La Guerra Incivil, con su carnicería fratricida, y la posguerra de hambrunas y persecuciones, con miles de enterrados en cualquier lugar, en cunetas varias, en fosas comunes, nos han dejado heridos... de muerte, y nos resulta difícil sobreponernos a tanta barbarie. “España es un país de cabestros” y “en España pesan mucho los muertos y la muerte”, escribió el Nobel Cela en “San Camilo 1936”, novela escrita en defensa de quienes padecen la historia, narrada con una potencia lírica que sobrecoge al lector. En realidad, “los españoles vivimos en permanentes guerras civiles -asegura Cela-, todos contra todos... el español se avergüenza de su pasado pero teme a su presente y se desentiende de su porvenir”. Vivimos en compartimentos estancos, cada cual va a su rollito, los vecinos no acaban de entenderse, cada autonomía barre para su casa, algunas más que otras, España, con eñe de coña, sigue siendo una piel de vaca machorra o toro castrado, con cornamenta salida de madre, fracturada, dividida, invertebrada, con un pasado sangriento y un futuro bien incierto, en lo económico, en lo social, en lo cultural, en casi todas las esferas del pensamiento, pero no quiero ahondar en esta vena, porque el nuestro is different, entre la Europa desarrollada y el cuarto mundo insostenible, sobre todo para los muchos desheredados de esta sociedad, que tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Desde hace ya algunos años la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuyo Vicepresidente es Santiago Macías, se encarga de desenterrar de las orillas y las “pozas” comunes (gran labor) a los desaparecidos durante la represión franquista, que fue mucha y atroz. El franquismo nos flageló. No se trata de avivar el fuego, de meter el dedo en la llaga, la herida que en verdad nunca ha cicatrizado, sino de desenterrar nuestro pasado, una parte de nuestro pasado de la fosa común. ¿Qué habría sido de este país, en caso de que hubiera prosperado la República? Otros horizontes, otros derroteros, sin duda más alentadores, pero España nunca ha permitido ni permitirá que todos seamos más o menos iguales, que triunfe el socialismo de verdad, porque el nuestro sigue siendo clasista, pícaro, hidalgo, realengo, que adora a los trapicheros, a veces disfrazados bajo el manto negruzco de empresarios y banqueros, constructores y políticos de altos vuelos, mientras que continúa despreciando a sus obreros y auténticos pensadores.
La actual exposición en el Campus de Ponferrada, que he tenido la ocasión de ver ayer mismo, me ha impresionado y me ha refrescado la memoria, porque aunque es conveniente perdonar a quien nos hizo daño -como cristos llagados, incluso sin ser cristianos-, no podemos olvidar, que la amnesia no es buena compañera de fatigas. Y los españolitos, al igual que tendemos a lo tragicómico, también nos da por hacernos los amnésicos. Esta exposición, con la espectacular foto de una fosa exhumada, resulta un testimonio indispensable para entender nuestra historia más reciente, que por nada en el mundo debería repetirse, y que a los bercianos nos toca muy de cerca. Véase Priaranza como símbolo de fosa común.
Sorprende ver, en esta exposición, tantas fotos de fosas, gente inocente que sufrió los espantos de la guerra y el horror fratricida.
En Noceda del Bierzo, donde los fachistas causaron mucho daño, aún se podrían rescatar los huesos de algunos torturados en El Sardonal. Me atrevería a decir, parafraseando al filósofo Adorno, que después de lo ocurrido en la Guerra Incivil, una guerra entre hermanos y vecinos (esto es una aberración monstruosa), como lo que ocurrió en Auschwitz, se me hace difícil escribir incluso este texto, y por supuesto deja de tener sentido casi todo, salvo filosofar.
En Noceda del Bierzo, donde los fachistas causaron mucho daño, aún se podrían rescatar los huesos de algunos torturados en El Sardonal. Me atrevería a decir, parafraseando al filósofo Adorno, que después de lo ocurrido en la Guerra Incivil, una guerra entre hermanos y vecinos (esto es una aberración monstruosa), como lo que ocurrió en Auschwitz, se me hace difícil escribir incluso este texto, y por supuesto deja de tener sentido casi todo, salvo filosofar.
Mañana nos vemos Manuel,
ResponderEliminarun saludo