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viernes, 31 de mayo de 2019

María de Miguel, luz y sonrisa

María es luz y sonrisa; ojalá en la vida siempre estuviéramos impregnados de luz y sonrisa, entonces el mundo sería otro.
María es salmantina y berciana. En realidad, ya casi es del Bierzo, una tierra que ama y siente como propia. Y eso se nota en sus entrevistas. Con su sonrisa grande y su verbo fácil. Con su habilidad comunicativa. 
María es corazón y alma. Con su rostro de chica buena y su mirada transparente tras la que se esconde una sensibilidad para la belleza-verdad-bondad. 
María es una periodista que podría llegar muy lejos en su carrera profesional, que llegará, a buen seguro, eso le deseo, a la que le gusta la palabra, también la palabra escrita, esa que no se la lleva el viento. 
Y disfruta mucho haciendo su trabajo. Y eso se le nota en lo que hace. 
María de Miguel es una chavala a la que conozco desde hace ya un tiempo (el tiempo vuela, asusta su vertiginosidad).
El pasado miércoles en el plató de la 8Bierzo, con María de Miguel
Y con quien me siento muy a gusto cada vez que me invita a la televisión de Ponferrada, la  8Bierzo, a su magazine, que es un programa magnífico, una plataforma extraordinaria para que podamos conocer al paisanaje del Bierzo, con su gastronomía, su cultura, su ámbito universitario, su forma de vida actual, en definitiva. Y eso merece mucho la pena. Gracias a María de Miguel, que siempre está pendiente de los aconteceres diarios. Y por supuesto siempre está atenta a lo que uno hace, tanto en la Universidad de la Experiencia como en el apartado más personal, en lo tocante claro está a asuntos profesionales, como podría ser la difusión de un libro (en la foto aparecemos en el plató televisivo con
Del agua y del tiempo, que, como ya sabéis, presentaré en Ponferrada el jueves 6 y en León el miércoles 19 de junio). Por cierto, mi agradecimiento también a Miguel, el cámara, que es un gran profesional y un buen tipo. 
Me encanta la buena gente, lo confieso (hace mil años que no me confieso ante el cura, pero ahora lo hago en este espacio). Y cada día intento alejarme, en la medida de lo posible, de la gente contaminante, de la gente que hace montañas de un simple grano-granero. De esa gente que, en vez de sumar, resta. 
Al final, de lo que se trata es de vivir en paz, lo primero con uno mismo, con la serenidad o ataraxia que predicaban (estos, la verdad, no predicaban, sino filosofaban) los pensadores estoicos. 
El estoicismo como camino hacia la felicidad. O al menos la tranquilidad. 
Pues eso, María, busquemos la serenidad. Y la belleza. Y la verdad. Y la bondad. Con tu luz y tu sonrisa angelical. 

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