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jueves, 24 de agosto de 2023

De Primout a Arabia Saudita

 A Primout uno siempre vuelve porque hay que volver, como las golondrinas de Bécquer, a aquellos sitios donde hemos sentido serenidad, paz. Y la paz es algo impagable aunque en esta era de estrés galopante y consumismo al por mayor no sea tenida en cuenta. Sentir paz, estar en paz, alcanzar la ataraxia es algo extraordinario, que ya reivindicaran los filósofos estoicos y también los epicúreos. Y que uno reivindica por supuesto. 

Uno siempre vuelve a Primout, en el Bierzo Alto, aunque sea después de algunos años, porque es mapa de los afectos, espacio que se ha quedado grabado a fuego (a fuego sobra, lo siento, sobre todo en esta época en que se está carbonizando el Planeta) en la memoria emocional, esa que nos convierte en seres humanos y no en simples máquinas, como pretende la llamada inteligencia artificial. Y es que Primout se le aparece al visitante en forma de naturaleza en estado puro -¿quién lo diría en estos tiempos postizos, artificiales?-, un lugar pleno de belleza, cual si se tratara de un Belén real, no como esos de cartón piedra que vemos en Navidad, que tampoco es que estén mal, véase por ejemplo el Belén-Nacimiento de Folgoso de la Ribera, que da la impresión de que fuera un Belén viviente. O bien el de Cabañas Raras, de cuya existencia acabo de enterarme a través de un programa de Televisión llamado Rutas Bizarras por el Bierzo, de la mano de la actriz Marta Hazas y del actor Javier Veiga. Interesante. 

Pues sí, he vuelto a Primout recientemente y he recordado al poeta astur Ángel González, que estuvo allí durante un tiempecito breve impartiendo docencia, y al amigo escritor  Julio Llamazares, que escribió un relato dedicado a esta aldea y al propio poeta Ángel González. Y también me vinieron a la mente muchos otros recuerdos de mis excursiones a este sitio remoto enclavado en el sierra de Gistredo que en verano revive con la llegada de algunos vecinos, incluso con algunas personas foráneas que han decidido arreglar alguna casa, como es el caso de un hombre de Valladolid, que está fascinado con el pueblo y su entorno. O bien con Antonio, que tiene el bar casa Dulzura, donde sirve buenas tapas de embutido. 

https://cuenya.blogspot.com/2012/08/a-primout-he-vuelto-en-tres-ocasiones.html
Antonio es por lo demás hermano de Sebas, el cual está casado con Mari, de Noceda del Bierzo, responsable, junto con su hermano Carlos, del restaurante El Verdenal.   

Antonio y su mujer (no recuerdo ahora su nombre) llevan el bar de Primout, aunque Antonio ha estado trabajando en Arabia Saudí o Saudita. Qué curioso y sorprendente. Llegar a Primout y encontrarse con una persona que conoce este país árabe, en el Oriente Próximo, que nada en petróleo y nos resuena en adhan o llamada a la oración por La Meca, la ciudad natal de Mahoma/Mohammed, la ciudad más importante para el Islán, adonde van a parar millones de peregrinos cada año.  Ya había adelantado que Primout tenía algo de Belén viviente. Y los belenes son cosa de estas tierras del Oriente Próximo, pues cristianos, musulmanes y judíos son todos unos, abrahámicos y monoteístas, una tomadura de pelo, o sea, fundamentalmente para quienes sentimos la llamada de la razón, de la filosofía, del logos frente a la llamada de la fe, de las creencias.

Al final va a resultar que Primout, al igual que La Meca, es un lugar sagrado, al que también peregrinamos quienes buscamos a Dios en la Madre Naturaleza, como hiciera Spinoza -el filósofo racionalista neerlandés de origen sefardí hispano-portugués-, que es la que nos procura vida para seguir en esta senda. Esa senda a orillas del río Primout que alguna vez nos llevó, me llevó, desde la aldea de Pardamaza hasta esta otra aldea donde viviera hasta hace poco el Lebrijas, quien fuera el alcalde pedáneo y único habitante durante todo el año del pueblo, lo que me hace recordar a Andrés, el personaje protagonista de La lluvia amarilla.  

En esta ocasión el viaje, en compañía del amigo Benjamín, lo hacemos en coche hasta Páramo del Sil, donde el poeta Ángel González fuera a curarse a finales de los años cuarenta del pasado siglo de una tuberculosis, y desde ahí, por un camino carretil, de terracería, sin asfalto, también en coche hasta Primout, que se muestra resplandeciente, bajo un sol poderoso, entre una abundante vegetación.  

https://cuenya.blogspot.com/2013/05/recuerdos-de-un-angel-en-paramo-del-sil.html

Me entusiasma volver a Primout. 

Dejarte fluir a través del tiempo en una aldea remota para reencontrarte contigo mismo, para saborear la templanza y la belleza que procura la Naturaleza. 

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