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jueves, 27 de febrero de 2014

Caboberciano

La noticia de que a un caboberciano van a deportarlo de España, de Bembibre en concreto, me ha sobrecogido, como imagino que les  sorprenderá a quienes sientan cierta empatía por el otro. Pero como vivimos en un mundo afianzado en la infamia y la barbarie, donde resulta harto complicado ponerse en el lugar del prójimo, al final acabamos por aceptar la crueldad en todas sus variantes. Y así nos luce la pelambre a los humanos, demasiado animalines, que juegan al gato y al ratón,  a ver si te pillo y te cepillo, mientras los peces gordos, impresentables en su obscenidad mórbida, se quedan en el cuarto de la salud, impunes, siempre o casi siempre, bajo el amparo del poder corrompido, que es el pan amargo de cada día.  No es necesario dar nombres y apellidos de éstos porque figuran en el subconsciente colectivo. Por el momento el comandante del vuelo, en el que iba a ser deportado, ha tenido la decencia de negarse a llevarlo a bordo. 

“En las cárceles no están quienes cometen delitos, sino los que han cogido”, dice mi gran amiga del alma, y no le falta razón en este tiempo de sinrazones que generan monstruos, porque el mundo está poblado por psicópatas que campan a sus anchas, incluso ejerciendo altos cargos, lo cual nos produce terror. Pero como a éstos nadie les echa el guante, acaso por ser muy espabilados, pues se pasean con tranquilidad por doquier. Es obvio que no les remuerde la conciencia, porque tampoco la tienen. En cambio, al caboberciano Conrado lo ‘entrullan’ por cometer un delito (lo cual entra o podría entrar en la lógica de la justicia), pero ahora pretenden deportarlo a un país que no es el suyo, porque él es originario de la capital del Bierzo Alto. Un chivo expiatorio que acabará pagando las culpas judeocristianas de tantos y tan perversos que pululan por el mundo. Si esto, en vez de ocurrirle a un caboberciano, le hubiera sucedido a otro tipo, enchufado y enganchado al sistema caníbal de la farsa, entonces el cantar sería otro. El clasismo, aun antes que el racismo, nos define, porque si Conrado perteneciera a otra clase social (y también a otra raza), las cosas serían bien diferentes. Mala imagen damos con esta resolución tan drástica, tratándose de un hombre nacido en Bembibre, que por cierto siempre ha sido una villa ejemplar en cuanto a la buena integración de inmigrantes y caracterizada por la estupenda convivencia de extranjeros de diferentes países, entre ellos, paquistaníes, portugueses, vietnamitas o caboverdianos, como es el caso que nos ocupa, porque Conrado Semedo es hijo del Bierzo.




3 comentarios:

  1. Es indignante y sumamente lamentable que “la justicia igual y para todos” sea una premisa sin contenido… y tal como mencionas en el articulo las “castas” campen por sus anchas y aquel que va de guante blanco y defrauda lo inimaginable, se esfume por la puerta falsa sin asumir la pena, ni devolver aquello de lo que se ha apropiado; mientras que al que sustrae una gallina se encarcele de por vida.

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  2. Muchas gracias, Dionisio, por tu acertado comentario. Un abrazo.

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  3. Está claro que, en este país, hay justicia y JUSTICIA, y la diferencia es sólo la clase social....lamentable.
    Un abrazo a Semedo :)

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