Me dice mi amiga Ester que tengo abandonado el blog, una vez más. Si es que no se puede estar al plato y a las tajadas, o bailando y rezando en la Basílica de la Encina, donde por cierto y por fortuna ha actuado el Teatro Corsario, con Luismi al frente, un fenómeno, o sea. Un prodigio de la naturaleza el Luismi, que lo mismo actúa que pone faroles o recoge cables.
Los bercianos, amantes de las artes escénicas, estamos de enhorabuena, porque Corsario nos ha deleitado con pasión y Pasión, una obra que resulta extraordinaria en escena. Por su parte, Javier Semprún, ese que habéis visto como colgado en Celda 211, está que se sale, como un Frankenstein dispuesto a flagelar con sus latinajos a Cristo en la cruz.
No os la perdáis, si en alguno momento vuelven a representarla, aquí o allá. Confieso mi devoción por este grupo o compañía teatral, tal vez uno/una de las mejores de nuestra España teatrera y teatral, dramática y chirriante, paponera y cañí (no olvidemos La Zaranda), si es que como en España en ningún sitio, dicen algunos, y algunas, convencidos todos y todas ellas de nuestra superioridad, que a buen seguro no es intelectual, a tenor de lo visto y vivido, sobre todo en los últimos tiempos, con movidinas hechas nomás para borreguines y por carneros apoltronados en la inopia. Volvamos a Nietzsche, please.
Sí, el nuestro parece un país de subnormales profundos, que diría el gran Llamazares, bueno, alguno/a se salvará de hacer el gamba y la gambada. A propósito, me encantó reencontrame, de nuevo, con Julio Llamazares en el Festival de Cine de Astorga. Y volver a ver su Elogio de la distancia, ambientado en A Fonsagrada (Lugo). Qué belleza. Y cuántas imagenes realmente líricas, con una fotografía muy hermosa, debida por supuesto al genial Alfonso Parra, y la buena realización del entrañable Felipe Vega.
Después de varios días de dance... que te friega... pajarito volando, por sitios varios, regreso al tajo, pues por instantes se me amontona el curre, que si correcciones de libros, que si publirreportajes, y así, en este plan de planes. Si es que no se puede estar todo el día dándole a la rosca y roscón, aunque sí me alegra haber viajado a la ciudad berlinesa, que sin duda da mucho de sí. Es como si aún estuviera paseando a lo largo y ancho de la Unter den Linden y el Tiergarten.
Me ilusiona haber podido ver a mi amigo Miguel Ángel García, corresponsal de Televisión Española en esta ciudad grande y grandiosa, sobre todo después de la caída de su insoportable y aberrante Muro, el muro de la desvergüenza y el terror, aunque aún quedan restos en algunas partes de la ciudad.
Continuaré el paseo Bajo los tilos y sobre el cielo berlinés. Necesitaré alas de deseo para sobrevolar la urbe. Mañana, tal vez.
Me ilusiona haber podido ver a mi amigo Miguel Ángel García, corresponsal de Televisión Española en esta ciudad grande y grandiosa, sobre todo después de la caída de su insoportable y aberrante Muro, el muro de la desvergüenza y el terror, aunque aún quedan restos en algunas partes de la ciudad.
Continuaré el paseo Bajo los tilos y sobre el cielo berlinés. Necesitaré alas de deseo para sobrevolar la urbe. Mañana, tal vez.
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