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sábado, 26 de agosto de 2023

El lejano Oeste astur

 Cuando pienso en el Oeste, como mucha otra gente, supongo, me llegan imágenes de las películas del Oeste americano. El Oeste es lo mejor, the west is the best, canta el gurú Jim Morrison, el líder de la banda The Doors, que siempre he escuchado encantado. 

Cuando pienso en el Oeste, también estoy adentrándome en el Noroeste español, en el verde aroma del Noroeste, como quise titular el reciente libro que se ha editado a través del periódico La Nueva Crónica por este bello territorio que conforman Galicia, Asturias, León y Cantabria. 

Pensar en el Oeste se me antoja fascinante, me invita a fantasear. Y recorrerlo me colma de placer. 

Recientemente, de la mano de la amiga Raquel, Raque, pude visitar el Lejano Oeste astur, la tierra de sus ancestros, donde naciera su padre José Ramón López-Gavela y sus tíos, que tanto han significado y aún significan en la ciudad de Ponferrada. 

José Ramón, al que en San Antolín de Ibias llaman Pepe, era hermano del ex alcalde de Ponferrada Celso https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/tio-celso/200903290533001022406.html y tío carnal del escritor César Gavela, al que recuerdo con afecto (incluso llegó a dedicarme un artículo entrañable en Diario de León: https://cuenya.blogspot.com/2012/09/gracias-gavela.html

Manuel Cuenya (diariodeleon.es), además de buen amigo del ilustre paisano Pepe Álvarez de Paz, ambos abogados de prestigio. 

https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/tio-pepe/201610300500011636106.html

https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/puente-lopez-gavela/201411230505011476472.html

No era la primera vez que me allegaba a Ibias, y espero que no se la última, un espacio remoto, donde las montañas te acarician y el agua de sus ríos, como el Navia y el Ibias, te susurra historias apasionantes. Con el espectacular embalse de Grandas de Salime surcando el concejo de Ibias. No me extraña que Raque se sienta emocionada con esta y en esta tierra, donde pasó algún tiempo de su infancia y adolescencia con sus padres, con sus familiares. Verla a ella feliz me procura felicidad, o algo tal que así, y me hace sentir este lejano Oeste astur como propio. 

Aldea de Uría

En realidad, uno, además de berciano-leonés, se siente astur. No en vano, Cuenya es un apellido que podría tener su origen, casi seguro, en Asturias, pues existe una aldea en el concejo de Nava, en el Oriente, que se llama Cuenya, de lo ya he hablado alguna vez. Y por supuesto estuve allí en una ocasión. En Asturias pasé además algunos de mis años de juventud en la Universidad de Oviedo, con lo cual eso, se quiera o no, marca. Y el sentir, el hablar de Asturias me traslada de un modo inmediato a mi útero de Gistredo, donde las montañas te acarician y el agua de sus ríos, como el Boeza y el Noceda, te susurra historias apasionantes. 

Después de la visita a San Antolín de Ibias, por aquellos espacios que tanto le dicen a Raque, nos encaminamos a la aldea de Uría, pues su prima Charo nos ha invitado. Allí nos reciben la propia Charo, su marido Manolo, y su padre casi centenario también llamado Manolo, que está hecho un mozo con noventa y ocho años, que se dice pronto. Tengo la impresión, una vez más, de estar entre los míos, también con el tocayo Manolo, el compañero de Charo, que es originario de Granada (norte y sur de España, como he señalado en alguna ocasión, algo que también le digo), el cual vive habitualmente en Elche con Charo y el padre de Charo, después de haber vivido en Torrellano, lo que da mucho juego a la charla porque en Alicante viven mis sobrinos María José y Andrés (Andy) y también Juanjo Rocamora (flamante ganador del reality show Gran Hermano de hace años), que es casi casi un nocedense de adopción.   

San Antolín de Ibias

Conversamos sobre Alicante, el Bierzo, Asturias, Andalucía... en un entorno de una belleza prístina, con viñedos, hórreos y paneras. 

Y, antes de regresar de nuevo a San Antolín de Ibias, saludamos a sus otros primos, Bárbara y Luis, que Raque hace un montón de años que no veía. Los reencuentros, después de tantos años, si realmente ha habido cariño, resultan emocionantes. 

El clima se torna otoñal, aunque la temperatura es relativamente buena, con un exceso de humedad. Eso noto. A Raque le apetece contemplar el fluir del río Ibias, el río de su infancia, el río de su memoria. Y a mí, que me entusiasman los ríos, en verdad todo aquello que fluye, me parece una idea estupenda. El río del tiempo. La nostalgia de aquello que fue y se fue. La nostalgia de reencontrarse con los ancestros y algunos vecinos o vecinas como Patro, que ya anda por los noventa años, o con un hombre que intervino como bombero, creo recordar, en el accidente mortal que tuvo lugar en el puerto del Connio de la madre del escritor César Gavela, que era tía carnal de Raque. Un recuerdo  estremecedor. 

Raque me muestra la casa donde naciera su padre y sus tíos, entre otros sitios, como la iglesia, el torreón del ayuntamiento, que recordaba de un viaje anterior, casa Félix, donde tomamos algo, el establecimiento Eiroa, el bar restaurante Leiguarda, que está enfrente de la iglesia, en el que nos atiende una chica amable que al parecer vive en Oviedo. Curiosamente la capital de Asturias queda aproximadamente a la misma distancia, incluso más, que Ponferrada de San Antolín de Ibias.  

Quienes deseen viajar desde el Bierzo a San Antolín de Ibias, una posible ruta es yendo hasta Páramo del Sil y, desde ahí, por una pista minera, hasta Cerredo, ya en Asturias. 

Páramo del Sil es, como recordaba en una reciente entrada de este blog: De Primout a Arabia Saudí, el pueblo donde el poeta Ángel González estuviera a finales de los años cuarenta para curarse de tuberculosis.

Y otra posible carretera, en este caso de regreso al Bierzo, es saliendo por la aldea de Marentes (creo recordar que la última de Asturias por esta zona) y cruzando A Fonsagrada, que queda a treinta y seis kilómetros de San Antolín de Ibias. Toda una aventura. 

Bárbara, Raque y Luis en Ibias

En Fonsagrada están los buenos de Adrián y su padre Bolaño, que regentan el restaurante Cantábrico, un templo de la gastronomía gallega, absolutamente recomendable para comer o tomar unos pinchos, los cuales también aparecen en El verde aroma del Noroeste. Así que, aunque sólo sea para saludarlos y tomar algo, hacemos una paradiña. 

Bolaño sigue conservando esa retranca galaica que tanto se agradece. Y Adrián, afectuoso, parece harto atareado con la gestión del restaurante, que, por cierto, está a tope. Como no podía ser de otra manera.

En restaurante Cantábrico de Bolaño y Adrián-Fonsagrada

Me hace ilusión volver a verlos, aunque creo que la próxima visita será con más tiempo, para poder disfrutar de su compañía y de sus viandas.  

Pues eso, hasta la próxima... visita. 

El viaje al Lejano Oeste ha sido una experiencia inolvidable. 

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