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jueves, 7 de octubre de 2021

Dos ciudades, dos países

 A finales de agosto me di un voltión por Galicia, que siempre es un buen lugar para viajar, pues es tierra hermana. Y, aparte de visitar Vigo, que ya forma parte de mis mapas afectivos, me acerqué a Tui (Tuy) y desde ahí a Valença do Minho, en Portugal. 

El Miño

Si bien he visitado en varias ocasiones el país luso, que tanto me entusiasma, como le fascinaba al gran fabulador berciano César Gavela (siempre recordado con afecto), no recordaba haber visitado antes Valença. No obstante, hace unos años sí recuerdo haber estado en Tui, que cuenta con un casco histórico extraordinario. Y sobre todo es frontera natural con Portugal. Y esa linde la marca el río Miño. 

Catedral de Tui

El Miño, que es río legendario, divide y une a la vez dos ciudades, en realidad dos países. Aunque Portugal bien podría ser España y la piel de toro o de vaca podría ser el país luso. Desde el puente que une ambas localidades se pueden conseguir panorámicas inolvidables, con ese río en el que habitan seres mitológicos.

Tui

Tui y Valença do Minho se funden en una eurociudad bajo la luz de acuario de un jardín hermoso, y los verdes aromas y recuerdos del siempre genial Inclán, don Ramón María barbas de chivo y voz profunda, cual si estuviéramos viendo actuar a un gran actor o a una gran actriz en escena.

Valença

Tui o Tuy, con su catedral-castillo, y Valença do Minho con su fortaleza, que es en esencia una Medina Cristiana, o bien, si así o preferís, una medina musulmana es una ciudadela con sabor occidental.

Al final, cristianos (bueno, uno ya no cree ni en dioses ni en nada) y musulmanes son más parecidos de lo que a priori presumen algunos. Pues el fanatismo puebla las mentes de unos y de otras.
Valença do Minho me sorprendió con su monumentalidad, aunque he de reconocer que está demasiado turistizada, y eso echa para atrás, y tratan a los turistas, me dio la impresión, como si fueran imbéciles. Recuerdo con agrado un restaurante, fuera de la ciudad amurallada, llamado Nova Estaçao.
Tui desde el otro lado

El Miño, cuyo estupendo afluente es el Sil leonés galaico, fluye por mis arterias como fluyen los sueños y las ilusiones. Recordemos que el Sil, que nace en La Cueta (que tuviera la ocasión de visitar hace un año, después de la visita de Somiedo en Asturias), lleva el agua y el Miño la fama. El Miño y el Sil se funden en la Ribeira Sacra (magnífica), en concreto en Los Peares.
Ahora, más que nunca, no sólo me siento español sino portugués. Eurociudadano nomás. O mismamente ibérico. Y también hispanoamericano.

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