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jueves, 24 de septiembre de 2015

Bernardo de Paz y Álvarez-Nóvoa

Siempre os recordaremos con afecto, queridos Bernardo y Carlos. 
(Este artículo aparece hoy mismo en la Nueva Crónica):



Esta semana estamos de luto. Se nos ha ido el panadero de Noceda, Bernardo de Paz, un hombre que dedicó su vida al trabajo, haciendo tantas hogazas que, poniéndolas todas juntas, una encima de otra, darían para construir una escalera que tocara el cielo, algo así llegó a decirnos su hijo Chente en el funeral de su padre. Por cierto, la misa me resulta cada día más aburrida y falsaria, que me disculpen los creyentes, vida más allá de la muerte, qué cosas nos cuentan los curas, si es que… Nos vamos como un suspiro, y ni nos enteramos porque acaso es la vida es aquello que te pasa, que nos pasa, mientras estamos ocupados haciendo otros planes, como nos dijera el beatle John Lennon. Y ahora nos enteramos del fallecimiento de Carlos Álvarez-Nóvoa, que un día estuvo en Bembibre para contarnos algunos de los entresijos del Séptimo Arte y de las Artes Escénicas. Una velada inolvidable, porque Carlos era ante todo buena persona y un hombre de una gran cultura, con varias licenciaturas, incluso con un Doctorado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Un ser con el que uno conectaba a la primera, como si hubiera una química especial, que diera la impresión y aun lograra que nos conociéramos de toda la vida. Recuerdo con cariño que se desplazó, en su propio coche, desde Sevilla (donde vivía) hasta la villa del Benevívere. Eso fue en el 2011, época en la que uno coordinaba Tardes de Cine. En realidad, el actor Álvarez-Nóvoa, cuyo abuelo paterno, Bienvenido Álvarez-Nóvoa, había ejercido como notario no sólo en Ponferrada, donde permaneció buena parte de su vida, sino en Bembibre, no era la primera vez que visitaba nuestra comarca leonesa. Antes ya lo había hecho para rodar un cortometraje, ‘Trofeo’, a las órdenes del amigo y paisano Valentín Carrera, o cuando aceptó rodar encantado otro corto, ‘33’, de la mano del alumnado de la ex Escuela de Cine de Ponferrada, o bien cuando el Festival de cine de la "Ciudad de la Energía” (glorieta del cine incluida) le concediera un premio de honor en el 2009. Por cierto, en el cortometraje que rodara, en 2008 en la Escuela de cine de la capital berciana, Carlos interpretaba a un extremista religioso cuya misión era la de crucificar a un profesor descreído.

Si bien su dedicación al cine era relativamente reciente (véase ‘Llanto por Granada’, además de su inolvidable papel en ‘Solas’, de Zambrano, por el que recibiera el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Tokio, y el Goya al actor revelación en el 2000), Álvarez-Nóvoa llevaba más de medio siglo dedicándose al teatro, de un modo ininterrumpido, como autor, actor y director de puesta en escena, desde que comenzara, a finales de los cincuenta, en el Teatro Español Universitario (TEU) hasta algunos de sus últimos montajes, como ‘Bodas de sangre’, de Lorca, con el Centro Dramático Nacional y el Centro Andaluz de Teatro, con dirección de José Carlos Plaza, o ‘La noche de Max Estrella’.
En cuanto al cine, lo seguiremos recordando en sus últimos largometrajes como ‘De tu Ventana a la mía’, dirigido por Paula Ortiz, o ‘Las olas’, de Alberto Morais, así como en diversas series de televisión: ‘Cuéntame’, ‘Hospital Central’ o ‘Vientos de agua’…
Como dramaturgo  tampoco olvidamos su premiada ‘La Venus del espejo’, un libro de relatos, ‘La Rosaleda’, y algunos volúmenes de investigación sobre la obra de Valle-Inclán (en la que era un auténtico especialista), entre otros.

        
Con las muertes de Bernardo de Paz y Carlos Álvarez-Nóvoa nos morimos también nosotros un poco más cada día. 

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