Solo, ante la inmensidad, solo, ante un espacio poblado por gaviotas y olas zumbando ecos de otro tiempo.
Solo, ante un horizonte que te esperará con su sonrisa de poniente, mientras tu corazón esté siendo devorado por esas gaviotas que sobrevuelan el centro de la Tierra.
Puede que tus cenizas ya hayan sido arrojadas al mar, que no deja de aullar como un lobo hambriento en los montes de tu infancia.
Solo, ante la inmensidad, quedarás extasiado con la brisa de poniente, dejándote arrullar por un tiempo de felicidad, que sólo puede ser aquí y ahora.
Solo, ante la inmensidad del mar, flotando entre las orillas, seguirás escuchando el latir de tu corazón aún después de ser devorado.
Solo, ante la inmensidad, en medio de la nada, reirás con satisfacción porque estás a punto de sobrevolar el océano Atlántico, logrando cruzar el puente de la eternidad y un día.
Ahora ya sólo eres ceniza arrojada al mar mientras las olas acarician los confines de la Tierra en este julio de 2021, que es tiempo de mareas y de océanos infinitos, donde todo es nada, y el vacío se abre de un modo inexplicable a la vida en plenitud.
Ya nada será igual en este instante de salitre y puesta de sol, con la belleza asomando el rostro por las grietas de un Noroeste verde y azul marino, a la vez que tintado con el color cobrizo de un café que sabe a caricia interminable.
Solo, ante la inmensidad, con el espíritu romántico de quien se adentrara en un cielo de cenizas, sin que nadie se acuerde ya de tu nombre, ni siquiera tú mismo, que te bifurcarás tal vez en un jardín de olivos y rosas rojas.
Tu soledad es un horizonte con forma de vela y tu mundo son las gaviotas y tus cenizas, que siguen anidando en tu corazón, tu corazón de neón y espejismo.
Te sientes contigo mismo. Sientes que hoy, más que ayer, regresarás a tu origen y tu fin, con las cenizas esparcidas en el mar Cantábrico.
Solo, ante la inmensidad del mar, quizá podrás seguir con tu navegación hacia otras dimensiones. Más allá del tiempo. Más acá de este espacio que te inunda con sus olas.
Por un momento olvidaste que las gaviotas devoraron tu corazón y ya no queda ni rastro de tus cenizas.
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