El martes 6 de noviembre, a las 20h, en la Casa de las culturas de la villa del
Benevivere, reanudamos, después de un parón de algún tiempo, los ciclos de
cine, dedicados en este caso a los Hermanos Marx, que tan buenos momentos
cómicos nos han procurado.
Los Hermanos Marx
(The Marx Brothers), que eran neoyorquinos, aunque de origen
alemán -en realidad judíos-, se revelaron como unos cómicos geniales, genuinos
magos de la improvisación. Cultivaron el humor absurdo (como nuestro Miguel Mihura o Tip y Coll), basado en juegos de
palabras, atropellos verbales, desafío a la lógica, en definitiva, creando
historias imposibles, en ocasiones transgresoras como Sopa de ganso, dirigida
por el prestigioso Leo MacCarey (promotor de El Gordo y el Flaco) y producida
por la Paramount, que no obtuvo los resultados esperados, aunque no fue tan
mal, como suele decirse a menudo.
Dicho sea de paso, Sopa
de ganso es acaso su peli más
delirante y caótica (a decir verdad tiene mucho de sus obras anteriores, El conflicto de los Marx y Plumas
de caballo). Su otra gran película, tal vez la más redonda, es Una
noche en la ópera, su mayor éxito comercial.
En la actualidad, ambas
son reconocidas por la crítica como sus dos obras maestras. No en vano,
figuran entre las 100 mejores películas del American Film Institute.
Aunque los Marx no son los
directores ni los guionistas de las pelis... nomás ni menos los protas, el
público sólo los recuerda a ellos, porque se comen toda la pantalla, con sus
escenas cómicas, llevadas en ocasiones al puro absurdo. porque han
logrado instantes, escenas inolvidables, como la del camarote, o la parte
contratante..., que pervivirán en nuestra memoria, en nuestro sub-consciente
colectivo, más allá de nuestro olvido.
Asimismo, nos dejan un
enorme poso con su crítica feroz a las convenciones sociales, un hachazo a la
alta sociedad, a la hipocresía, a la diplomacia, a la cultura... porque su
cine es heredero de Max Linder (véase la famosa escena del espejo
inexistente de Sopa de ganso)
y de la comicidad improvisada y colectiva de Sennet, cuyo fin es satirizar sin
piedad los aspectos negativos de la sociedad de su tiempo.
El cine de los Marx es, en esencia,
una síntesis magistral de la comicidad de la era muda (ejemplificada a la
perfección por ese mimo genial llamado Harpo) y la comedia sonora.
Ya en Una noche en la ópera, el
productor de la MGM decide controlar el caos cinematográfico de los Marx
incluyendo en los guiones intrigas sentimentales y canciones que dan como
cierto sosiego a los espectadores, y tal vez equilibran la estructura fílmica.
El grupo profesional
inicial estuvo constituido por los cinco hermanos, que despuntaron en el
vodevil (una mixtura de diversos espectáculos teatrales, musicales, incluso
circenses) y la comedia musical de Broadway, porque todos o casi todos
eran virtuosos de algún instrumento musical.
Se dice que Harpo era
capaz de tocar cualquier instrumento, aunque su especialidad era el arpa;
Chico, por su parte, era un excelente pianista, y Groucho cantaba y tocaba la
guitarra.
Salvo Gummo, en Sopa de ganso intervienen cuatro hermanos: Groucho, Harpo, Chico y Zeppo. Y a partir de
1935, cuando realizan Una
noche en la ópera, el grupo se reduce sólo a tres: Chico, Harpo y
Groucho (en realidad se llamaba Julius).
Personajes
Groucho es el líder nato,
un tipo con un talento excepcional, un dandy con un llamativo bigote de betún, pobladas cejas, un puro y
andares extravagantes, como de pato mareado, con una verborrea cáustica. No en
vano, fue un magnífico escritor, que llegó a escribir sus memorias. Amigo
del dinero (y por ende de las extravagancias), siempre tras los huesitos (mejor
sería decir las carnes) de la millonaria, ridícula y relamida Margaret
Dumont, que encajaba con estoicismo y cierta resignación los golpes
humorísticos que le propinaba constantemente Groucho, el cual continuó su
carrera en solitario como animador de radio y televisión. Recibió un
Óscar honorífico en 1974, tres años antes de su muerte.
Harpo es el anarquista
mudo, provisto con un pelucón, que va a su aire, con absoluta libertad, imprevisible, tan
pronto lo vemos extasiado con la música, tocando el arpa (de ahí tal vez su
nombre artístico) como dispuesto a romperlo todo. Su gabardina es un auténtico
cajón de sastre, una chistera de la que puede salir cualquier cosa. Cual si
fuera un sátiro, suele perseguir a las mujeres con una bocina.
Por su parte, Chico es
como el puente de unión entre sus hermanos. Un pícaro burlón, que habla un
inglés macarrónico, con falso acento italiano, dispuesto a embaucar a
cualquiera. En la vida real, se sabe que era un jugador empedernido, un
ludópata, o sea.
En general, todos ellos se
comportan de un modo amoral, despreciando el amor y sirviéndose de la mujer. En
el fondo, son unos crápulas divertidos.
El cine de los Marx, o
por mejor decir su humor absurdo y surrealista, ha influido definitivamente en
el cine de Woody Allen, cineasta que siente auténtica devoción, sobre todo por
Groucho. Véase por ejemplo La
última noche de Boris Gruschenko.
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