Publicado:
29 Octubre 2016
Charla
coloquio sobre Literatura de viajes con motivo de la presentación de Mapas
Afectivos
En La Casa de las Culturas de Bembibre, asistimos a una charla
coloquio sobre literatura de viajes de la mano de Nicanor García Ordiz y Manuel
Cuenya.
En esta charla coloquio, con motivo del nuevo libro de Manuel
Cuenya, Mapas afectivos, se
habló de la literatura de viajes como la madre o la esencia de la literatura,
de escritores de referencia y libros propios de este género literario, que sin
duda goza de buena salud en la actualidad.
García Ordiz y Cuenya hicieron un repaso por algunas lecturas
reseñables como Donde
Las Hurdes se llaman Cabrera, de Carnicer (un deslumbrante viaje
por olvidada Cabrera), El
río del olvido (un
inolvidable viaje a pie siguiendo el curso del río Curueño) y Trás-os-Montes (un recorrido por una de las zonas tal
vez más desconocidas de Portugal), de Llamazares, el Diario de Viaje, de
Gil y Carrasco, o bien Viaje
del Vierzo (un
apasionante viaje por el Bierzo de los años ochenta, en el que figura Noceda
del Bierzo y la mítica fragua de Pepe Furil) y Viaje interior por la provincia
del Bierzo (un nuevo
viaje por el Bierzo del siglo XXI), de Valentín Carrera, que ha escrito el
prólogo de Mapas afectivos. Y
está a punto de enrolarse en una expedición a la Antártida.
Asimismo, Cuenya trajo a colación a su maestro Juan Goytisolo,
gran viajero y buen conocedor del mundo islámico. Y tuvo unas palabras de
agradecimiento tanto para el escritor y cineasta Valentín Carrera como para el
escritor Julio Llamazares, el cual le dedica un texto en la contraportada de Mapas afectivos:
“Manuel Cuenya viene de la estirpe berciana de Enrique Gil y Carrasco, de
Carnicer, de Pereira, de Mestre, pero también de la rama dorada de los
escritores viajeros (Miguel Torga, Unamuno, London, Chatwin, el propio poeta
errante Baudelaire, quien dijo que viajero es el que parte por partir, la monja
Egerea de la leyenda altomedieval gallega), esos hombres y mujeres que han
vagado por el mundo en busca de explicación a su desasosiego pessoano, a su
incomodidad espiritual y a su afán por conocer países. De Canadá a Marruecos o
al Este de Europa, pasando por Portugal, Estambul o Londres, Manuel Cuenya
recorre el mundo con perplejidad y amor y nos lo cuenta a sus lectores sin
pretensión pedagógica, pero sí con poesía y pasión…
…Lean
estos Mapas afectivos. Es literatura pura, literatura viajera y poética, geografía
sentimental y fantástica, relato y cuento de profundidad”.
Cuenya también hizo referencia al viaje como estructura
narrativa, no sólo en la literatura, como por ejemplo en la novela de Kerouac, En el camino, que
narra un intrépido viaje por todo Estados Unidos, a través de la mítica ruta
66, sino en el cine (otra de sus pasiones). Como ocurre con las películas de
Wenders, casi todas road
movies o películas de
carretera, en las que sus protagonistas están siempre en movimiento, en busca
de su propia identidad.
El viaje como detonante de un camino interior hacia el
autoconocimiento. Ahí está París,
Texas, que nos muestra a un personaje en movimiento que no habla ni
recuerda nada. Y que a medida que transcurre la película descubrimos que camina
en busca de su familia, su mujer y su hijo. O bien determinadas películas del
genio Hitchcock, como Alarma
en el expreso o Extraños en un tren, que hacen uso del tren como
metáfora cinematográfica, el viaje en tren como descubrimiento de otros
espacios y la percepción de otros tiempos. Un viaje en tren como un bello
travelling dentro de una película real. Puro cine y pura literatura.
En esta charla coloquio también los conferenciantes se centraron
en la diferencia entre turista y viajero (el viajero descubre y viaja por
pasión, el turista simplemente encuentra y viaja por capricho).
Y en este sentido Cuenya recordó que el auténtico viajero podría
ser el gaucho Eduardo Díscoli, un argentino que estuvo durante más de siete
años recorriendo todo el mundo en compañía de sus caballos. Y hasta llegó a
hacer escala en el Bierzo.
Los gauchos, que serían descendientes de los arrieros maragatos,
y los nómadas como ideales de libertad. Viajeros intrépidos.
Para finalizar, Cuenya hizo mención a alguna situación kafkiana
que viviera a su paso por la ex Yugoslavia (Macedonia y Serbia- Belgrado) en el
año de 1993, en plena guerra balcánica, desde Atenas a Ferencváros-Budapest,
que cuenta en el capítulo, De
Atenas a Budapest, de
su libro Mapas afectivos.
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