Antes de adentrarme en Moulin Rouge (2001),
la película del guionista, director y productor australiano Baz Luhrmann, me
apetece hacer mención al Molino Rojo, mítico cabaret parisino, fundado a finales del siglo XIX, en la Belle
époque, por el español Oller y el francés Zidler, el cual aparece en la película como Harold, aunque su auténtico nombre era Charles. Conocido en el mundo entero, el Molino Rojo está ubicado en el bulevar de
Clichy (me estoy acordando de Días tranquilos en Clichy, del
fenómeno Henry Miller https://cuenya.blogspot.com/2011/07/henry-miller-un-coloso-de-la-literatura.html), bajo la colina de Montmartre, barrio de la bohemia por
excelencia, con la famosa place du Tertre, donde el arte cobra vida, los
artistas callejeros pintan y exponen sus obras al aire libre, y los músicos
tocan sus piezas, incluso con un serrucho, como uno que me dejó impresionado.
Cerca de esta plaza se halla el Espacio de Dalí, un museo dedicado a la obra de este genio del siglo XX, que compartió Residencia de Estudiantes en Madrid con otros dos genios, a saber, Luis Buñuel y Lorca.
La colina de Montmartre, que ofrece bellas vistas a la ciudad de París, fue la cuna del impresionismo (recientemente he visto Los colores del tiempo, de Klapisch, que habla entre otros asuntos del impresionismo pictórico; espero reseñarla) y sigue ofreciendo, incluso en la actualidad, un aspecto bucólico. Otrora la colina de Montmartre contaba con varios molinos de viento, localizados en su mayoría en la rue Lepic. En la actualidad, se conserva al menos un molino de viento del siglo XIX, el famoso Le Moulin de la Galette, que fue pintado por Van Gogh, Toulouse-Lautrec (pintor que hace su aparición en la película de Baz Luhrmann como un amigo del protagonista y es el personaje principal en la película filmada por Huston en 1952, de la que luego diré algo) y Auguste Renoir (el padre del cineasta Jean Renoir, que llevó al cine el impresionismo pictórico de su padre en películas como Una salida al campo).
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| Foto: Manuel Cuenya |
Respecto a la película Moulin Rouge (1952), dirigida por John Huston, podría decirse que se centra en la vida bohemia de París y la de Toulouse-Lautrec (pintor y cartelista francés postimpresionista, que representa la vida nocturna parisina de finales del siglo XIX), con una estética y un tono más realista que esta película de 2001. Curiosamente, la película de Huston, al igual que esta de Luhrmann, ganó dos Óscar a la mejor dirección de arte y al mejor diseño de vestuario. https://cuenya.blogspot.com/2015/11/je-suis-paris.html
Cabe recordar que en la rue Lepic, aparte de hallarse el molino de la Galette, vivieron Van Gogh y su hermano Theo, también en esta calle vivió el escritor Céline (Viaje al final de la noche), el cantante y actor italo-francés Yves Montand le dedicó una canción a esta rúa y existe un café en la misma (Café des 2 moulins) donde se rodó alguna secuencia de la película Amélie, cuya música, inolvidable, corresponde al compositor Yan Tiersen https://cuenya.blogspot.com/2009/11/yann-tiersen.html
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| Moulin rouge. Foto: Manuel Cuenya |
La historia de París, que en tiempos fue capital del mundo -en realidad lo sigue siendo-, da para más de una misa de doce, la ciudad de la luz bien vale una misa. A vuestro antojo.
París y el Moulin Rouge
París (una ciudad recreada en estudio) es donde se ambienta a principios del siglo XX Moulin Rouge (2001), una película musical dirigida por Luhrmann y protagonizada por la diva Nicole Kidman (Satine), que luce como la estrella -pues es una estrella, cuyo papel en Eyes wide shut de Kubrick se me antoja extraordinario también-, y el actor escocés Ewan McGregor (Christian), conocido asimismo por su interpretación en Trainspotting (1996), una película de culto británica, que cuenta la historia de unos jóvenes heroinómanos de los suburbios de Edimburgo. https://cuenya.blogspot.com/2015/01/paris-arabe.html
Moulin Rouge (2001), que fue un éxito comercial, con ocho nominaciones a los premios Óscar (entre ellos a la mejor película y la mejor actriz para Nicole Kidman, consiguiendo asimismo estatuillas al mejor diseño de vestuario y la mejor dirección artística que nos muestran una estética determinada, la de esa época), está inspirada en la ópera La traviata de Verdi, que a su vez se basó en la novela La dama de las camelias, de Alejandro Dumas. Y al igual que La traviata, esta película nos muestra una historia de amor romántico, el clásico triángulo amoroso del melodrama. Un joven escritor bohemio (Christian) llega desde Londres a París en busca de inspiración para su nueva obra, y acaba enamorándose de Satine, que trabaja como cortesana en el Moulin Rouge (cual si fuera un personaje más), pero ella, que está enferma de tuberculosis (una de las grandes epidemias del siglo XIX), se debate entre el amor que siente hacia Christian y el interés por un rico pero villano duque, el personaje antagónico (Richard Roxburgh), que podría convertirla en una gran actriz financiando su espectáculo teatral. Spectacular, Spectacular. El amor, ay, el amor.
