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miércoles, 2 de marzo de 2011

El hombre que sabía demasiado

Después de haber rodado una primera versión, en blanco y negro, "correspondiente al trabajo de un aficionado con talento", asegura Hitch, el director de Psicosis se atreve con una segunda versión, en este caso en color y con estrellas de Hollywood, como Stewart y Doris Day, que dan vida a un matrimonio gringo (algo inocente) dispuesto a pasar sus vacaciones en Marruecos. A partir de este viaje al exótico país de las miradas que hablan y acarician, tras el velo de las sorpresas, el maestro de la intriga nos envuelve en una trama de espionaje, secuestro y asesinatos. Como suele habitual en su cine.

Una vez más, Hitch recurre a su actor fetiche, Stewart, con su pose serena y emotiva, que sin duda da el perfil adecuado de un tipo normal (con el que nos identificamos los espectadores) que se ve involucrado en una situación anormal, y "echa mano" en esta peli de otra rubia exuberante como Doris Day.

A menudo suele decirse que nunca segundas partes (en este caso segunda versión)  fueron buenas, mas El hombre que sabía demasiado, de 1956, resulta más interesante, al menos para uno, que la anterior, aunque la primera (de su etapa inglesa) no desmerezca en absoluto, con un Lorre estupendo, como suele ser habitual, y los Alpes suizos como escenario.

El hombre que sabía demasiado me hace recordar, salvando las distancias, a la novela de Bowles, El cielo protector, en la que un matrimonio yanqui también viaja al Morocco, y a partir de ahí éste se ve envuelto en una sin par aventura, incluso para uno de ellos se convierte en una auténtica pesadilla y aun en un viaje sin retorno.

La peli de Hitch, en su segunda versión, está estructurada en dos partes, claramente diferenciadas, la primera filmada en Marruecos, mientras que la segunda está rodada en Londres, sobre todo en el mítico Royal Albert Hall, con el legendario Bernard Herrmann, compositor de esta banda sonora, a quien vemos dirigiendo una orquesta.

Me interesa sobre todo la primera parte de El hombre que sabía demasiado, la que está rodada en Marruecos, y en concreto en la ciudad roja, Marrakech, a buen seguro porque uno siente devoción por esta ciudad, cuya plaza de Xemáa-el Fna, donde se desarrolla alguna secuencia de la peli, está declarada patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad, gracias al empeño del escritor Juan Goytisolo. Aparte de esta animada y singular plaza, donde bajan cada noche los narradores orales, músicos y otros artistas, a relatarnos y estimularnos con sus historias y sonidos (como vemos en esta cinta de Hitch), los protas (Stewart y Doris Day)se alojan en uno de los hoteles más emblemáticos y superlujosos del mundo, La Mamounia. Como si la peli fuera un pretexto para mostrarnos esta bulliciosa y placentera ciudad marroquí. Hay, por lo demás, escenas con puntos de humor como cuando los protas se sientan a tomar el té o a comer, con la mano naturalmente, en compañía de otra pareja.

Aunque el genio Hitch nunca ganó un premio Óscar, el tema Que será, será (ya clásico), empleado en una escena culminante, ganó el Óscar a la mejor canción en 1956.

Este viernes, día 4, a la hora de costumbre, proyectaremos esta peli en el Benevivere de Bembibre.

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