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lunes, 18 de octubre de 2021

A César Gavela, al que siempre recordaremos con cariño

 Se alegra uno de que el IEB (Instituto de Estudios Bercianos), con la presidenta Patricia Pérez Bruzos al frente, se haya acordado de rendirle un homenaje al gran narrador ponferradino César Gavela, al que siempre recordaré con cariño, pues llegamos a compartir durante un tiempo espacio columnístico en Diario de León. Y él mismo, así era César de generoso, me dedicó una columna entrañable. Él solía dedicar hermosos textos a mucha gente de la tierra. 

Esta misma tarde, en la UNED de Ponferrada, asistiré a algunas charlas acerca de su persona y su obra. Muchas gracias, Raquelina, por enviarme el programa, que ya sé que querías mucho a tu primo. 

César era ante todo un narrador excelente, que en sus últimos tiempos escribía mejor que nunca. Con un estilo depurado y poético, lleno de hallazgos literarios. Y eso que él siempre escribió de un modo asombroso. 

Conversando era un cachondo mental, que sabía hacer humor y reírse de todo. Eso se le notaba en su mirada y en su voz.  

César también llegó a colaborar con la revista La Curuja, lo cual le agradezco mucho. 

César nació para escribir y contarnos el mundo, su mundo, ese universo del Noroeste, de su Bierzo natal, de donde salió muy joven en busca de otra luz, de otros sueños, de otras ilusiones, porque su verdadera ilusión, como él mismo me contara, era la de vivir en una ciudad grande, ganar un sueldo público y poder comprarse libros. De modo que decidió quedarse a vivir en Valencia, donde también vivía hasta hace nada el paisano y amigo común Venancio Álvarez de Paz, que se nos fue hace poco, para nuestra tristeza:https://cuenya.blogspot.com/2021/10/a-venancio-alvarez-de-paz.html?m=1

César vivía en la ciudad luminosa del Mediterráneo, en la capital del Turia, pero él añoraba el Bierzo, que quería mucho. Y eso lo transmitía en cada uno de sus escritos, de sus libros, de sus columnas en prensa, actividad que le resultaba muy placentera. Con su memoria afectiva y literaria, que lo devolvía a su tierra cuando lo deseaba. 

César era un apasionado de los grandes fabuladores gallegos como Cunqueiro (inventor del realismo mágico) y de los bercianos Pereira y Carnicer, pero también de los grandes hispanos como Rulfo, Gabo, Cortázar y Bioy Casares. Y por supuesto le entusiasmaba la poesía de Valente, Cernuda y Juan Ramón Jiménez, pues él era un prosista con gran vena lírica, que se inclinaba por la brevedad y la intensidad, la emoción y la belleza de la sencillez expresiva. 

A César le encantaba escribir. Y lo hacía con devoción. Le gustaba fantasear y también contar de dentro hacia afuera, trabajar con la memoria, sobre la que actúa la imaginación, relatar también sus viajes por su querido Portugal, por su Iberia, como él decía, porque a César no le gustaba escribir sobre vampiros ni templarios, ni tampoco novelas de género. 

César era un ser único, una persona con mucha memoria literaria. Con mucho saber. Con un estilo extraordinario. 

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