine y televisión, Lea Vélez tiene una mente prodigiosa. Con un extraordinario coeficiente intelectual. Es superdotada. También lo son sus dos hijos. A quienes dedica su libro 'Nuestra casa en el árbol' (Destino, 2017). Y lo era su marido George, fallecido por cáncer, a quien rememora en 'El jardín de la memoria' (Galaxia Gutenberg, 2014), tal vez su obra más emociónate. Y reflexiva, en la que encuentra su voz más profunda.
En este caso, su escritura funciona no sólo como catarsis sino como refugio, como una forma de salvación, una metáfora de la supervivencia contra el olvido, un modo de convertir en inmortal a su ser querido. Un libro sobre la muerte pero también sobre el amor, los grandes temas (casi únicos), como nos dijera el gran Rulfo, de la literatura, de la literatura con mayúsculas.
Además de relatarnos los últimos meses de la vida de su marido (también de su historia como pareja) en el otoño en que él le enseñó a vivir y ella le enseñó a morir, nos habla del drama de la familia de su compañero en Inglaterra. Y asimismo de un republicano español, Boix, que fotografió el horror de Mauthausen y testificó ante el tribunal de Núremberg.
"El jardín de la memoria guarda emociones. La literatura es un método para guardar en una caja con forma de libro cosas que se desvanecen con el tiempo. Ese libro es el lugar en el que guardé nuestro amor y al hacerlo, se creó belleza. Abrirlo me causa respeto. Tengo la sensación de que es como abrir una puerta a otra dimensión", apostilla su autora, que lo escribió con  la lucidez que procura asistir a la muerte de un ser amado.
En 'El jardín de la memoria' también aborda el tema del proceso creativo, de su propio proceso creativo, de cómo se va configurando  y estructurando la novela a partir de sus vivencias. Y, por ende, de cualquier otro creador.
En este sentido,  está convencida de que "la literatura es un mapa al interior del escritor, pero también al interior del lector y no tienen necesariamente por qué coincidir. Son viajes diferentes".
La literatura, en todo caso, sirve para millones de cosas, según ella, "tantas, que me sería imposible enumerarlas. Cada lector tiene cien utilidades distintas para un solo libro".
Para Lea Vélez no hay diferencia entre la vida y la obra, "aunque te inventes una trama de un señor con barba que viaja a Marte. Misteriosamente, en tu obra, metes cosas de ti que no sabes ni que son tuyas. La ficción es una expresión del alma y el alma no es literatura, es algo real que marca todas nuestras acciones", explica. Tal vez por esto, hay que devolver vida a la literatura, como quisiera Henry Miller, otro coloso de las letras, que le ha dejado huella emocional, porque "escribir novelas es sencillo –precisa–, lo difícil es escribir la vida y que resulte literaria". Como tan bien hiciera, por ejemplo, Anaïs Nin, otro de sus referentes.
Cabe recordar que Inglaterra es para ella otra parte de su mundo, "un mundo original, diferente", pues de allí era su marido. "Siempre miramos mejor aquello que no forma parte de nuestra infancia. Lo examinamos desde otro punto de vista... Soy como las grullas. Cuando en España aprieta el calor, me voy al norte y al fin del verano, bajo al sur. Además, mis hijos son medio ingleses y depende de mí que sigan teniendo al alcance sus raíces. Hay mucha belleza allí y es una especie de paradigma de lo idílico, por eso aparece en mis libros".
Supe de su existencia –lo reconozco– a través de 'La hora cultural', el estupendo programa del 'Canal 24 horas' de Televisión Española que presenta el también guionista y escritor Antonio Gárate.
"Siempre miramos mejor aquello que no forma parte de nuestra infancia. Lo examinamos desde otro punto de vista..."
Y luego la contacté a través de Facebook. Una maravilla, esta época de redes sociales, que nos permiten contactar con gente en todo el mundo. Aunque es cierto que "el cara a cara", de toda la vida, resulta siempre más estimulante y real que lo virtual.
A partir de ese momento me dispongo a saber qué ha hecho Lea en el ámbito profesional. Y descubro que, además de una escritora con proyección, es originaria de León.
León, las raíces literarias de Lea Vélez
"Mis padres son de León, aunque vinieron a Madrid en los años sesenta. En León están mis raíces literarias, pues en esta ciudad se inició la andadura cultural de mi padre, Carlos Vélez", me cuenta ella, que ha nacido en la capital del Reino, donde vive.
Descubro, asimismo, que el periodista Pacho Rodríguez, con quien tuviera el placer de compartir velada en Prada A Tope en Madrid, en noviembre del pasado año,  le dedica un artículo en 'Diario de León'. Con motivo de la publicación de su novela 'El jardín de la memoria'.
"En León... me bañé en el río de Carrizo, enseñé a nadar a niños y a mineros del Bierzo, en pueblos como Cacabelos, Torre del Bierzo o Noceda (mineros de humor excelente, por cierto, que por ser todo músculo se hundían hasta el fondo como piedras entre carcajadas)", rememora.
¡Oh, Noceda. Mi útero materno. No me lo puedo creer! A lo mejor hasta coincidimos en alguna ocasión. Pero no sabíamos el uno del otro. "Durante años fui monitora de natación y daba clases en distintos pueblos. Sobre todo en el Bierzo: Noceda, Bembibre, Toreno, Torre del Bierzo... pero en otros muchos sitios también. Villablino, Valencia de don Juan...", aclara Lea, que se siente leonesa, porque, cuando era pequeña, siempre pasaba sus vacaciones en León, visitando a sus amigos, a su abuela y a sus tíos, "que tienen un chalet en la urbanización Camino de Santiago, que está en Villadangos del Páramo, y allí nos juntábamos muchísimos chavales de la urba", puntualiza.

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