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| Desde la colina de Montmartre. Foto: M. Cuenya |
“Lo más grande que te puede suceder es que ames y seas amado”, dice Christian, porque la película es un musical romántico, atípico y visualmente impactante, que rescata canciones de la música pop de bandas como The Beatles (All you need is love), The Police (Roxanne), Nirvana (Smells like teen Spirit), Queen (The show must go on)... David Bowie (Nature boy), Madona (Like a Virgin) o Elton John (Your song), acaso para conectar con el público de hoy en día.
Personajes
Aparte de los papeles protagonistas de Christian, interpretado por McGregor (que es como Armando de La dama de las camelias y Alfredo de La Traviata, un joven romántico, apasionado, que cree en el amor como algo esencial en la vida) y la estrella o "diamante reluciente" Satine (interpretada por Nicole Kidman, que se parece a Violetta de La traviata y a Margarita de La dama de las camelias. Al final de la película, le pide a Christian que escriba su historia de amor), el reparto lo conforman Harold Zidler (interpretado por el actor británico Jim Broadbent), que es el director del Moulin Rouge y obliga a Satine a que seduzca al personaje del duque para que éste financie el nuevo espectáculo; el duque (interpretado por el actor australiano Richard Roxburgh), que también aparece en La traviata y La dama de las camelias. El duque es utilizado en la película por Zidler, Satine, los bohemios y Christian para que financie la obra que mantenga vivo el Moulin Rouge. A cambio de financiar la obra teatral que vemos en la película, el duque, que está enfermo de celos, pide que Satine mantengas relaciones amorosas sólo con él. A ellos se suma la figura de Toulouse-Lautrec (interpretado por el actor y productor de origen colombiano John Leguizamo), que ejerce como Celestina o Celestino para que se encuentren Satine y Christian, y así se enamoren; Absinthe o el Hada Verde (interpretada por la cantante y actriz australiana Kylie Minogue), que canta The sound of music, y Marie (interpretada por la actriz australiana Kerry Walker), que se parece al personaje de Julie de La dama de las camelias, y se ocupa de cuidar de las bailarinas del Moulin Rouge, en especial a Satine.
Puesta en escena
La puesta en escena, teatral y barroca, nos guía a través de la historia, creando emociones y sensaciones visuales, con ricos decorados, múltiples escenarios, juego de luces y muchísimos bailarines, con movimientos de cámara hipnóticos, el uso de una estética colorida, llamativa, con colores vibrantes y contrastantes para evocar las emociones y el ambiente de los cabarets, al tiempo que se utilizan tonos más oscuros para enfatizar el drama amoroso, con una fotografía que mezcla tonos saturados para expresar emociones, con un ritmo vertiginoso (propio de un videoclip que conectara lo clásico con lo vanguardista) y un montaje frenético mediante la fragmentación de las secuencias, con encuadres oblicuos, asimétricos, picados y contrapicados. Un montaje dinámico de planos cortos, con transiciones entre escenas a través de rápidos barridos, que nos seduce como espectadores, llevándonos al trance de principio a fin.
A través de la música y la imagen, con elementos de la Belle époque y el París bohemio, asistimos a un espectáculo psicodélico, sinestésico, porque llegamos a escuchar la imagen y ver la música. En este sentido, los cambios en la música (tono, registro, timbre) se reflejan en los colores, en la fotografía. A través de su estilo visual, su banda sonora ecléctica, su estructura rítmica, su narrativa, la película se ha convertido en todo un clásico del cine contemporáneo, aunque se trate de una película posmoderna que rompe con la narrativa clásica.
Espectáculo
Desde el inicio asistimos a un espectáculo, vemos cómo se abre el telón y se nos ofrecen los títulos de crédito, parece que nos adentráramos también en un cuento en blanco y negro:
"Había una vez un muchacho muy extraño y encantado... Dicen que viajó muy lejos... Por tierra y por mar... Y entonces un buen día, un día mágico... Y se cruzó en mi camino...
...Uno aprende que lo más importante en la vida es amar y ser amado... La mujer que amaba está muerta", así de contundente.
La película por tanto comienza por el final (como tantas buenas obras en el cine, véase American beauty, y en la literatura, léase El túnel, de Sábato, La lluvia amarilla, de Llamazares, o Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, entre otras), un final contado desde la voz en primera persona de Christian como el recuerdo triste de un amor muerto, una historia construida a través de saltos temporales hacia el pasado, una historia de amor escrita por el propio protagonista.
Cuando se nos presenta el Moulin Rouge, como si fuera un personaje más, se introduce el color. A partir de entonces, la pantalla se llena de principio a fin de color, haciendo un uso simbolista a la par que expresivo del color con el objetivo de llamar nuestra atención, empleando tonos brillantes y cálidos, donde sobresale el rojo pasional.
Cuando Christian llega al Moulin Rouge, unos artistas bohemios que trabajan en el cabaret, liderados por el pintor Toulouse-Lautrec, lo acompañan en la aventura de crear un nuevo espectáculo financiado por el duque y del que Satine será la protagonista. Un espectáculo que promete ser vanguardista. A través de estos personajes, la película se convierte en una reflexión sobre el propio mundo del espectáculo, "los de los bajos fondos no podemos permitirnos el lujo del amor", le dice más o menos Zidler, el duelo del cabaret, a Satine. Como espectadores, asistimos a una representación dentro de otra representación.
El telón se cierra pero el espectáculo debe continuar, the show must go on, con esta maravillosa película, que nos habla de la verdad y la libertad, de la belleza y del amor.
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