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lunes, 26 de julio de 2021

A Fonsagrada, directa al alma

Acabo de darme un voltio por A Fonsagrada, que es mapa afectivo desde que visitara por primera vez este territorio hace ya varios años y me encontrara con los buenos de Adrián y su padre, el genial Bolaño, quienes regentan el restaurante Cantábrico, todo un templo de la gastronomía gallega. Y es que Adrián y Bolaño son gente hospitalaria, entrañable, que tratan al viajero con todo afecto, con lo cual A Fonsagrada penetra directamente en el alma y en el corazón del viajero, que se siente como en una nube. Es por lo demás una tierra familiar en la que uno se encuentra como en su casa. 

Con Bolaño y Adrián en restaurante Cantábrico. 

¿Qué tendrá el Noroeste español que engancha tanto? Que tanto  engancha, en todo caso, a quien esto está contando. 

Con el transcurso del tiempo, uno acaba descubriendo, incluso redescubriendo, que la tierra de uno está donde moran sus afectos. Y aquí están mis afectos. 

León en su conjunto, Asturias y Galicia son mis tierras queridas y ensoñadas, una y otra vez, y cuanto más las visito más me doy cuenta de ello. 

El restaurante Cantábrico y también el hostal Cantábrico (gracias amigo Yuma por tus gestiones) son los lugares que hacen que esta reciente estancia en A Fonsagrada resulte de lo más placentera. Así que, desde este espacio, recomiendo encarecidamente ambos sitios a quienes decidáis acercaros a esta tierra galega, que raya con la Asturias profunda. De hecho, en cuanto uno se pone a viajar por el entorno, se comienza a entrar y salir de una y otra tierras, a saber, Galicia y Asturias, como si de juego de magia se tratara. 

Restaurante Cantábrico de Bolaño

El propio Bolaño, con su retranca galaica y su aspecto de filósofo Lenin, tiene un hotel cercano a Grandas de Salime, que ya es Asturias, bueno, un hotel que queda al lado de San Emiliano, que ya visitara el pasado verano. Y sobre el que escribiera entonces: https://cuenya.blogspot.com/2020/08/asturias-directa-las-entranas.html

Un lugar que es puro realismo mágico, como aquel que fabulara Cunqueiro en Merlín y familia o Torrente Ballester con su Castroforte del Baralla, como una nube lejana, en La saga/fuga de J.B. Es sabida la gran influencia gallega que tuviera el Nobel Gabo a la hora de componer su magna Cien años de soledad. 

Conversar con Bolaño, al amor de unas ricas viandas y buen vino gallego, es un placer, porque tiene un sentido del humor extraordinario. Y cuenta historias que entroncan con ese realismo mágico del que antes hablaba. No en vano, Galicia es tierra de supersticiones, de meigas y meigallos, de santas compañas, de leyendas de aparecidos..., que tan familiares nos resultan a los habitantes tanto del Bierzo Alto como del Bajo. Y aun de otros puntos de la geografía leonesa.  

La Fuente sagrada de A Fonsagrada

Inevitable resulta hablar con Bolaño acerca del director de cine Felipe Vega, que estuviera como profesor en la Escuela de cine de Ponferrada. Gran persona y magnífico profesional, con películas estupendas como Nubes de verano (interpretada, entre otros, por el famoso actor de Fabero Roberto Enríquez), Mujeres en el parque o el legendario documental sobre A Fonsagrada titulado Elogio de la distancia, en el que colaboró el amigo común y excelente escritor Julio Llamazares. Con cariño recuerda Bolaño tanto a Felipe como a Julio. Y por supuesto a Julito, el hijo de Llamazares, y a su mujer, la fotógrafa Cecilia Orueta. Entre ellos también está, cómo no, el intrépido Yuma, que también participó en Elogio de la distancia. Simpáticos él y Bolaño recogiendo setas en el bosque: https://cuenya.blogspot.com/2009/11/elogio-de-la-distancia-en-el-albeitar.html 

Panorámica desde el gran mirador que es A Fonsagrada

Elevada como una nube, como dijera Torrente Ballester de su Castroforte, se muestra antes de coronarla A Fonsagrada, que da nombre a una extensa comarca lucense, que ofrece desde cascadas espectaculares como la de Vilagocende hasta rutas boscosas de cuento de hadas, con sus corredoiras, que comunican las aldeas más remotas de un remoto mundo rural de fantasía. 

El pueblo de A Fonsagrada (la fuente sagrada, no olvidemos que es punto importante en el Camino primitivo de Santiago) es en sí mismo un extraordinario mirador y un punto de partida hacia la comarca de los Oscos, ya en Asturias, y la mítica Taramundi, la tierra en que naciera el amigo Jovino Andina, que sabe un motón de cosas de esta su matria. Lástima que en este viaje no coincidiera con él, pues me contaba, vía whats, que acababa de estar allí. 

Taramundi al fondo

La comarca de los Oscos, que es Reserva de la Biosfera, con Santa Eulalia, Villanueva (incluida Santa Eufemia) y por supuesto la mítica Taramundi es todo un referente de la etnografía y la artesanía en nuestro país. A Taramundi habría que dedicarle todo un apartado. 

Cabe recordar que la Comarca de los Oscos Eo, en el poniente astur, también engloba los pueblos de Castropol (que visitara el pasado verano: https://cuenya.blogspot.com/2020/09/de-tapia-ribadeo.html) y Figueras, además de Vegadeo que está hermanada con su vecina Ribadeo a través de un bellísimo estuario, la ría del Eo (también acabo de visitar Ribadeo).  

Santa Eulalia de Oscos

Los Oscos es pionera del tan cantado turismo rural, lo cual tiene mucho mérito, habida cuenta de que a los políticos de España, por lo general, no les interesa lo más mínimo poner en valor sus pueblos y aldeas, tal es así que la España vacía y vaciada no interesa. "La España vacía políticamente no interesa porque da muchos problemas y cuesta mucho llevar infraestructuras y servicios y a la vez no tiene una rentabilidad política", escribe el propio Julio Llamazares al respecto, quien ya pronosticara en los ochenta del pasado siglo este vaciado rural en su colosal novela poética La lluvia amarilla, contada a través de los cinco sentidos del último habitante de Ainielle. 

En un próximo post daré cuenta de esta visita a los Oscos y Taramundi. Y tal vez podría dedicarle una entrada más al regreso desde A Fonsagrada a la matria del Bierzo cruzando los Ancares gallegos y leoneses. Toda una aventura. 


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