A este paso, y este ritmo, una buena parte de las familias españolas tendrán que quedarse a papar la mosca, mirar las apabardas, contemplar la nada, mientras los bancos, respaldados por una política de mierda y una justicia/injusticia (también hedorosa), les hacen la cama para que acaben debajo de un puente, "la puente" de la desesperanza y la desheredad.
Desahuciados de sus moradas, los pobres, los indigentes, los aplastados tendrán que hacer tripas de corazón para seguir luchando en este mundo desabrido y descompuesto, hecho nomás para los ricos riquísimos y esos tiburones dispuestos, siempre con voracidad canibalesca, a zamparse a sus congéneres débiles, que no tienen dónde caerse muertos, porque lo poco que tenían, su pisito, se lo van a llevar los demonios, que en este caso son los bancos con las alforjas bien repletas y los banqueros con la andorga llena a rebosar.
La crisis económica, financiera, moral y espiritual está literalmente arrasando con todo, aniquilándonos, poniéndonos el cordel en el pescuezo hasta cortarnos el último hálito de vida. ¡Puta crisis y quien la inventó! ¡Porque no me digáis que esto no es un invento malévolo para joder "untuvía" más y mejor a los de abajo! A quienes siempre pagan y pagarán los platos rotos (y aun los sin romper), porque al final y siempre todo lo paga el payo el porro, que se dice en mi tierra.
Da una inmensa tristeza cómo algunas, muchas familias sin recursos, al paro, tienen y tendrán que salir escopetados de sus casas, aunque estuvieran pagando religiosa y puntualmente cada mes, y durante años, una hipoteca cuasi imposible. Pero al final no va a servir de nada, porque el ahogo actual les impide e impedirá seguir apoquinando. Mal camino llevamos.
Los bancos nos han tomado el pelo, los políticos de turno nos han dejado solos ante el peligro, la justicia mira para otro lado (o sea para quienes tienen el poder y la riqueza) y nadie quiere hacerse cargo del entuerto. Entonces, en su día de cierta bonanza (que tampoco lo fue realmente, al menos para una mayoría), los españolitos y españolitas nos creíamos que éramos ricos (herencia fijodalga autoengañosa), y que podíamos hipotecarnos hasta el cejamen.
Nos engañaron y nos dejamos hacer (consentimos y aun alimentamos la patraña) y ahora todas son lamentaciones. Si es que no hay nada seguro, y menos en este mundo incierto que cada día puede sobrecogernos con cualquier mangada de última hora: Que USA tosió, que Japón sufrió una hecatombe, que el Oriente Próximo no deja de "estoupar", que el África negra se muere de hambre, que las bolsas tiemblan, que se avecina una catástrofe de consecuencias impredecibles...
Mucho ánimo para esas familias que están acojonadas esperando el fatal desenlace, el desahucio, y que no encuentran salida en un callejón amurallado, imposible de trepar.
A ver si se aplican las leyes constitucionales, los principios democráticos, según los cuales todo ser humano tiene o debería tener derecho a una vivienda, aunque sea "merito" un boliche para meter las orejas y cobijarse de las inclemencias hasta que vaya escampando.
Mientras, en el horizonte, seguimos atisbando unos nubarrones que meten miedo.
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