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sábado, 6 de julio de 2024

La Curuja, como el búho de Minerva, inicia su vuelo al caer el crepúsculo

     El colectivo cultural la Iguiada de Noceda del Bierzo, a través de su responsable, en este caso uno mismo (servidor, como se decía en tiempos), acaba de editar el número 31 de verano, segunda época, de la publicación semestral La Curuja, en la que han colaborado los siguientes autores y autoras: Luis Segura, Iñaki Polo, Mayela Paramio, Benjamín Arias Barredo, Margarita Álvarez Rodríguez y Manuel Cuenya.

       El licenciado en Filosofía Luis Segura le hace un homenaje a un personaje singular de Quintana de Fuseros, que se llamaba Mariano Álvarez Morán, al que todo el pueblo conocía con el apodo de Moscú; por eso el relato se titula Moscú en la torre. “Desde esa altura su imaginación voló sobre los tejados de las casas del barrio de abajo, los prados del Toral, los CastrosMarciel soñado… Cabanillas, San Justo, Noceda y Bembibre, que le hizo recordar la imagen del Cristo Salvador que corona su iglesia con los brazos abiertos”, escribe Luis.

Por su parte Iñaki Polo nos cuenta cómo fue su primera visita al Bierzo, en concreto al Bierzo Alto (Bembibre, San Justo de Cabanillas, de donde es originaria la compañera del autor de la narración, y Quintana de Fuseros). “Aunque yo soy nacido y vivo en Vitoria-Gasteiz, me siento muy de León y sobre todo muy del Bierzo. He de reconocer que me siento hijo adoptivo del Bierzo, de lo cual estoy muy orgulloso, por todos estos años que he podido visitar esta comarca, donde lo paso de maravi­lla cada vez que me acerco a ella, y sobre todo por la buena gente que conozco”, explica Iñaki en su texto. 

    En este número colabora también la profesora y escritora leonesa Mayela Paramio, que participó en el Encuentro literario del pasado año. Y lo hace con un relato titulado En las nubes, donde habla de su infancia, acaso la única patria verdadera. “Hoy, me he detenido y recordando, he alzado la mirada. Ahí seguían suspendidos los nimbos como etéreos algodones de azúcar, ahora enredados en metálicas antenas parabólicas”, escribe Mayela.

El colaborador habitual Benjamín Arias Barredo le dedica su artículo a una mujer centenaria de Noceda del Bierzo, Virginia, que falleció el pasado año. “Virginia siempre fue una gran per­sona, mujer y madre, además de una buena vecina de la calle la Calzada (barrio de Vega) donde se le recordará y echará de menos porque siempre tenía palabras de afecto para cualquier vecino que pasara frente a su casa”. 


La también colaboradora habitual, la escritora omañesa Margarita Álvarez Rodríguez, nos ofrece De colorido leonés, en el que le hace hablar a la lengua leonesa, rescatando todas aquellas palabras con las que estamos familiarizados tanto omañeses como bercianos, así como el resto del paisanaje leonés. “Yo soy la lengua leonesa, eso que ahora muchos llaman llionés. En realidad lo que tú hablas es un castellano leonesizado, del que a veces no eres consciente. Pero, aunque no lo sepas, ahí estoy, como fiel compañera, ayudándote a ver el mundo con ojos leoneses”.

Y, para finalizar este recorrido por las páginas de esta revista,  firmo dos colaboraciones, una dedicada al Encuentro literario del pasado año (anunciando asimismo la fecha de este año, el sábado 17 de agosto, a las 19h30, en las antiguas escuelas del barrio de Vega de Noceda del Bierzo), y otra que es una entrevista a Àngels Gendre, barcelonesa que decidió hace años apostar por el turismo rural en el Bierzo Alto, montando su propia casa rural en San Justo de Cabanillas, que pertenece al Ayuntamiento de Noceda del Bierzo.

        “El Bierzo lo conocí por casualidad. Nunca había oído hablar de esta co­marca, ni tenía referencias sobre la provincia de León mas allá de lo que los libros y la historia me habían pre­sentado. Supongo que al no tener lazos familiares ni conocidos de esta zona y, al ser la provincia de León poco dada a la promoción de sus maravillas, no me acerqué a este lugar de una manera premeditada”, cuenta Àngels Gendre. 

        A todos ellos, a todas ellas, les agradezco su colaboración con la revista La Curuja, que, transcurridos los años, sigue alzando el vuelo, como el búho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo. 

 

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